Quienes conocen al magistrado Manuel Marchena aseguran que una de sus frases más repetidas desde que preside la Sala Segunda del Alto Tribunal es que “el Supremo no entra en ninguna mesa de negociación política”. Hoy sabemos que él tampoco.
El magistrado ha dado este martes un golpe encima de la mesa anunciando que renuncia a presidir el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) después de que se haya dado una imagen obscena de cómo Partido Popular y PSOE iban a ‘repartirse la tarta’. La gota que colmó el vaso fue el whatsapp del senador Ignacio Cosidó, publicado por ‘El Español’, transmitiendo a sus colegas que su partido iba a controlar el Tribunal Supremo con el nombramiento de Marchena.
Al magistrado le pesaba haber abandonado a sus compañeros de tribunal semanas antes de que arranque el juicio del 'procés'
Fuentes próximas al magistrado aseguran a El Independiente que vio con estupor y bochorno dicho mensaje de móvil donde se contaba a 146 senadores que su elección “había sido una jugada estupenda” con la que controlar al Alto Tribunal. “La situación era insostenible” después del whatsapp de Cosidó, aseguran fuentes de su entorno.
Sin embargo, el hecho de que el descrédito en torno a la renovación del Poder Judicial haya ido en aumento en cuestión de horas por culpa de Cosidó no ha sido la única razón por la que este juez ha decidido dar un paso hacia atrás. En este “acto de dignidad” también ha tenido peso su sentido del deber y compromiso con sus compañeros de Sala.
Fuentes próximas al magistrado explican que a Marchena le pesaba dejar con su marcha incompleta una de las tareas a las que se había comprometido en los últimos meses como presidente de la Sala Segunda: presidir el juicio del ‘procés’ y redactar la ponencia de una sentencia histórica.
La gélida reunión con la ministra
Con vocación de servidor público, era consciente de las semanas complicadas que le esperan al tribunal cuando arranque el juicio contra los ex miembros del Govern y de la Mesa del Parlamente por el desafío independentista. A esto se suma su preocupación cómo se ha perjudicado la credibilidad del tribunal después del escándalo provocado por el presidente Carlos Lesmes y el presidente de la Sala Tercera Luis María Díez Picazo en el asunto del impuesto de las hipotecas. El togado no era ajeno al sentimiento de desazón que se ha extendido en el Supremo y, especialmente, en la Sala de Enjuiciamiento del ‘procés’. “El Supremo está blindado ante cualquier presión”, defendía una y otra vez sus allegados.
Por otro lado, este juez, fiscal de carrera, tampoco era indiferente a que dentro del Gobierno de Pedro Sánchez había quien no lo quería presidiendo el CGPJ. Eso podía traducirse en que no fuera nombrado por la unanimidad de los vocales que iban a integrar el órgano de gobierno de los jueces en el Pleno de constitución del Consejo.
De hecho, la conversación que mantuvo con la ministra de Justicia Dolores Delgado, cuando lo citó el pasado lunes 12 de noviembre en el Ministerio para comunicarle que era el elegido para presidir el tercer poder del Estado, fue gélida. Lo cierto es que un sector del Ejecutivo prefería a una mujer para presidir el TS aunque tuvieron que aceptar su candidatura porque el presidente Pedro Sánchez lo tenía en alta consideración y la última palabra respecto a este nombramiento fue del jefe del Ejecutivo.
Marchena era conocedor de que dentro del Gobierno había quien prefería a una jurista para presidir el CGPJ
A esto se suma que dos asociaciones judiciales –Asociación Judicial Francisco de Vitoria y Foro Judicial Independiente- ya habían anunciado que recurrirían ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Supremo su nombramiento. El resultado de dicha demanda, dado que la Sala que preside Díez-Picazo es de todo punto imprevisible, era incierto; pese a que en una situación similar hace cinco años se desestimó el recurso contra el nombramiento de Carlos Lesmes.
Por último, el presidente de la Sala de lo Penal siempre fue consciente de la elevada exposición pública a la que iba a someterse él y su familia al aceptar la presidencia. Con este cúmulo de circunstancias, Marchena valoró en la madrugada de este martes que el prestigio de la institución está por encima de ambiciones personales y que había que decir “basta” a quienes han contribuido a mermar la imagen de la Justicia. Ahora, más que nunca, sus compañeros de la Carrera Judicial creen que se ha ganado a pulso ser el próximo presidente.
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