El Gobierno de Pedro Sánchez y el PSOE se esforzaron ayer en templar su respuesta a los ataques sufridos por su ministro de Exteriores, Josep Borrell, en el Congreso. El propio presidente diluyó la crítica a los dos diputados de ERC que protagonizaron el incidente, Gabriel Rufián y Jordi Salvador, al que Borrell acusa de escupirle a su salida del hemiciclo. En un mensaje en redes sociales y después preguntado por los periodistas en rueda de prensa, Sánchez rehuyó la crítica a los independentistas y minimizó los insultos recibidos por su ministro hasta dejarlos en una mera "falta de respeto" similar a las que él mismo recibe en otros debates parlamentarios.
El esfuerzo por quitar hierro a unas descalificaciones que habrían sido gravemente denunciadas si procedieran de otros grupos parlamentarios se debe, precisamente, al último intento que está realizando Sánchez por sacar adelante sus Presupuestos con el apoyo de los independentistas. El presidente no lo disimuló ayer en su intervención parlamentaria, que comenzó pidiendo al portavoz del PDeCAT, Carles Campuzano, que le "aprobara" las cuentas.
La tibieza frente al ataque a Borrell caracterizó todas las intervenciones de los miembros del Gobierno y de dirigentes socialistas como Adriana Lastra, portavoz parlamentaria, que evitaron condenar el comportamiento de ERC y se limitaron a equipararlo al del PP, al que acusan de crispar la vida política y convertir las sesiones de control al Gobierno en "ceremonias de la crispación". Preguntado por si seguirá negociando con un grupo parlamentario que literalmente "escupe" a su Gobierno, Sánchez se limitó a pedir a "todos los grupos parlamentarios, y singularmente a los que tienen mayor representación", que hagan una reflexión sobre su forma de hacer política.
El ataque además se produce hacia uno de los ministros más cansados por la situación del Ejecutivo. Fuentes del Gobierno explican que Borrell ha dado muestras en más de una ocasión de hartazgo con sus obligaciones al frente del ministerio, como los continuos viajes, y su hastío por las difíciles circunstancias en las que se ve obligado a pervivir el Gobierno de Pedro Sánchez, sin estabilidad parlamentaria ni opciones de aprobar los Presupuestos.
Además, el ministro de Exteriores ha verbalizado su intención de no perdurar en el cargo ante miembros de su equipo. De hecho, Borrell, que no forma parte del núcleo duro del presidente, compuesto por la vicepresidenta, Carmen Calvo; el titular de Fomento, José Luis Ábalos, la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra; y el director de su gabinete, Iván Redondo, es contemplado por Pedro Sánchez como posible cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas del 26 de mayo.
Josep Borrell se ha convertido en objeto de la ira política de los independentistas catalanes desde que empezó a colaborar con Sociedad Civil Catalana como azote socialista del procès. Su entrada en el Ejecutivo socialista, tras una moción de censura apoyada por los secesionistas, pretendía demostrar el compromiso de Pedro Sánchez con la unidad de España a pesar de su alianza parlamentaria con ERC y PDeCAT.
Borrell se confunde o miente. Nadie le escupió: lo afirmo. Ningún compañero lo vio, no hay ni una mancha en ninguna foto, ningún compañero suyo hace ninguna expresión de repulsa...Todo fue un numerito indigno de un ministro. Gracias por el apoyo de tantos incluídos dipus del PSOE pic.twitter.com/3pjeD8mjJ5
— jordi salvador duch (@jsalvadorduch) November 21, 2018
El presidente del Gobierno mantiene esos lazos con el independentismo a pesar de las descalificaciones sufridas por su ministro, según ha explicado este miércoles en rueda de prensa en Valladolid, tras la XXX Cumbre Hispano-Lusa. "No rompemos relaciones con ERC", ha respondido a los periodistas, que le han preguntado por qué sí lo hizo con el PP de Pablo Casado cuando le acusó de ser cómplice del golpe de estado en Cataluña y no en esta ocasión. "No rompí relaciones con el PP. De hecho ahí está el acuerdo malogrado para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Pero sí con esos políticos que utilizan la palabra para difamar e insultar", ha explicado el presidente, que ha vuelto a equiparar a Pablo Casado con Gabriel Rufián al pedir a ambos que se disculpen.
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