Un escaño por provincia. Esa puede ser la factura que pague el PP por la fragmentación del voto de la derecha. Y no porque la emergente Vox vaya a sacar ocho escaños en el parlamento andaluz en las elecciones del próximo domingo 2 de diciembre, sino porque entre lo que saque y entre lo que impida que sume el PP en el reparto de restos, las cuentas apuntan a que Juan Manuel Moreno puede quedarse como mucho en 25 diputados de los 33 que consiguió hace tres años. Al margen de los sondeos que maneja la formación andaluza, que asegura que los datos no son concluyentes, en Génova se ha instalado cierto pesimismo respecto a los resultados que arrojen las urnas con una Vox que se ha disparado en esta última semana y que, al arranque de la campaña, tan sólo hacía peligrar tres escaños.
El cuartel general de los populares se está preparando para asimilar una considerable pérdida de representación en Andalucía, sólo soslayable si no hay sorpasso de Ciudadanos, posibilidad que niegan con vehemencia. Y, al tiempo, se mentalizan con la idea de que "Vox va a entrar en el Parlamento andaluz. Es algo que ya no podemos ignorar", afirma un miembro del núcleo duro de Génova con cierta resignación. A estas alturas la sorpresa sería que el antiguo dirigente del PP vasco se quedara fuera de la Cámara autonómica. Otro dirigente popular afirma que, a tan pocos días del cierre de campaña, "es imposible ya frenar a Vox" por mucho que hagan un esfuerzo agónico por convencer sobre el llamado "voto útil" o se empleen a fondo en aquellos territorios donde Vox puede tener un mayor caldo de cultivo.
Abascal se lleva a Ortega Lara de cierre de campaña en Sevilla
La campaña de este martes es un buen ejemplo de eso. Almería fue la primera provincia donde se detectó que Vox podía tener representación parlamentaria. "La inmigración, la unidad de España y Franco son los tres temas sobre los que se sostiene la formación de Abascal", explican desde Génova, donde ya se encendieron las luces de alarma al detectar que cada vez que el debate de la exhumación del dictador toma bríos Vox crece. En Almería prima el debate migratorio. En ciudades como Níjar o El Ejido, Abascal "se puede disparar", admiten los populares. Y él saca toda su artillería. Hasta Sevilla se desplazará el ex funcionario de prisiones que sufrió el secuestro más largo en manos de la banda asesina ETA, José Antonio Ortega Lara, para participar el próximo viernes en el cierre de campaña.
Casado y la "extrema derecha"
El líder del PP, Pablo Casado, se empleó a fondo en el corazón de la Almería de los invernaderos, la misma que necesita de ingente mano de obra inmigrante. Nada menos que cinco actos entre Adra, El Ejido, Roquetas de Mar y Níjar para intentar desactivar el "efecto Abascal", en el territorio del ex portavoz del Grupo Popular en el Congreso Rafael Hernando, que no es, precisamente, un miembro del sector "blando" popular. Apeló Casado a los "desilusionados con el partido en algún momento, que pensaron que había dejado de hacer lo importante para hacer lo urgente. Ésta sigue siendo su casa". "Seguimos siendo los mismos, defendiendo los intereses de España por encima de los intereses electorales", añadió para avisar sobre los "caprichos" de una ley electoral que puede convertir el voto "a la extrema derecha" -término que se había resistido a usar hasta ahora- en un escaño para Podemos.
El PP ha basculado entre la ignorancia y el ataque a Vox
El fenómeno les ha pillado tan a contrapié que les ha resultado difícil bascular entre la ignorancia a Vox y el ataque a estas siglas. El vicesecretario de Organización, Javier Maroto, eleva el tono contra este partido, pero, al tiempo, Génova decide mandar representación a la manifestación convocada este sábado por la fundación Denaes, germen y correa de transmisión de Vox. Además, hay una peculiar coincidencia entre los miembros del PP en culpar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de haber puesto en órbita a la formación de la derecha populista. Nada nuevo bajo el sol. También el Gobierno del PP, con Mariano Rajoy al frente, engordó a Podemos frente al PSOE hasta que se dio cuenta de que "eso era alimentar el monstruo", según palabras de otro dirigente popular, este europeo, para volver a los márgenes del bipartidismo.
Que el crecimiento de Vox también afecte a Ciudadanos es un consuelo a medias. Porque si bien puede contribuir a que no se produzca el sorpasso sobre el PP, aleja la posibilidad de sumar para una posible alianza que descabalgue al PSOE del poder y, mucho menos, sin tener en cuenta a los de Santiago Abascal, que condiciona cualquier futuro pacto a que dejen de calificarle de "antisistema", como si eso fuera lo más grave que dicen de él desde las filas populares y, sobre todo, desde Ciudadanos.
Desgaste para Ciudadanos
Vox se ha convertido, a efectos electorales, en el comensal al que nadie había invitado y reclama su parte de tarta. No es sólo el PP quien está nervioso por esta irrupción. La dureza del discurso sobre la unidad de España de Abascal parece seducir a una parte del electorado "naranja" que puede ver limitado el que iba a ser un vertiginoso ascenso en las urnas. Se da por seguro que duplicará con facilidad su actual representación, cuando irrumpió de la nada en 2015 al conseguir unos muy meritorios nueve diputados, pero sus opciones también se han visto rebajadas.
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