En las elecciones de este domingo hay mucho más en juego que la Presidencia de la Junta de Andalucía, que según todas las encuestas seguirá en manos de Susana Díaz. Además del líderazgo del centro-derecha en España y la irrupción de Vox en ese combate, algunos candidatos se juegan, literalmente, su futuro político, mientras que un partido se enfrenta directamente a la amenaza de la escisión. Todas estas cuestiones dependen del voto de 6.541.722 andaluces.
La primera según las encuestas, la candidata socialista Susana Díaz, vive con tranquilidad una jornada electoral en la que la amenaza de perder la Presidencia de la Junta aparece lejana y con dos únicos escenarios. El menos probable es que PP, Ciudadanos y quizás Vox sumen los 55 escaños de mayoría absoluta en el Parlamento autonómico y puedan gobernar juntos. Eso supondría pasar a la historia como la dirigente socialista que perdió el poder en Andalucía tras 36 años de Gobierno, algo inasumible para ella tras su derrota en las primarias del PSOE. El PP andaluz ve posible ese escenario después de una campaña arriesgada y atrevida por parte de su candidato y presidente, Juanma Moreno, que podría perder ese puesto si obtiene unos malos resultados.
Moreno aterrizó en Sevilla en 2014 procedente de Madrid, donde ejercía de secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad de la entonces ministra Ana Pastor. Fue la apuesta de la entonces todopoderosa vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para relevar a Javier Arenas, que había ganado las elecciones a José Antonio Griñán pero sin la mayoría absoluta que necesitaba para gobernar. Un pacto PSOE-IU le arrebató la Presidencia de la Junta. Agotado tras cuatro contiendas electorales fallidas, Arenas tiró la toalla y abrió la guerra sucesoria en Andalucía.
La entonces número 2 de Mariano Rajoy en el partido, Dolores de Cospedal, enemiga íntima de la vicepresidenta, pujó con fuerza por el alcalde de Tomares, José Luis Sanz, que había ejercido de secretario general durante el tiempo en que Juan Ignacio Zoido tomó las riendas del PP-A de forma interina desde que se marchó Arenas hasta que se convocó el congreso regional. Cospedal perdió esa batalla y Moreno desembarcó en Andalucía con un reducido equipo de confianza de Madrid y sin apenas conocimiento de la situación política en la comunidad.
En las recientes primarias del partido, Moreno tomó partido de forma decidida por la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría frente a Pablo Casado, a pesar de que ambos eran amigos personales. Los dos habían acudido a sus respectivas bodas y compartían la opinión de que había que renovar profundamente al PP. Casado solicitó que el poderoso PP-A fuera más neutral, pero su “amigo” Moreno se implicó a fondo a favor de su adversaria. Envió a Madrid a dos de sus hombres de confianza, Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga, y Antonio Sanz, ex delegado del Gobierno, e hizo campaña por su mentora.
La herida de Casado sigue fresca y podría pasarle factura. De hecho, el presidente del PP ya ha metido en el Parlamento andaluz a los hombres que se barajan como sustitutos de Moreno: José Antonio Nieto, ex alcalde de Córdoba y ex secretario de Estado de Seguridad, y el ex regidor de Sevilla y ex ministro de Interior Juan Ignacio Zoido.
El otro escenario peligroso para Susana Díaz es que Teresa Rodríguez sitúe a Adelante Andalucía como alternativa clara al PSOE. Si obtiene un empate técnico con el PP en segundo lugar, la dirigente de Podemos intentará postularse como candidata a la investidura en vez de apoyar a la socialista. Si la coalición de izquierdas no consigue mirar cara a cara al PSOE, entonces la investidura de Susana Díaz estará en sus manos a un elevado precio político. En el caso de que Adelante Andalucía imponga unas exigencias inasumibles para los socialistas no es descartable una repetición electoral.
También el resultado electoral de Adelante Andalucía marcará el futuro político de Podemos a nivel nacional. Pablo Iglesias ha interferido en la campaña andaluza con la convocatoria de unas primarias exprés que lo consoliden como candidato a la Presidencia del Gobierno antes de irse de baja por paternidad. Esa desconsideración ha generado un fuerte malestar en la organización andaluza y de otros territorios, que están esperando al domingo para acordar su respuesta.
En principio, los secretarios generales han decidido no presentar una lista alternativa a la de Iglesias que sirva para "blanquear" unas primarias que consideran perversas y esperan a que Teresa Rodríguez refuerce su liderazgo para empezar a plantar cara al líder del partido. Si Adelante Andalucía obtiene un buen resultado electoral se convertirá en un nuevo sujeto político que aspira a negociar directamente con Pablo Iglesias su cuota de representación en las Cortes.
"Defenderemos una voz propia en el Congreso", ha anunciado Rodríguez, que aboga claramente por la constitución de un grupo andaluz en el Parlamento. Si Iglesias se niega a permitirlo, Podemos Andalucía podría escindirse para iniciar una nueva andadura dentro de Adelante Andalucía.
En cuarto lugar, Juan Marín también se juega su débil liderazgo en Ciudadanos-Andalucía. Estas elecciones mostrarán si la estrategia seguida de apoyo parlamentario al PSOE ha dado resultado o genera rechazo electoral. Durante los últimos tres años, Marín se ha comportado casi como un consejero más del Gobierno de Díaz que como un portavoz de la oposición. Esa mimetización con el PSOE y la falta de un discurso propio le ha valido una fuerte contestación interna que fue acallada por Albert Rivera en plena precampaña, cuando las encuestas volvían a apuntar a un auge de Cs a nivel nacional. El domingo se podría sentenciar también su futuro dentro de la formación.
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