Vox "ha cogido voto transversal" y un porcentaje del mismo "procede del PSOE", en concreto, dicen, un 14 por ciento. Así lo aseguran los "fontaneros" de Génova, el grupo de asesores de Pablo Casado que llevaban días cruzando datos de distintos sondeos, propios y ajenos, hasta la gran encuesta final, que fue la de este domingo. Si bien se tenía testado el daño que podía hacer al PP tanto por trasvase directo de voto como en el reparto posterior de restos, aunque el partido de Santiago Abascal no consiguiera representación, el mismo afecto, aunque en menor escala, parece haber tenido sobre el PSOE. Lo suficiente, en todo caso, para llevarle, por este y otros motivos, al peor resultado de su historia hasta el punto de ver comprometida su continuidad al frente del gobierno andaluz.
Los populares asumían que Vox les podía arrebatar un diputado por provincia hasta quedarse en 25 escaños como mucho, resultado que firmaban de antemano después de que muchos sondeos, entre ellos el del CIS, hablara de un descenso hasta los 20-22 escaños. Finalmente, fue uno más. Pero también ponían el acento en que en las anteriores elecciones andaluzas los socialistas habían conseguido cerca de cinco escaños en el proceso de reparto de restos, cosa que ahora, con la irrupción de una nueva fuerza política, podía ser más complicado.
El ejemplo de Cádiz
Cádiz es un buen ejemplo de ello. La provincia con más desempleo de España votaba izquierda, hasta ayer. Los 10 diputados que PSOE, Podemos e Izquierda Unida sumaban en 2015 se han convertido en 7 frente a los 8 que ahora tienen PP, Ciudadanos y Vox. Es decir, no sólo ha habido trasvase de voto en el bloque de la derecha sino, también, entre ambos bloques.
A fin de cuentas, Génova entiende que es una especie de justicia divina contra un PSOE al que acusan de haber estado "alimentando una y otra vez a Vox en detrimento del PP, pensando que no les iba a hacer daño la irrupción de una nueva fuerza política". También el PP usó en su día esa estrategia para engordar a Podemos frente a los socialistas. Caso paradigmático fue el de la campaña de la candidata al ayuntamiento de Madrid en 2015, Esperanza Aguirre, centrada en Manuela Carmena. Aguirre ganó, pero no lo suficiente como para sumar con Ciudadanos y Carmena se hizo con el bastón de mando de la ciudad.
No obstante, el PP todavía debe afinar su estrategia respecto al partido de Santiago Abascal, que ha pendulado entre la ignorancia hacia a estas siglas, pasando por el ataque y siguiendo por cierta complicidad en un intento por evitar sangría de votos. Ahora toca llamar a su puerta para intentar un cambio de gobierno en Andalucía, pero parece que los problemas van a venir más de la mano de Ciudadanos, que, por el momento, ha usado como huida hacia adelante la propuesta de presentar a su candidato, Juan Marín a la investidura, anuncio que fue tomado con cierta chanza en el cuartel general de los populares el domingo por la noche.
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