Valle de los Reyes, sur de Egipto, 1916. La Primera Guerra Mundial desangra Europa. El arqueólogo Howard Carter ha tenido que suspender las excavaciones en búsqueda de la tumba de Tutankhamon por el conflicto. Mientras espera se dedica a labores diplomáticas como traductor y espía para el gobierno británico.

“En el período entre las dos guerras Egipto era un centro de espionaje. Algunos arqueólogos se convirtieron en agentes encubierto para las potencias europeas porque conocían bien el territorio y las costumbres locales, hablaban el árabe y sabían cómo tratar con los poderes locales mejor que los oficiales”.



Faraón Rey de Egipto reúne una colección de objetos del antiguo Egipto en el CaixaForum de Madrid .“Es un recorrido a través de la vida y la sociedad del antiguo Egipto teniendo cuenta la figura del faraón. Una figura completa que reúne las características de soberano absoluto y divinidad”, Isabel Álvarez, educadora de CaixaForum. Recorremos la exposición con Nacho Ares, egiptólogo y divulgador. La exposición estará abierta hasta el 20 de enero.
Vídeo: G. M. Piantadosi | J. Domínguez

Nacho Ares, egiptólogo y conductor de Ser Historia, acaba de publicar Desenrollando momias (Espasa). Con este libro quiere acercar el gran público a los grandes arqueólogos que desenterraron el pasado y consiguieron reunir las piezas del gran puzzle del mundo antiguo, los verdaderos Indiana Jones.

Después de 200 años de investigación Egipto alberga aún muchos misterios

Otro arqueólogo que trabajó para los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial fue Lord Leonard Woolley. El descubridor del tesoro de la ciudad sumeria de Ur y el personaje que inspiró la novela Asesinato en Mesopotamia de Agatha Christie. En 1943 Woolley se convirtió en uno de los Monument Men, los historiadores y arqueólogos llamados a proteger el patrimonio cultural en las zonas de guerra.

Huellas del pasado

Más allá de Roma o de la antigua Grecia, es en Egipto y Oriente Medio donde los arqueólogos se enfrentaron al misterio de lo desconocido en condiciones ambientales extremas. El desierto del Sahara contenía inmensos tesoros pero también peligros sin precedentes para los europeos del siglo XIX.

Nacho Ares, egiptólogo y autor de "Desenrollando momias" (Espasa)

Nacho Ares, egiptólogo y autor de "Desenrollando momias" (Espasa) JAVIER DOMÍNGUEZ GARCÍA

Franceses, ingleses y alemanes fueron los primeros en arrojar luz sobre el misterio de los antiguos egipcios. Hasta entonces sólo se conocía lo que habían dejado escrito los autores clásicos como Heródoto. Todo cambió en 1922, cuando el francés Jean-Françoise Champollion consiguió descifrar el secreto del alfabeto jeroglífico sin moverse del tugurio donde vivía con su hermano en París.

“Los franceses tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de la arqueología moderna. El francés François Mariette puso las bases del servicio de antigüedades de Egipto y consiguió controlar el mercado negro de las piezas de expolio. Una obra que prosiguió con su alumno, Gaston Maspero, que creó diferentes museos a lo largo de Egipto”.

El libro de Ares reúne las aventuras de 15 arqueólogos a medio camino entre los despachos universitarios y la labor detectivesca tras las huellas de la historia. Después de 200 años de investigación Egipto alberga aún muchos misterios. “Queda todavía mucho por excavar y por descubrir. Hay ciudades que conocemos a través de los textos antiguos y que siguen perdidas y tumbas y templos de grandes soberanos que han desaparecido. En la planicie de Giza se ha excavado una quinta parte de todo lo que había debajo de las pirámides”, explica Ares. Preguntas que todavía no tienen respuesta.