Están depositadas en cada rincón, dispersas por casas, escuelas, bares e incluso algunas iglesias. A veces son sólo un puñado que el viento no termina de llevarse al olvido, en ocasiones una pequeña montaña que ansía seguir firme. Cenizas de gloria para unos pocos, de dolor para la mayoría y de fractura y división para todos. Las cenizas de ETA se han instalado definitivamente en Euskadi en este 2018. En realidad llevan décadas contaminando sus calles, sus familias, casi desde que su proyecto de rebelión antifranquista se transformó en proyecto de bombas, secuestros y amenazas.
Eso sucedió apenas nueve años después de que se fundara un 31 de julio de 1959. El 7 de junio de 1968 el asesinato de José Antonio Pardines inició la espiral terrorista que terminó en el legado de cenizas negras que hoy tenemos. Se han fabricado durante más de medio siglo, ceniza a ceniza.
La última cayó el pasado 3 de mayo, a las 14.00 horas, cuando la voz de uno de los terroristas más buscados de ETA, Josu Urrutikoetxea, ‘Josu Ternera’, y la de Marisol Iparragirre, ‘Anboto’, oficializaron ante la Fundación Henri Dunant en Ginebra (Suiza) el comunicado de disolución de la banda. Un día después, en la localidad vascofrancesa de Cambó, llegó la escenificación de la muerte de ETA.
No hubo funerales ni plegarias por ella. A los muertos de la muerte no se les reza. En este año que ahora se nos va sí hubo quien no dudó en despedir a ETA con agradecimientos en forma de pintadas y pancartas en decenas de pueblos vascos y navarros. Fue el primer episodio del proceso para edulcorar la historia y el relato que debe dejarse a futuras generaciones y cuyo pulso en busca de una verdad ya se libra.
No hubo funerales ni plegarias por ella. A los muertos de la muerte no se les reza"
En este 2018 que ahora concluye, el de la ETA postmortem, las cenizas de la banda se han avivado. Lo han hecho con gestos como la inauguración de la escultura "Arbolaren Egia", (La verdad del árbol) con la que el escultor Koldobika Jauregi pretendía simbolizar el final de ETA y que tras su instalación en abril pasado en Bayona fue retirada. La polémica suscitada, fundamentalmente por representar el hacha, símbolo del anagrama de ETA, invertida hizo que nunca más se haya sabido de su suerte.
Pero la movillizacion en el tiempo sin ETA se ha intensificado en ambos lados. Las víctimas para que el deseo de olvido no lleve a pasar página sin resolver ni hacer la justicia requerida a medio siglo de crímenes. El entorno de la izquierda abertzale también se ha movido intensamente en estos doce meses pero para que la sociedad se apresure a olvidar y acceda a aliviar a los militantes de ETA la carga de sus abultadas condenas de prisión.
Acercamiento de etarras. Y entre ellos, la clase política vasca ha vuelto a aparecer dividida en su empeño por promover un nuevo tiempo de convivencia entre unos y otros. Lo ha hecho caminando por terrenos resbaladizos. Muestra de ello es la última polémica en torno a la imagen de la líder del PSE, Idoia Mendia, junto a Arnaldo Otegi recreando, brindis incluido, una fraternal cena de Nochebuena y que ha precipitado la renuncia de militancia del PSE de José María Múgica, hijo de Enrique Mugica, asesinado por ETA en 1996.
En realidad el año de las cenizas de ETA comenzó fuera de España. En enero el Gobierno francés accedió a acercar a presos de la banda que no tuvieran delitos de sangre a las prisiones de Lanemezan y Mont de Marsan, las más próximas a Euskadi. Francia ha asegurado que tal concesión no la aplicará a los jefes de ETA que cumplen condena en sus cárceles.
Este año se ha activado el acercamiento de etarras al País Vasco. La medida ha beneficiado a una docena de presos
En España faltaban aún ocho meses, una moción de censura y un cambio de Gobierno para que se secundara el acercamiento de etarras. El nuevo ministro del Interior, el juez Fernando Grande Marlaska, gran conocedor de la realidad de los presos de la banda, accedió a imitar a Macrón. En agosto pasado el Ejecutivo acercó a los dos primeros presos de ETA, Kepa Arronategi -que padece una enfermedad mental- desde Almería a la prisión de Zuera (Zaragoza) y a Marta Igarriz, de Castellón a Logroño. Desde entonces los traslados a centros penitenciarios próximos al País Vasco se han sucedido hasta rondar ya mas de una docena.
Etarras homenajeados. El siguiente gesto que en este tiempo de cenizas prepara el Gobierno es el carcelario. El Ejecutivo trabaja ya en la cesión de la gestión de las cárceles vascas al Gobierno de Iñigo Urkullu. Una medida que a corto plazo podría suponer que la Administración vasca gestionará el cumplimiento de penas de miembros de ETA, aunque siempre aplicando la ley penitenciaria española.
Doce meses en los que el goteo de salida de prisión de decenas de presos de ETA por cumplimiento de sus condenas ha sido incesante. El colectivo de presos de la banda, ‘Kalera, Kalera’ cifra en 264 los etarras que siguen cumpliendo condena en alguna cárcel española o francesa. En 2018 han salido en libertad un elevado número de etarras que se ha traducido en 62 homenajes -según el Observatorio de Radicalización de Covite-. El caso más llamativo fue el protagonizado por un histórico de ETA, Santiago Arrospide Sarasola, ‘Santi Potros’, quien el 5 de agosto pasado quedó libre tras 31 años de prisión.
ETA justificó su desaparición asegurando que nació del pueblo y en él se "diluía"
ETA se disolvió sin querer reconocer su derrota, asegurando en su comunicado final que “nació del pueblo y en él se disolvía”. En estos meses llegó incluso a emitir un comunicado en el que reconocía su trayectoria criminal. Lo hacía el 8 de abril pasado justificando sus atentados como una reacción a la opresión franquista y pidiendo perdón sólo por las muertes ocasionadas como “daño colateral” de sus acciones. El balance de su dolorosa historia lo hacía cuantificando muertos, asesinados: 758 víctimas y 2.606 atentados.
'Contabilidad mortal'. Una contabilidad mortal que difiere sobremanera de la que hacen las víctimas. La AVT reconoce 853 muertes provocadas por ETA, de las que más de un tercio siguen sin autor material reconocido y condenado. En 2018 uno de los avances de mayor valor para el colectivo de víctimas ha sido la creación de una oficina especial en la Fiscalía de la Audiencia Nacional para investigar casos sin resolver. El fiscal designado, Marcelo de Azcárraga, tiene ya sobre la mesa el informe de la AVT que concluye que existen 307 casos documentados de asesinatos de ETA que aún no han sido resueltos por la Justicia.
La Audiencia Nacional ha creado por primera vez una fiscalía para casos de ETA sin resolver, 307 según la AVT
Azcárraga incluso tiene el documento elaborado por otra asociación, Covite, en el que cuestiona la Justicia impartida hasta ahora por los tribunales españoles en la lucha contra ETA. El Colectivo de Víctimas de ETA, tras revisar cientos de sentencias emitidas por los tribunales relacionados con ETA, concluye que el 93% de las sentencias están incompletas. Apuntan que en la inmensa mayoría de los casos que se dan por resueltos no es así, ya que en nueve de cada diez casos no se han resuelto de modo completo: o no se ha condenado a los autores materiales, a los colaboradores o a alguno de los autores materiales.
Para esta ingente tarea que le espera a la Fiscalía de la Audiencia Nacional puede ser útil, aunque de modo limitado, el valioso material incautado a ETA entregado este año por Francia --escenificado en una cumbre bilateral en La Moncloa-.
Regreso de los huidos. Hace apenas dos semanas 2018 incorporaba un avance significativo en la gestión de las cenizas de ETA. Lo hacía en Estrasburgo, donde la Cámara europea aprobaba un informe de propuestas en la lucha contra la amenaza terrorista, fundamentalmente de carácter yihadista, pero que incluía un amplio catálogo de recomendaciones de tratamiento y apoyo a las víctimas del terrorismo. Entre esas medidas se instaba a los Estados de la UE a prohibir los homenajes a terroristas para evitar la “humillación” de las víctimas. Por el momento, los 'ongi etorris' en Euskadi y Navarra han continuado.
También las muestras de apoyo a los presos. Las manifestaciones en iniciativas impulsadas desde el entorno afín a la izquierda abertzale no sólo no han cesado sino que se han intensificado. Y no sólo en lo referente a los reclusos encarcelados. Las campañas se han extendido a facilitar el regreso de los huidos, “los exiliados” según la terminología de EH Bildu, y que en algunos casos ya han retornado al País Vasco entre homenajes y reconocimientos una vez prescritos sus delitos.
En 2018 el Parlamento Europeo ha instado a los Estados a prohibir los homenajes a terroristas.
El último aliento de apoyo a los etarras encarcelados se produjo el pasado viernes y este sábado en Pamplona, donde la reproducción de una celda carcelaria para “sensibilizar” sobre la situación de los presos de ETA provocó la indignación y concentración de las víctimas del terrorismo. En sólo dos semanas ya está programado otro evento, en este caso en Bilbao, donde se celebrará una marcha multitudinaria en apoyo a los etarras encarcelados.
Pedir perdón. 2018 también será recordado por ser el año en el que algunos pidieron perdón. Incluso ETA lo hizo a su manera, limitándolo sólo a sus ‘víctimas colaterales’. También la Iglesia lo hizo. En abril pasado un comunicado suscrito por los obispos vascos, navarros y de Bayona pedía “sinceramente perdón” por sus “complicidades, ambigüedades y omisiones” durante los años de violencia etarra”.
La Iglesia vasca y navarra pidió perdón por sus "complicidades, ambigüedades y omisiones" durante años
En el entorno de la izquierda abertzale los gestos de reconocimiento del daño causado o incluso de afirmar que matar estuvo mal y fue injusto -como el lehendakari Iñigo Urkullu viene reclamando desde hace años a la izquierda abertzale- siguen siendo casi inexistentes. Una de las excepciones volvió a protagonizarla el alcalde de Rentería, Julen Mendoza. El primer edil de uno de los municipios que otrora fue bastión radical ha vuelto a dar ejemplo este año a los suyos. Lo ha hecho impulsando el recuerdo a la memoria de una víctima de ETA, Antonio Cedillo Toscano, asesinado en el Alto de Perurena (Rentería) en 1982. El abrazo con su hijo, José Miguel Cedillo, ante el olivo traído desde Sevilla en su memoria en el lugar en el que fue tiroteado junto a otro cuatro policías es aún hoy una excepción en EH Bildu.
Una formación que también este año ha recibido buenas noticias por parte de las instituciones europeas. Su líder, Arnaldo Otegi, junto al resto de condenados por el ‘caso Bateragune’, vieron cómo el Tribunal Europeo de Derechoso Humanos sentenciaba que no tuvieron un juicio justo y abría así la puerta a reconsiderar la condena. La de privación de libertad ya está cumplida, no así la de inhabilitación que se le impuso a Otegi y que se prolongaba hasta 2021. Una sentencia que ya le impidió optar a lehendakari en las últimas elecciones autonómicas y que podría quedar anulada de cara a la próxima cita autonómica.
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