Política

Albert Rivera, entre la espada y la pared

Vox le exige una reunión para que haya cambio en Andalucía mientras Manuel Valls insiste en el cordón sanitario

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. | EFE

Vox ha puesto precio al cambio político en Andalucía: una negociación con PP y con Ciudadanos sobre las políticas que pondrán en marcha en el nuevo Gobierno andaluz. El PP está dispuesto a pagarlo, consciente de la proyección electoral a nivel nacional que significa tener a su favor a la comunidad más poblada de España. El PSOE siempre ha basado su grandes victorias electorales nacionales en Cataluña y Andalucía, sus antiguos graneros de voto. La oportunidad de que la comunidad se tiña de azul gracias a una buena gestión del PP es un trampolín de valor incalculable para el partido de Pablo Casado, que sigue cayendo en las encuestas. Pero Ciudadanos tiene dudas.

El partido de Albert Rivera, que apuesta por el centro político, se siente incómodo en una alianza con Vox que le sitúe más a la derecha del tablero. Dentro de Ciudadanos se multiplican las voces que advierten sobre la ultraderecha y abogan por establecer un 'cordón sanitario' en torno al partido de Santiago Abascal. Vox no hace más que poner piedras a una posibilidad de entendimiento con Cs y Rivera tiene que sopesar la situación: ¿Merece el cambio político en Andalucía ese precio? ¿Entendería el potente electorado andaluz que se frustrara esa oportunidad? El PSOE, el PP, Podemos e IU se mantienen a la espera de su decisión.

No lo tiene fácil. Por un lado, el candidato de Cs en Barcelona, Manuel Valls, sigue marcando perfil propio en la organización con su cruzada personal contra la ultraderecha. En un artículo en El País este sábado, el ex primer ministro francés critica la "irresponsabilidad" del PSOE y del PP en la "subida de la extrema derecha" y propone como alternativa un gran pacto de Estado entre ambos partidos y Ciudadanos para no "dejar espacios a los populistas".

"La respuesta al desafío que plantea la extrema derecha es la cooperación", asegura en un artículo de opinión que firma junto al exdiputado del PSOE en Madrid y profesor de Derecho mercantil César Giner. En plena negociación para formar Gobierno en Andalucía, el gran fichaje de Cs afirma que "socialistas, conservadores y liberales (Cs) no pueden dejar espacios a los populistas, de izquierdas y de derechas, y a los nacionalistas irredentos".

Con el objetivo de aislar a Podemos y a Vox, Valls sugiere que los tres grandes partidos constitucionalistas propongan un pacto de estado, "a imagen de los Pactos de la Moncloa" firmados en 1977, con varios ejes como son Europa, la Constitución, la inmigración y Cataluña."Esta solución reclama generosidad, responsabilidad y sentido de Estado", añade Valls, que confía en que este pacto se materialice en Andalucía y se amplíe después en todo el Estado.

A romper con Vox también le invita el propio partido de Santiago Abascal, que ha situado en el centro de su diana a Ciudadanos, al que llama "la veleta naranja". Sus ataques hacia Cs aumentan cada día dificultando el entendimiento necesario para un acuerdo en Andalucía. "Ciudadanos y PP han cerrado un pacto para repartirse los sillones de la Junta de Andalucía. Lo que ocurre es que no tienen mayoría suficiente para sostener ese pacto. Cualquier persona sensata entiende que, para conseguir los votos que les faltan, tendrán que negociar con otro", asegura el último comunicado de Vox sobre Andalucía.

"Sucede que, lejos de cualquier talante negociador, Vox sólo ha recibido insultos, menosprecios, y la amenaza permanente de “cordones sanitarios”, lamenta la formación, que acusa a los medios de comunicación de "manipular nuestra postura a favor de la libertad y de la igualdad, y en contra del feminismo supremacista y el totalitarismo de género, llegando a proferir las más aberrantes descalificaciones, como la de que Vox apoya la violencia contra las mujeres. Es decir, han asumido el infame discurso de Susana Díaz que afirmó que justificábamos la violencia contra la mujer y amparábamos a maltratadores",  lamenta.

"Cuando la veleta vuelva a girar, nos encontrará en el mismo sitio: dispuestos a apoyar un cambio real en Andalucía. Pero si mantienen su negativa a escuchar a 400.000 andaluces, tendrán que entender que nosotros, muy al contrario, somos incapaces de traicionar a nuestros votantes", asegura, mientras la presión aumenta sobre Ciudadanos. El PSOE andaluz ha visto en esta fricción una posibilidad de frenar el cambio político y no la va a dejar pasar.

Con este objetivo, mujeres dirigentes socialistas apelan directamente a Albert Rivera para pedirle que "no cambie la seguridad de las mujeres en Andalucía por sillones de mando", mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovecha para amenazar al nonato Gobierno de cambio con utilizar todos los mecanismos a su alcance para "proteger a las mujeres".

"Vox está convulsionando España con la brecha en igualdad que cuestiona todos los avances en materia de violencia de género", ha denunciado la socialista Soledad Pérez, que ha advertido a Rivera de que espera que "no se cambie ni una sola coma de los derechos adquiridos por las mujeres con respecto a su protección en violencia de género".

Cuando Vox puso sobre la mesa sus exigencias en materia de violencia de género, Albert Rivera salió a la palestra para proclamar que "la igualdad y la libertad no se negocian". "Luchar contra la violencia machista con recursos y medidas para que nadie abuse de una mujer no es una opción, es una obligación para todos", aseguró el 2 de enero en la red social Twitter. Días antes, una de sus diputadas, Marta Bosquet, logró la presidencia del Parlamento de Andalucía tras una pequeña cesión a las exigencias de Vox: pedirles el voto para su elección.

A diez días de la votación de investidura del nuevo presidente de la comunidad, ambos partidos tensan la cuerda a la espera de que sea el otro quien ceda y nadie descarta la repetición electoral. En medio de la vorágine, la dirección de Cs en Andalucía, consciente de lo que está en riesgo, intenta apaciguar las posturas y asegura que no tiene ningún inconveniente en sentarse a conversar con el líder de Vox en la comunidad, Francisco Serrano. Pero esa buena voluntad quizás no sea suficiente para garantizar el acuerdo en el difícil ensayo de la nueva mayoría de derechas surgida en España el 2 de diciembre.

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