La difusión de las grabaciones del espionaje masivo encargado por el BBVA al comisario José Manuel Villarejo han dejado en posición muy comprometida al presidente de honor de la entidad, Francisco González (FG).
El Banco de España y el Banco Central Europeo ven la situación con preocupación porque, aunque no se haya producido ninguna repercusión ni el la solvencia, ni en la salida de depósitos, ni en la evolución de la cotización de sus acciones, sí que se ha causado un daño de reputación que el BBVA tiene que solventar cuanto antes, como advirtió el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos.
FG podría haber optado por presentar su dimisión para evitar que las filtraciones perjudicaran aún más al banco, pero ha decidido resistir. De hecho, todo lo que ha hecho el presidente del BBVA desde el pasado mes de junio ha sido prepararse para el tsunami que se le venía encima.
Tras la detención de Villarejo (3 de noviembre de 2017) y la aparición de las primeras filtraciones sobre las relaciones entre Corinna Larsen y el Rey emérito las luces rojas se encendieron en el edificio de La Vela (sede del BBVA). FG encargó una investigación interna a los servicios jurídicos, pero durante la primera etapa dependió de una persona de su máxima confianza, Joaquín Gortari, que fue su jefe de gabinete y que después fue nombrado responsable de auditoría interna. Posteriormente, dicha investigación fue asumida por PwC.
La investigación tenía un objetivo claro: descubrir si había algún rastro de que los métodos utilizados por Villarejo -pinchazos, seguimientos, etc.- eran conocidos por FG. Durante los años en los que se produjeron los hechos (2004 y 2005) la relación con el comisario estuvo a cargo del jefe de seguridad del banco, Julio Corrochano, quien, a su vez, transmitía los informes escritos por el policía/espía al presidente de la entidad.
El segundo paso que dio FG para blindarse de posibles filtraciones fue adelantar en un año su dimisión como presidente ejecutivo del BBVA, cosa que hizo para sorpresa de todo el mundo el pasado 20 de diciembre. Como presidente de honor, el BCE no puede tomar ninguna decisión de obligado cumplimiento, sino tan sólo hacer "recomendaciones" para que el consejo actúe.
Está convencido de que no existe ninguna prueba que demuestre que él autorizara los métodos de Villarejo para llevar a cabo el expionaje masivo
Posteriormente, el BBVA ha encargado sendos informes forenses a PwC, Garrigues y Uría, con el fin de aclarar la relación entre el banco y las empresas del comisario: los trabajos que se le encargaron, las facturas, los correos electrónicos, etc.
Según fuentes internas bien informadas, hasta ahora no ha aparecido ningún documento que pruebe que FG conocía el modus operandi de Villarejo. Naturalmente, conocía la información que se obtuvo mediante unos métodos de muy dudosa legalidad, pero no hay nada que pruebe que los autorizara.
Gracias al espionaje masivo realizado por las empresas de Villarejo (probablemente con la colaboración de terceros), FG supo que la operación de asalto al BBVA liderada por Sacyr (Luis del Rivero) contaba con el apoyo y cobertura del gobierno de Rodríguez Zapatero, incluyendo al jefe de la Oficina Económica de Moncloa (Miguel Sebastián), e incluso a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.
Pero la marca Villarejo convirtió el escándalo de la intromisión del gobierno en una empresa privada en un boomerang que ha concluido por afectar a la credibilidad y trayectoria de FG.
El presidente de honor del BBVA ha hecho saber a sus allegados que su decisión es la de resistir y defenderse: "Dimitir ahora sería reconocer que hemos hecho algo mal", ha dicho.
Por su parte, el nuevo presidente, Carlos Torres Vila, ha optado por la prudencia. Espera a que los informes forenses estén concluidos para tomar una decisión: si hubiera algo que demostrase que FG sabía de las actividades de Villarejo propondría la salida del banco del que fuera su jefe y promotor.
Sin embargo, eso parece poco probable... por el momento. FG cuenta con los servicios jurídicos del banco para su defensa y, sobre todo, con su determinación de batallar hasta el final. "Cualquiera que conozca al presidente del BBVA, sabe que no es hombre que tire fácilmente la toalla y él ahora está convencido de que puede ganar la batalla de su honorabilidad", señala un ejecutivo.
Para Torres la situación es ciertamente incómoda. No sólo porque FG le elevó a la presidencia del banco, sino porque uno de sus hombres de confianza, Ricardo Forcano, fue director de recursos humanos y medios (dirección de la que dependía Corrochano) durante año y medio, en los que el BBVA pagó las últimas facturas de un bloque que suma más de cinco millones de euros a las empresas de Villarejo.
Las espadas están, pues, en alto. Existen todavía documentos de Villarejo relacionados con el BBVA que no han sido difundidos. El BCE y el Banco de España tienen a la entidad bajo la lupa. Algunos miembros del consejo piensan que sería mejor cortar por lo sano. Pero FG cree que puede ganar, que no hay nada que demuestre una posible responsabilidad con efectos civiles o penales. Para contraatacar no sólo cuenta con asesoramiento legal, sino que también ha buscado asesoramiento para afrontar la disputa en la opinión pública, que es donde, finalmente, se dirime la credibilidad.
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