El presidente del Gobierno ha agitado este lunes el miedo a que el PP llegue al Gobierno tras las elecciones del 28 de abril y aumente la crispación política y el enfrentamiento político con Cataluña. "He escuchado al líder de la oposición decir que quiere un 155 perpetuo y a nivel nacional, que suponga la recentralización de las políticas del estado autonómico", ha asegurado en una entrevista con el Telediario de TVE.
Para situarse en el centro del tablero político, dentro de la moderación, Pedro Sánchez ha defendido la aplicación del artículo de la Constitución que realizó el Gobierno de Mariano Rajoy de forma suavizada. "Fue un acierto que se tratara de un 155 proporcional al desafío", ha afirmado, explicando que la legitimidad democrática que suponía que el PP tuviera la mayoría absoluta en el Senado no se traduce en una legitimidad "social" porque la mayoría de los españoles no aprobarían una medida más severa.
"¿Puede entenderse ahora un 155 en Cataluña cuando no han cometido ilegalidad?", se ha preguntado Sánchez, que ha defendido que las respuestas del estado deben ser proporcionales a los desafíos que planteen los independentistas. Por ese motivo, el anuncio de Pablo Casado (PP) de aplicar un nuevo 155 de forma indefinida si llega al Gobierno tras las elecciones sólo sirve para "echar más gasolina" de forma "irresponsable" al "incendio " en Cataluña, según el presidente.
Sánchez ha negado que alcanzara pactos secretos con los independentistas a cambio de su apoyo en la moción de censura que le llevó a la Moncloa o de que aprobaran los Presupuestos. "El independentismo tiene pavor a sentarse a dialogar", ha asegurado. En esa línea, el presidente ha recordado el mensaje de Gabriel Rufián en redes sociales acusando a Carles Puigdemont de venderse por 155 monedas de plata que impidió que el entonces presidente de la Generalitat renunciase a la declaración de independencia y convocase elecciones. "Esa actitud hace que estén absolutamente bloqueados" y no quieran dialogar para no admitir que "la independencia no es posible" y que "han engañado" a su electorado, según Sánchez.
El jefe del Ejecutivo ha insistido en desvincularse de PDeCAT y ERC en el Congreso hasta el punto de recordar que los 20 reales decretos convalidados en la Cámara han contado también con el apoyo de PP y Ciudadanos, situando al PSOE en la centralidad política. "Hemos gobernado con una minoría parlamentari de 84 diputados a base de tejer muchas alianzas, también con PP y Cs. Hemos gobernado para la mayoría con independencia de quién haya votado esas medidas. Nosotros lo que hemos hecho semanalmente ha sido pactar a la derecha y a la izquierda", se ha congratulado.
En esa línea, ha llegado a "impugnar" que existiera un "bloque de la moción de censura" en el Congreso. "Discrepo de ese calificativo", ha asegurado ante las incisivas preguntas de Carlos Franganillo. "Si hubiesen votado que no a la moción de censura en junio, ¿eso habría significado que Rajoy había pactado con los independentistas. Nunca ha habido un acuerdo con ellos", ha reiterado, para insistir en que la única motivación de la moción fue depurar responsabilidades políticas tras la sentencia del caso Gürtel.
Con esta argumentación, Sánchez prepara el terreno para una nueva coalición de gobierno tras los próximos comicios más cómoda para los socialistas que la difícil negociación con Podemos y los independentistas que han mantenido estos ocho meses. "Lo que necesita el país es unirse", ha asegurado el presidente, para invitar a los partidos constitucionalistas a afrontar juntos los grandes retos en materia de educación, pensiones, empleo, cambio climático e igualdad, entre otros.… "Para eso necesitamos reforzar los lazos colectivos" en vez del establecimiento de cordones sanitarios como el que ha defendido Ciudadanos frente al PSOE de Pedro Sánchez, con el que asegura que no pactará. "Yo defiendo la unidad de España y no enfrentar a españoles, eso es lo que vemos en derechas. Tienen una visión muy estrecha de la Constitución", ha lamentado.
Centralidad
Tras las elecciones generales de abril y las autonómicas, municipales y europeas de mayo, el PSOE desea iniciar una negociación global con Ciudadanos que podría incluir contrapartidas de apoyo mutuo, como facilitar alcaldías para Ciudadanos a cambio de respaldo en investiduras autonómicas y la proclamación de Pedro Sánchez como presidente. Entrarían en juego así acuerdos en Madrid capital, en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Barcelona, entre otros, que podrían llevar a candidatos de Ciudadanos por primera vez a formar gobiernos. Se trataría de un “replanteamiento general” que situase a Albert Rivera contra las cuerdas y le forzarse a desdecirse de sus promesas y terminar pactando con el PSOE de Pedro Sánchez.
Fuentes del entorno del presidente explican esta estrategia, para la que es necesaria que se cumplan dos condiciones: que el PSOE sea la fuerza más votada y que PP, Ciudadanos y Vox no sumen una clara mayoría en el Congreso de los Diputados. Para que se produzcan se ha convocado las elecciones lo antes posible, aprovechando la foto de la ruptura del Gobierno con los independentistas y la imagen de los líderes de esos tres partidos juntos en una manifestación contra Pedro Sánchez. En el PSOE vaticinan que el presidente logrará rebasar la cifra de 110 escaños que logró Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 y que cayó a 84 en 2016 con Sánchez como cabeza de cartel.
El centro político es el espacio de las grandes victorias electorales y Sánchez entiende que ahora está a su alcance. Al discurso en contra de las “tres derechas” que Podemos y el PSOE han activado se suman otros argumentos. El presidente apuesta por no disputar esa batalla sólo en el campo ideológico, sino también en el de los valores, como ocurrió en las primarias y en la moción de censura, ambas de forma exitosa para Sánchez. En este caso, el candidato socialista se presentará como el líder de la moderación en contraste con el “frentismo” del que acusa a PP, Cs y Vox, a los que señala como instigadores del enfrentamiento, la crispación y la mano dura contra Cataluña.
Una vez recuperado ese suelo psicológico de votos, los socialistas confían en que el reparto de escaños que realiza la ley electoral perjudique a la alianza de las derechas, al impedir que los votos disgregados de Vox por las provincias consigan sumar un escaño y se pierdan en el camino, evitando así la recuperación electoral del PP. Por ejemplo, en las elecciones municipales de 2015 en Madrid Vox no logró ningún concejal, pero sus votos fueron decisivos para que Manuela Carmena llegara a la Alcaldía. Esperanza Aguirre (PP) ganó los comicios con 563.292 votos y 21 ediles que sumados a los siete de Ciudadanos no alcanzaba la mayoría absoluta frete a los 20 logrados por Carmena y los 9 del PSOE. Por su parte, Vox logró 9.843 sufragios que evitaron el concejal número 22 del PP a costa de que Ahora Madrid se quedara con 19. A esa experiencia apela ahora el PP para pedir el voto útil frente a Vox.
Los socialista también confían en darle la vuelta al Senado, donde el PP mantiene ahora una mayoría absoluta que sirve de candado para decisiones relevantes como la aprobación de la senda de estabilidad del déficit o de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. La representación en la Cámara Alta premia con más escaños al partido más votado, que según las encuestas sería el PSOE, que podría liderar una nueva mayoría en el Senado impidiendo que los populares lo utilicen como contrapeso al Congreso como han venido haciendo estos ocho meses desde la llegada de Sánchez a la Moncloa.
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