Los resultados revelan que esta vez no ha salido bien. En el PNV en público lo minimizan y niegan que la 'operación Sánchez' haya sido ruinosa. Pero lo cierto es que han comenzado a hacer balance de daños del apoyo dado al presidente de Gobierno hace apenas nueve meses y el resultado es paupérrimo cuando no con ciertos costes. La decisión de convocar elecciones anticipadas no ha gustado en Sabin Etxea, “ha pensado más en su interés personal y partidista”, dicen, y ha ignorado a quienes no sólo le apoyaban y rechazaban un adelanto de los comicios, sino que le ofrecían “tiempo” para consolidar el cambio. Y en el caso de los nacionalistas vascos el malestar se cuantifica ya en forma de millones y competencias que quedan en el aire y en un agravamiento del escenario político evidente.
El saldo de girar el pulgar hacia abajo a Rajoy y aupar a Sánchez, para que finalmente sólo aguante unos meses en el poder, ha supuesto sembrar la incertidumbre sobre millones de euros en inversiones que se habían comprometido para Euskadi, relegar al cajón una treintena de competencias consensuadas y legar una interlocución política del PNV mucho más debilitada en Madrid. A ello se suma un escenario político en España más complejo, polarizado y perjudicial para los intereses de los nacionalistas vascos que antes de la moción de censura del 31 de mayo pasado. La preocupación no pasa tanto por los votos, donde todo apunta a que el PNV mantendrá o incluso mejorará su respaldo en la sociedad vasca, sino en el impacto cuantitativo que pueda tener el 28-A para “los intereses de Euskadi” y en la imagen del PNV en Madrid.
El adelanto electoral no ha gustado en el PNV. Deja en el aire millones en inversiones y decenas de transferencias comprometidas
La apuesta por sostener a Sánchez que los nacionalistas han hecho ha sido evidente, incluso casi solitaria, en el último tramo de la legislatura. Fueron los primeros, junto a Podemos, en anunciar su apoyo a las cuentas. El argumento de la “estabilidad” como bien necesario ha ido acercando al partido y al Gobierno, a Urkullu y a Sánchez. Una sintonía que se reforzaba al mismo tiempo que se agrandaba la distancia con el PP, Cs y Vox.
Pero en los últimos días las manos tendidas, las buenas palabras y el acercamiento del PNV al Gobierno socialista se han convertido en decepción. El PNV llegó casi a suplicar al presidente Sánchez que se sobrepusiera a la presión del independentismo catalán y que siguiera gobernando incluso sin presupuestos aprobados. Lo intentó hasta el último minuto. Una entrega que se entiende más por un temor a la alternativa que pudiera devenir a relevo en la Moncloa más que por una plena sintonía con la gestión de Sánchez.
El "peor negocio"
El presidente del PP en el País Vasco, Alfonso Alonso, expresó la semana pasada lo que algunas voces del PNV verbalizan en privado. El líder de los populares aseguró que el PNV “ha hecho el peor negocio de su historia” con el respaldo dado a Sánchez para apoyar un Gobierno que apenas durará diez meses y que deja tras de sí pocos logros y mucho desgaste. Si semanas antes de la moción de censura contra Rajoy, allá por mayo de 2018, lo que inquietaba en los despachos de Sabin Etxea era un repunte de Ciudadanos que derechizara más al PP, ocho meses y medio después, el vértigo ya no se viste de naranja sino de verde: Vox.
Ante el riesgo de un cambio radical en España, el PNV seguirá exprimiendo a Sánchez y su Gobierno, al menos lo intentará. Ya le ha urgido a no cejar en su acción de gobierno hasta el 28 de abril y siga tomando decisiones, entre ellas, las pactadas con ellos: las inversiones pendientes y las transferencias prometidas. Los nacionalistas recuerdan que se ha logrado la cesión de dos transferencias -ya comprometidas con el PP- y que un Gobierno reconozca una treintena de materas pendientes, documento que creen que comprometerá a futuros gobiernos. Por ahora, el PP ya ha comenzado a elevar la presión para que el Gobierno frene la cesión de competencias al país Vasco. El senador del PP, Iñaki Oyarzabal lo reclamar en la Cámara Alta esta semana.
La toalla que ahora ha arrojado Sánchez en su carrera de obstáculos y resistencia deja en el aire nada menos que más de 300 millones en inversiones pendientes de ejecutar en el País Vasco. Se trata de inversiones aprobadas por Rajoy y que el Gobierno socialista se comprometió a ejecutar y que el adelanto electoral lo complica sobremanera. en el PNV confían en que al tratarse de compromisos plurianuales en muchos casos no se vean afectados ante un posible cambio de Gobierno.
El PP y Ciudadanos se han mostrado en contra de ceder prisiones a Euskadi, el gran compromiso arrancado por el PNV a Sánchez
De los 509 millones incluidos en las cuentas de 2018, -las últimas de Rajoy-, apenas se ha ejecutado una tercera parte. En su mayoría se trataría de inversiones relativas al Tren de Alta Velocidad (TAV) vasco, en el que estaban comprometidos algo menos de 300 millones. Ahora gran parte pueden no sólo desbaratarse, sino retrasarse aún más y con ello demorar los plazos ya de por sí ampliados de la llamada ‘Y’ vasca. Uno de los últimos enfrentamientos entre el Gobierno vasco y el central fue precisamente las dudas en torno a la culminación del proyecto en 2023.
No será el único proyecto con millones de inversión congelados. Cuando el PNV insistía a Sánchez en cumplir primero lo pactado con el PP y abordar después el presupuesto de 2019 también se refería a actuaciones en otras infraestructuras clave. Siguen pendientes gran parte de las inversiones en el Puerto de Bilbao y en el de Pasaia (64 millones), la aportación por compensación de la factura eléctrica a la industria vasca (40 millones), inversiones en I+D+i o partidas a la Fuente de Espalación de Neutrones (10 millones).
Pérdida de interlocución
La inquietud económica ni siquiera es la más grave. En el balance de daños que ahora hace la formación de Andoni Ortuzar de su apoyo a Sánchez pesa más el objetivo que ya tocaban con los dedos; el casi cumplimiento del Estatuto de Gernika que Sánchez les había prometido. Tenía incluso calendario y plazos. En enero de 2020 los nacionalistas habían acordado tener 33 nuevas materias transferidas, prisiones incluida. Ahora todo queda en el aire, a expensas de la continuidad de Sánchez en el poder, y bajo la amenaza de ser un sueño que un día estuvo a punto de cumplirse.
Hasta ahora el Ejecutivo ha transferido competencias menores, como la relativa a varias líneas ferroviarias y a un tramo de autopista y ha remitido los informes para comenzar a negociar otras dos referidas a productos farmacéuticos y ferrocarriles. Pero el grueso del plan que el PNV ansiaba cumplir sigue pendiente. El viernes el portavoz del Partido en el Congreso, Aitor Esteban le urgía a Sánchez a no bajar el ritmo y seguir trabajando para acordar más materias, “hay tiempo hasta el 28 de abril”. La cuestión más espinosa, y considerada prioritaria por el Gobierno de Urkullu, no dará tiempo a tratarla. El calendario dejaba para el final, a partir de julio, la negociación sobre la gestión de las prisiones.
La 'operación Sánchez' deja en el PNV un saldo de puentes rotos con el PP, dañados con el independentismo catalán e imposibles con Cs y Vox
Junto a lo económico y lo competencial, los nacionalistas estaban satisfechos con los avances que en materia de política penitenciaria había dado el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska. El traslado de presos de ETA a cárceles próximas a Euskadi y, sobre todo, su posición crítica con el mantenimiento de la política de dispersión, permitía albergar esperanzas fundadas de un paso que el PNV considera esencial para la convivencia en Euskadi. El miedo ahora es que un relevo en el ministerio frene en seco los acercamientos y mantenga la dispersión.
El saldo de años también incluye puentes rotos, más fuera que dentro de Euskadi. El 1 de junio el PNV certificó la ruptura con el PP, que aún tilda de traición el apoyo a Sánchez para derrocar a Rajoy. Pero no es el único. La distancia profunda con Ciudadanos se ha hecho aún mayor y con Vox es simplemente sideral. La interlocución con Podemos tampoco atraviesa su mejor momento y en Euskadi es hoy estéril. Y lo que es peor, la decepción con el PSOE, su socio de Gobierno, ya no se oculta.
"Aplazar soluciones"
Lo expresó abiertamente el propio lehendakari Iñigo Urkullu a través de las redes sociales horas después de la comparecencia de Sánchez para anunciar el adelanto electoral: “Sólo sirve para aplazar las soluciones”. Le reprochó no haber intentado seguir gobernando pese a no tener presupuestos. También no haber sabido engrasar mejor la interlocución y la búsqueda de acuerdos. “Con el debido respeto”, le dijo, “si alguien sabe lo que supone gobernar en minoría” y “es consciente de la realidad de la minoría de Gobierno soy yo como lehendakari”, le recordaba.
El lehendakari llegó a afear a Sánchez no seguir gobernando, el adelanto electoral "sólo aplaza las soluciones"
Y los puentes con el independentismo catalán, al que culpan de la caída del Gobierno y de no haber sabido ver que la alternativa a la que se abre ahora la puerta es peor para Euskadi y Cataluña, tampoco son lo firmes que se puede esperar.
Hacía tiempo que en este contexto temían el adelanto electoral y por eso hace semanas que engrasaron su compleja máquina. En el PNV dicen estar “Preparados” (“Prest”, en euskera) y así lo afirman en su lema electoral. Lo están en sus listas para las europeas, municipales, forales y generales a las que en el plazo de un mes concurrirán entre el 28 de abril y el 26 de mayo. Saben que en Euskadi el impacto del fracaso del Gobierno Sánchez será limitado, que las mayorías que anuncian las encuestas de modo continuado les aseguran conservar el control de las principales alcaldías en Euskadi y su peso en el Congreso y Senado.
Para lo que no estaban preparados era para hacerlo en un contexto político y social como el actual y que no imaginaron cuando giraron el pulgar para desbancar a Rajoy. Los 10 meses de la legislatura de Sánchez concluirán con la peor pesadilla de los nacionalistas vascos: con millones de euros en inversiones en riesgo, el sueño de las competencias congelado, la interlocución con los partidos debilitada y lo que más inquieta, con la derecha española más radicalizada que nunca y dispuesta a abrir un nuevo tiempo.
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