Isabel Serra aceptó la propuesta de encabezar la candidatura de Podemos en la Comunidad de Madrid después de que al menos dos personas rechazaran la oferta lanzada por Pablo Iglesias. El secretario general de Podemos intentó convencer a Rafael Mayoral y a Eugenia Rodríguez Palop para dirigir el proyecto madrileño sin lograr que ninguno de ellos diera un paso al frente y se enfrentara en las urnas a Iñigo Errejón, que fue el candidato madrileño del partido hasta enero, cuando lanzó la candidatura de Más Madrid junto a Manuela Carmena.
Después del movimiento de Errejón, Iglesias rechazó una alianza con su ex número dos e impuso su criterio sin contar con voces que apostaban por la unidad, como la de Ramón Espinar, que dimitió como líder autonómico de Madrid tras las presiones de la ejecutiva.Una vez que Espinar salió de escena, Podemos tuvo serias dificultades para encontrar a un candidato que hiciera frente a Errejón. Desde el lanzamiento de Más Madrid el 17 de enero, la formación tardó más de un mes en anunciar un nuevo candidato para los comicios. No fue hasta el 27 de febrero cuando el partido se decantó por Isa Serra. Y todo ello después de varias negociaciones fallidas.
El líder de Podemos pensó en primer lugar en Rafael Mayoral, diputado por Madrid y una de las personas de su máxima confianza. Mayoral llegó al partido desde los movimientos sociales y antes de Podemos fue asesor a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, donde compartió etapa con la actual número dos del partido, Irene Montero. El dirigente es uno de los más activos del partido en las luchas sindicales y es uno de los habituales en las manifestaciones y protestas de trabajadores. Iglesias pensó en él para ser el candidato de Podemos en la Comunidad de Madrid por ser una de las pocas personas que aún permanecen en su núcleo duro después de la bunkerización que ha sufrido Podemos en los últimos dos años. Un partido donde los espacios de decisión son cada vez más reducidos, donde ya no existen corrientes internas y donde cualquier discrepancia es castigada con el ostracismo.
Mayoral, sin embargo, declinó la oferta. Él mismo transmitió al secretario general de Podemos sus dudas sobre su idoneidad para encabezar la candidatura madrileña, un cargo para el que decía no sentirse preparado, señalan fuentes conocedoras. Mayoral esgrimió su actividad política estaba más centrada en los movimientos sociales que en una carrera electoral y, en última instancia, en un puesto institucional. Una decisión en la que pesó la circunstancia de tener que enfrentarse en las urnas a Errejón, que llevaba dos años preparando su candidatura bajo el paraguas de Podemos.
Una vez rechazada esta oferta, Podemos filtró a algunos medios de comunicación su intención de buscar un candidato que cumpliera dos requisitos: mujer e independiente. Un perfil en el que se encontraba la profesora de Filosofía del Derecho en la Carlos III María Eugenia Rodríguez Palop, que fue presentada la semana pasada como candidata de Podemos a las elecciones europeas tras la renuncia de Pablo Bustinduy. Si Mayoral era de máxima confianza de Irene Montero y de Iglesias, Rodríguez Palop venía también muy vinculada a Iglesias y a Monedero. La política, amiga personal del líder de Podemos, colaboradora habitual del partido y tertuliana en los programas de Iglesias y Monedero, también rechazó ser la candidata en la Comunidad de Madrid. Recudir su campo a la capital suponía un problema para la dirigente extremeña, más centrada en el ámbito internacional.
Otro de los nombres que se pusieron sobre la mesa en la sede de Princesa es el de Irene Montero. La número dos de Podemos rechazó esta posibilidad porque contravenía su vocación estatal en la senda abierta para suceder a Pablo Iglesias en Vistalegre 3. Un extremo que no impide a Montero vigilar muy de cerca la actual candidatura. Después de las dos negativas, la ejecutiva de Podemos pensó en Isa Serra, que abandonó anticapitalistas hace casi un año y cuyo principal valedor es Juanma del Olmo, mano derecha de Irene Montero. La diputada en la Asamblea de Madrid, que hace un año perdió las primarias del partido madrileño frente a Julio Rodríguez, aceptó con la condición de tener control sobre su candidatura. Un extremo que se cumplió a medias: aunque Serra consiguió incluir a algunos afines como Beatriz Gimeno o Jacinto Moreno, la dirección de Podemos le impuso otros nombres de demostrada lealtad como el de David Carracedo o Javier Cañadas.
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