La pérdida de senadores por parte del PP puede resultar catastrófica si se confirman los peores augurios. Génova maneja estudios y sondeos internos que apuntan a que el 28 de abril puede quedarse en unos setenta senadores electos de los 130 que consiguió en las elecciones generales del 26 de junio del año 2016. Pero no sólo, porque los actuales 18 que tiene por designación autonómica, pueden pasar, en el peor de los casos, a 10. Y es que la próxima fragmentación de los parlamentos autonómicos, unido al crecimiento de formaciones como Ciudadanos o Vox, puede obligar a dar representación territorial a estos partidos en detrimento de los populares.
Matemáticamente, la pérdida de representación es superior en la Cámara Alta que en la Baja. Y viceversa. Basta con ser el partido más votado para tener mayoría absoluta en el Senado y no necesariamente en el Congreso, como le pasó al PP en la última legislatura. Pero si quedas el segundo el sistema electoral castiga especialmente. Que se lo digan al PSOE que tan sólo sacó 43 senadores en las últimas elecciones generales.
De haber ido juntos PP-Cs al Senado, Rivera podría haber conseguido 50 escaños
Sin llegar a esos extremos, los populares se preparan para una considerable pérdida de poder parlamentario que sólo la unidad con Ciudadanos hubiera podido amortiguar. De hecho, de ir juntos habrían podido superar la barrera de los 120 senadores con una buena representación para el partido de Albert Rivera. Distintas fuentes consultadas por El Independiente señalan que los naranjas hubieran sentado en la Cámara Alta entre cuarenta y cincuenta parlamentarios en ese caso. Por separado, su cosecha se prevé bastante magra, aseguran fuentes del PP. Suerte si llegan a 10.
Si son los resultados en el Congreso los que marcan el juego de mayorías para la investidura del jefe del Ejecutivo, esta vez los números del Senado no dejarán de tener su importancia habida cuenta de que tanto el candidato del PP como el de Ciudadanos son partidarios de aplicar el artículo 155 de la Constitución para intervenir de nuevo el gobierno de la Generalitat. Y eso es solo posible con mayoría absoluta en una Cámara formada por 266 parlamentarios, lo que hace inviable esa empresa salvo que los socialistas la respaldaran como así hicieron el 27 de octubre de 2017.
Egea intentó alcanzar un acuerdo con Villegas y con Ortega
Al arranque del periodo electoral, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, intentó disuadir a Ciudadanos y a Vox para unir el voto de centro-derecha. A su homólogo naranja, José Manuel Villegas, para presentar listas conjuntas a la Cámara Alta, al de Vox, Javier Ortega, para que no concurriera en aquellas pequeñas circunscripciones donde no tiene posibilidad de sacar representación en el Congreso y sí mermar las opciones del PP. Era lo que un veterano dirigente popular definió como "pacto de desistimiento".
No consiguió ni una cosa ni otra. Ambos le dieron calabazas. Incluso el candidato popular, Pablo Casado, hizo un llamamiento público a Abascal para que reconsiderase su concurrencia electoral en todo el territorio nacional. Pero Vox se permitió la machada de "invitar "a los populares a que fueran ellos los que se retiraran de aquellos territorios donde Vox superaba al PP, pero jamás dijeron cuáles eran esas circunscripciones, posiblemente, ninguna, sin desdeñar la fuerza con la que puede irrumpir en el Congreso.
A cambio, el PP está dispuesto a ceder la presidencia del Congreso y del Senado por mor de un pacto de legislatura, con o sin gobierno de coalición. Es mucho más factible en la Cámara Baja que en la Alta, dado que sólo ahí podrían llegar a sumar el número mágico de la mayoría absoluta, esto es, 176 asientos aunque la mayoría de los sondeos con intención de voto les alejan de esa posibilidad. Incluso en el caso de que queden a dos o tres escaños de esa cifra a lo sumo podrían aspirar a atraer a Coalición Canaria, con lo que la suma tampoco saldría.
Impensable sumar al PNV, porque aunque el nacionalismo vasco siempre ha conseguido sacar réditos tanto de los gobiernos del PP como del PSOE, resulta, al menos en principio, improbable que aproxime posiciones con una coalición que incluya a Ciudadanos y necesite el concurso de Vox.
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