La apuesta de Pablo Casado por intervenir el Gobierno de la Generalitat es tan firme que contempla distintos escenarios si llega a Moncloa, entre ellos, llevar el 155 al Senado, sume o no mayoría absoluta, votación ante la que, además, tendría que "retratarse el PSOE", según fuentes populares. Y es que a diferencia de lo que hizo Mariano Rajoy en octubre de 2017, no desea negociar otro 155 con los partidos de la oposición. Piensa, de hecho, que "fue un error aceptar las condiciones de PSOE y de Ciudadanos", tal y como expresó el pasado lunes durante un desayuno informativo de Europa Press.
📌Reforzaremos el Estado:
Moratoria de transferencias
Ley de lengua
Ley de Símbolos
Ley de Partidos👉podrá ilegalizarse a los que alienten la violencia
Ni un € a partidos con procesados por rebelión/sedición
Tipo penal para referéndum ilegal
Elección CGPJ👉sistema constitucional pic.twitter.com/YhtHqAcLfx— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) April 1, 2019
Otra cosa es que formara gobierno de coalición con Albert Rivera, lo que le impediría tomar dicha decisión en solitario, sin el concurso de su socio, aunque su intención es clara. "No nos podemos quedar de brazos cruzados", afirman los mismos medios consultados. Si el 155 resultase derrotado en la Cámara Alta por el rechazo, entre otros, de los socialistas, pondría en marcha el "plan C", esto es, el uso de aquellas leyes e instrumentos del Estado que permitieran una fiscalización por sectores. Intervención General, Ley de Seguridad, Alta Inspección Educativa o Ley de Estabilidad Presupuestaria serían algunos de los instrumentos para intentar parar al presidente de la Generalitat, Quim Torra, y a los suyos.
De paso, Pedro Sánchez se vería obligado a explicar los motivos de su negativa a aplicar por segunda vez un complicado instrumento constitucional al tiempo que defiende una salida dialogada al desafío independentista que no tiene visos de aflojar, salvo que la hegemonía del secesionismo pase a descansar sobre ERC frente al PdeCat tras las elecciones generales y locales.
Lo cierto es que las perspectivas electorales del PP en el Senado son aún más pesimistas que para el Congreso, según sus propios sondeos. Los 130 senadores que consiguió Rajoy en las elecciones generales del 26-M pueden pasar a ser unos 70, datos que no mejoran cuando se habla de los que desembarcan en la Cámara Alta por designación de los parlamentos autonómicos. Actualmente tiene 18 por esa vía, pero algunos tracking apuntan a la posibilidad de que se queden en 10 a partir de las elecciones del 26 de mayo.
Del "plan A", al "plan C"
Por eso el "plan A" de Casado fue proponer una alianza de listas conjuntas con Ciudadanos para la Cámara Alta, ofrecimiento despachado por la formación de Albert Rivera con un "no". Los mismos sondeos internos de Génova apuntaban a que PP y Ciudadanos podrían haber sacado 123 escaños en la Cámara Alta, más dos de Vox, frente a 78 del PSOE. En esa lista conjunta, los populares estaban dispuestos a ceder entre cuarenta y cincuenta puestos de salida segura a la formación naranja. Aun así, el bloque de centro-derecha no sumaba mayoría absoluta puesto que se quedaban en 125 escaños cuando la mayoría son 134 en un hemiciclo formado por 266 asientos.
Sin embargo, por separado el PP estará en torno a los 70 o 72; Ciudadanos, diez, y Vox, uno. PSOE con noventa y cinco y Podemos con cinco, tendrían que aliarse con el resto de los Grupos Parlamentarios para poder sumar mayorías en el Senado.
De hecho, con estas cuentas sólo hay una mayoría posible, esto es, un acuerdo PSOE-PP. Pero a diferencia de octubre de 2017, cuando Rajoy prefirió ir a un 155 respaldado por tres partidos, incluido Ciudadanos, para dar una imagen de unidad de país ante Europa, Casado considera un lastre ese acuerdo por entender que forzó una convocatoria prematura de elecciones autonómicas, no intervino la educación ni acabó con TV3 como órgano de agitación y propaganda del independentismo.
Gobierno "monocolor"
El aspirante del PP a la presidencia del Gobierno desea no tener las manos atadas. Incluso, ya puestos y ante la negativa de Rivera a acudir a las elecciones en coaliciones preelectorales, también preferiría un gobierno monocolor para poner en marcha lo que ha dado en llamar "plan de choque" para 100 días. Explican en Génova que la idea es "poner patas arriba a España" incluso a sabiendas de que "va a arder la calle". Lo cierto es que albergaron el mismo temor una vez tomó posesión del Gobierno de la Junta de Andalucía Juanma Moreno y la conflictividad social en la calle, como tal, no ha estallado o, no al menos, por el momento.
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