La campaña electoral de Pedro Sánchez no puede ser más ambiciosa. Tras hacerse con el voto de la izquierda hundiendo a Podemos, el candidato socialista entró de lleno en una disputa por el voto de centro frente a Ciudadanos, al que presentó como un posible aliado en un pacto de Gobierno para seducir a su electorado. Con ese objetivo, hasta la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, escribió una carta a Albert Rivera dirigida, en realidad, a sus votantes. Esa estrategia de colonizar el centro político se completa con la mano dura que ahora exhibe el presidente del Gobierno hacia los independentistas catalanes y la recuperación del 'no es no' ante el secesionismo como lema electoral.
Bien posicionado en la izquierda y el centro-izquierda, Pedro Sánchez se lanza ahora a por los votantes del PP en su principal caladero electoral: las personas mayores. Así lo ha demostrado este lunes en el centro municipal de mayores Juan Muñoz de Leganés, donde ha prometido subir las pensiones, aumentar la dotación presupuestaria para el servicio de atención a personas dependientes, suprimir el copago farmacéutico y construir una "España mejor para sus hijos y sus nietos". El presidente del Gobierno no ha tenido reparo en presentarse como un mal menor para los votantes del PP a los que ha alertado sobre el auge de la ultraderecha.
El candidato socialista ha recordado que muchos pensionistas dedican parte de su jubilación a ayudar a sus hijos, que se encuentran en el desempleo o con salarios de miseria que no les permite llegar a fin de mes. Ha citado a Blas Piñar y Fuerza Nueva para agitar el fantasma de la ultraderecha y advertir de que PP y Ciudadanos se dejan llevar por el discurso extremista de Vox, mientras se ha presentado como un candidato moderado del que nada hay que temer. Un padre y un yerno ideal.
Con esos mensajes, Sánchez ataca a una de las principales bolsas de voto en disputa el 28 de abril. Uno de cada cuatro potenciales votantes es mayor de 65 años, y en su mayoría jubilados pensionistas. Esto supone más de 8,5 millones de electores decisivos. Solo los pensionistas van camino de sumar 10 millones de jugosos votos que tradicionalmente han apostado por el PP y por el PSOE. La previsible salida del mercado de trabajo de muchos trabajadores que a día de hoy suman en torno a 60 años, harán a que en 2050 haya 76 personas mayores de 65 años por cada 100 en edad de trabajar, según estimaciones de la OCDE.
Mientras en 2015, según el CIS, un 27,5% de los mayores de 65 años iba a votar al PP y un 19,5% al PSOE, el último barómetro electoral publicado la semana pasada asegura que que ahora sólo un 16% de los mayores tiene previsto apoyar a los populares frente al 24% que apuesta por los socialistas. El escenario es propicio para que Sánchez logre una importante mayoría parlamentaria.
Si eres pensionista debes saber que si gobiernan #PP #Cs y #Vox, tu #pensión está en #peligro. Este #28A tú eliges: pensiones dignas o planes de pensiones privados. O lo que es lo mismo: DERECHOS O DERECHAS pic.twitter.com/XQbPqzdTFW
— Miguel Ángel Heredia (@maherediadiaz) April 15, 2019
Según los estudios electorales de 2018, Unidos Podemos sólo recibe entre los mayores de 65 años un ínfimo 4% de intención de voto. Ciudadanos tampoco cala en este grupo de edad, aunque logra un 6,6%. El PSOE (19,6%) y especialmente el PP (29,5%) eran los hegemónicos en la bolsa a la que, habitualmente, se atribuye el peso definitivo sobre los resultados electorales.
Las diferencias generacionales en relación a la participación política también son espectaculares en este segmento de población. En las elecciones generales de 2008, los votantes de entre 18 y 34 años acudieron a las urnas en un 62%. Los de entre 35 y 54 años participaron en un 73%. Los mayores de 55, sin embargo, se lanzaron en masa: votaron el 88% de los electores de este tramo de edad. Esa tendencia se ha mantenido en el tiempo, pese a que la irrupción de Podemos y Ciudadanos supuso, en un primer momento, un efecto movilizador que posteriormente desapareció. De las elecciones de 2011 a las de 2015, las primeras en las que concurrieron los nuevos partidos, la participación juvenil aumentó un 8% (del 58% al 66%). No obstante, en la repetición de los comicios en 2016 el porcentaje volvió a descender al 61%. El voto de la tercera edad, pese a que también se ha reducido en este tiempo, sigue en el entorno del 80%.
El peso de este voto es evidente en la demografía española. Según los datos actualizados a principios de 2018, en España hay 8.764.204 personas mayores de 65 años. En las últimas elecciones generales supusieron el 24% del censo electoral. Y la media de edad española es cada vez mayor: se sitúa ya en 43,68 años, y por primera vez ha superado los 50 en tres provincias: Zamora, Ourense y Lugo.
La franja de entre los 40 y los 49 es la de mayor prevalencia en la pirámide demográfica de nuestro país. Más de 7,7 millones de votantes. En la década de los 50 hay otros 6,6 millones. En total, 14,3 millones de votos que serán pensionistas a corto o medio plazo, que han crecido con la confianza plena en el sistema de pensiones y para los que la hucha de la Seguridad Social se convierte en una preocupación cada vez mayor conforme se acercan al fin de su vida laboral.
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