La decisión de la Junta Electoral Central de vetar la participación de Vox en el debate a cinco previsto por Atresmedia rompe la estrategia de Pedro Sánchez en la semana decisiva de campaña. El presidente del Gobierno y candidato socialista había rechazado un debate en la televisión pública con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias precisamente por su interés en que Santiago Abascal apareciera en pantalla. El grupo de comunicación privado sí le ofrecía la posibilidad de azuzar el miedo a la derecha y reeditar la fotografía de la plaza de Colón que le convenció de la conveniencia de convocar elecciones anticipadas.
La campaña socialista se basa en la amenaza de una "involución" si gobierna una coalición de PP, Cs y Vox que la ministra Dolores Delgado ha llegado a denominar como una derecha "trifálica" y que dirigentes socialistas como Susana Díaz llaman el "trifachito". Pedro Sánchez azuza ese espantajo y se presenta incluso como un mal menor para arañar votos en el electorado de Ciudadanos y hasta del PP, especialmente entre los pensionistas. La potente imagen de Casado, Rivera y Abascal sin atacarse entre ellos y cercando al presidente del Gobierno pretendía consolidar a Sánchez como la apuesta por la moderación frente a un bloque de derechas crispado y radicalizado. También para mostrar al PSOE como la "única opción viable" para evitar el enfrentamiento social en Cataluña a cuenta del independentismo.
El propio presidente del Gobierno aclaró el lunes los motivos de su rechazo a un debate cara a cara con el líder de la oposición, Pablo Casado, similar al que el propio Pedro Sánchez celebró en 2015 frente al entonces jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy. En una entrevista durante el informativo de Antena 3, el candidato socialista justificó su negativa en su deseo de “contrastar” con los cinco partidos que “marcarán el rumbo de este país”, especialmente con Vox. Sánchez explicó que cuando él debatió con Rajoy, Podemos y Ciudadanos no tenían representación parlamentaria como ocurre en estos comicios. “Ahora también hay una fuerza emergente de ultraderecha. A mí no me gustaría que existiera la ultraderecha en este país, pero existe y por tanto creo que es importante que se contrasten las posiciones de los cinco partidos”, aseguró.
En su equipo de campaña alimentan ese argumento. "Vox no ha necesitado ningún debate para crecer y creemos que los electores deben ver lo que realmente son, sin intermediarios ni fake news en los WhatsApps", aseguran. El miedo a la derecha y a un pacto a la andaluza es la gran esperanza socialista para conseguir una movilización del electorado progresista que se aglutine en torno al PSOE como voto útil porque "lo que está sucediendo en España no es un fenómeno ajeno al resurgimiento de los movimientos xenófobos y de extrema derecha en el resto de Europa". "La militancia lo ha comprendido y la acogida es bueno. Lo importante ahora es que la participación sea masiva", explican.
La eliminación de Vox de esa ecuación dinamita esa estrategia socialista mientras la cuestión territorial se abre camino en la campaña con los escraches sufridos por Ciudadanos, el PP y Vox no sólo en Cataluña, sino también en el País Vasco. "En el ejercicio de la democracia se tiene que tener el derecho a la libertad”, aseguró el lunes Pedro Sánchez, que defendió una España “respetuosa y tolerante” en la que “el insulto y la discrepancia dejen paso a la palabra, a la razón”. “Por supuesto que la política tiene emoción pero es importante reivindicar la moderación como una actitud vital en política”, añadió, para reforzar ese perfil de moderación.
Por otro lado, el PSOE se ve ahora en el aprieto de tener que elegir entre un debate en la radio televisión pública, que hasta ahora había rechazado porque no incluía a Vox, o el propuesto por el grupo de comunicación que ha editado su Manual de Resistencia. El candidato socialista -que tanta campaña hizo para defender el servicio público y para apoyar a sus trabajadores frente a la "manipulación" que denunciaban del anterior Gobierno del PP- ha defraudado a la plantilla del ente público al relegarlo frente a Atresmedia. Al quedar vetada la presencia de Vox, el PSOE debe elegir entre TVE o la cadena privada.
"Con motivo del acuerdo de la Junta Electoral Central de hoy sobre el debate a cinco propuesto por el grupo A3Media, el Comité Electoral del PSOE desea comunicar que respeta la decisión de la Junta y escuchará y estudiará las distintas alternativas de debate que se planteen en los próximos días", anunció ayer el PSOE. "Como quedó demostrado con la aceptación del candidato socialista Pedro Sánchez del debate a cinco, el PSOE desea participar en debates ya que cree en su utilidad para que la ciudadanía conozca las propuestas de las diferentes fuerzas políticas. Por tanto, el Comité Electoral del PSOE anuncia la disposición de Pedro Sánchez a debatir con otros candidatos en los términos acordados por el/los medios de comunicación que organicen el debate y los representantes de todas las fuerzas políticas concernidas, siempre en el marco legal fijado por la Junta Electoral Central", aseguran en Ferraz.
En un contexto electoral donde un 40% de los encuestados por el CIS se declaran indecisos, la última semana de campaña y el debate pueden resultar decisivos. Hasta ahora, el PSOE ha apostado por un perfil bajo y por no arriesgar para no cometer errores. Sólo la inclusión de Vox en ese debate suponía un golpe de audacia que los socialistas consideraban favorable. El revés de la Junta Electoral hará que el comité de campaña socialista tenga que reajustar su estrategia para que su apuesta inicial por el debate no acabe pasando factura a Pedro Sánchez.
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