Albert Rivera ha sido la gran sorpresa del debate electoral celebrado este lunes en RTVE. El líder de Ciudadanos ha sido el único con la agilidad necesaria para saltarse los corsés de este formato y tomar la iniciativa, consiguiendo colocar sus principales mensajes en todos los ámbitos, desde la economía hasta la sanidad. La fotografía de Pedro Sánchez reunido con Quim Torra sobre su atril ha llevado a primera línea de la campaña un asunto que el PSOE ha intentado por todos los medios ocultar y que puede resultar decisivo en estas elecciones, después de revelarse como factor clave en los comicios andaluces del 2 de diciembre: el desafío independentista.
Los reflejos políticos de Albert Rivera dejaron eclipsado al líder de la oposición, Pablo Casado, mucho más lento en sus reacciones, y lograron alterar al imperturbable presidente del Gobierno, que comenzó el debate fiel a su guión y sin inmutarse por las preguntas y las críticas de la oposición. La presión del líder de Ciudadanos logró en algunos casos, incluso, que Sánchez mostrara una cara oculta, como cuando presumió ante Rivera sobre sus opciones de victoria según las encuestas. "Para todo eso primero tendrá que ganar las elecciones, y la cosa le pinta mal....", se congratuló.
"Sánchez lleva los indultos en la frente porque quiere indultos a cambio de escaños”, atacó Rivera, en estrategia ofensiva desde que tomó la palabra por primera vez. "A Sánchez le da igual todo”. “El señor Sánchez va a pactar con Torra porque ya lo ha hecho. Yo quiero un Gobierno sin separatistas, sin nacionalistas. Es una emergencia nacional enviarle a la oposición”, advirtió Rivera, provocando al fin la reacción de Sánchez, que hasta ese momento se limitó a rechazar cualquier crítica tachándola de mentira. "Van a tener que ponerles un detector de verdades porque todo lo que dicen es mentira", reiteró el presidente.
Rivera, el único que ofreció ciertas dosis de emoción durante el debate, advirtió de que un Gobierno de PSOE y Podemos sólo servirá para "meter la mano en la cartera" de los españoles, con una política fiscal que tachó de "confiscatoria" y de auténtico "saqueo", frente a las reformas que defiende Ciudadanos, con especial atención a los autónomos, a los que le prometió una "revolución" en materia de impuestos.
En el bloque económico, el líder del PP ha tirado de la experiencia de su partido como reparador de las herencias de los gobiernos socialistas de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero para prometer volver a "echarse el país a las espaldas" para reducir impuestos, reactivar la economía y, sobre todo, crear empleo, sin que se resientan los servicios públicos. Especialmente incisivo se mostró en materia de pensiones, cuando advirtió a Sánchez que la subida acometida por su Gobierno era la contemplada en los Presupuestos que heredó del Ejecutivo del PP, ya que no ha sido capaz de sacar adelante sus propias cuentas. "Cómo se puede tener tanta cara. Usted como diputado votó la mayor congelación de la hisotria de las pensiones durante el Gobierno de Zapatero. No tenga usted ese cuajo", le ha reprochado, antes de acusarle de aliarse con "proetarras e independentistas".
El candidato socialista tiró de feminismo para atacar a PP y Ciudadanos y para sacar a pasear la amenaza de Vox: "Dígale a sus amigos ausentes de la ultraderecha que el vientre de las mujeres no es un taxi, señor Casado. Y señor Rivera: el vientre de las mujeres no se alquila", arremetió Sánchez, callando a Casado y provocando una respuesta inesperada por parte de Rivera, que recordó los gritos de la vicepresidenta Carmen Calvo contra las mujeres del PP y de Cs durante la manifestación del 8 de marzo.
"Señor Casado, me gustaría que le dijera a sus candidatos y sobre todo a sus candidatas que no es no. Y que cuando una mujer no dice sí, es no. Lo digo porque hay una experiencia clara por parte de las mujeres, que es que cuando se sienten coaccionadas, hay ocasiones en las que no pueden decir que no. Ahí está el caso de las manadas", ha reprochado Sánchez, en referencia a las polémicas declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo (PP) en otro debate electoral.
La impostada humildad y moderación de Pablo Iglesias le hizo perder su garra habitual, que quedó escondida entre los artículos de la Constitución que citaba de forma monótona. El candidato de Unidas Podemos sólo se animó hablando de Cataluña, para reclamar diálogo y "empatía", y para reprochar a "Pedro" una falta de decisión a la hora de luchar contra las "cloacas del Estado" de las que Iglesias se siente víctima. "¿Qué medidas ha implementado su Gobierno para limpiar las cloacas?", reprochó el líder de Podemos. "Por qué imputan a Pozas, Pedro", insistió Iglesias. Ese momento de confrontación con su único aliado en el plató, con la mención de la dimisión del número 2 de Comunicación de Moncloa, imputado en el caso del robo del móvil a una colaboradora de Iglesias, es el que más incomodó al presidente del Gobierno, al que el debate le ha resultado mucho menos cómodo de lo que esperaba.
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