Política

Un centro-derecha en guerra contra sí mismo condenado a entenderse

Génova admite las enormes dificultades de un Gobierno de coalición si Vox hace el sorpasso a Ciudadanos en caso de que las tres fuerzas políticas sumen los escaños de la mayoría absoluta

Santiago Abascal, Pablo Casado y Albert Rivera en la manifestación de Colón | EFE

“Una campaña de remontada y pedagogía” define un miembro del núcleo duro del PP las dos semanas que culminan en esta jornada de reflexión de una de las elecciones generales más determinantes de nuestra historia reciente, atípica y con más incógnitas abiertas. Desde Ciudadanos resumen esta campaña como una lucha contra “la mentira de los viejos partidos, de los nacionalistas, de los populistas y de los medios de comunicación más dóciles” con el poder.

Si añadimos en la ecuación a Vox, lo que se ha vivido las dos últimas semanas en el bloque de centro-derecha ha sido una suerte de doble campaña, no sólo al gobierno de la Nación ,sino también por la hegemonía de un espacio político fragmentado como nunca. Mientras la izquierda se recompone en torno al PSOE, aún a costa de una cierta recuperación de Unidas Podemos, esto que comenzó como una pelea entre PP y Ciudadanos ha acabado siendo una batalla a tres en la que puede no haber un clarísimo vencedor y en la que está por ver si suman entre ellos y, en caso de hacerlo, en qué condiciones y de qué manera.

Abascal ha trasladado el mensaje, a veces por persona interpuesta, que no será un obstáculo para echar a Sánchez

Bien es cierto que la campaña arrancó con la invitación de Pablo Casado a unir fuerzas para las listas al Senado y al Congreso en las circunscripciones pequeñas para no perder ninguna papeleta por las peculiaridades de nuestro mapa electoral. Aquello no fructificó, aunque, también en los inicios, Albert Rivera hizo un anuncio que muchos calificaron de extemporáneo en la medida en que limitaba la capacidad de maniobra de la formación naranja: bajo ningún concepto pactaría con el PSOE en general, y con Pedro Sánchez, en particular. Sólo quedaba un camino, el del acuerdo con el PP.

Al tiempo, Santiago Abascal, líder de Vox, dejaba caer, tanto de forma directa como por personas interpuestas, que ellos no serían un obstáculo a la gobernabilidad de Casado si se diera la suma de escaños. El mismo mensaje que han recibido algunos barones populares de cara a los comicios locales y autonómicos del 26 de mayo.

La fuerza con la que salga Vox puede convertirse en un obstáculo de los pactos

Pero la campaña, los ataques, la política de “fichajes”, las “opas hostiles”, los enfrentamientos han ido embarrando el terreno de juego entre unos socios que parecían condenados a entenderse. No sería la primera vez que dos acérrimos contendientes sellan la paz cuando hay un reparto de poder por medio o cuando les mueve un mismo fin, en este caso, echar a Pedro Sánchez de la Moncloa, pero el terreno puede devenir en pantanoso si hay un tercer actor de por medio.

“Convidado de piedra”

Y es que este domingo las urnas pueden arrojar un resultado complicado de administrar.  Si Vox supera la ya buenas expectativas que le dan los sondeos, dejará de ser una especie de convidado de piedra, como lo es en Andalucía por mucho ruido que hagan, a tener voz, voto y hasta, quien sabe, un hueco en el Gobierno. Casado lo dijo este viernes en Esradio: “Vox o Ciudadanos, tengan 10 escaños o tengan 40, van a tener la influencia que ellos quieran tener para entrar en el Gobierno o para decidir la investidura o la legislatura”.

¿Asumiría Ciudadanos compartir gobierno con Vox o ese sería suficiente pretexto para volver la vista hacia el PSOE? A tenor de lo que dicen en Cs de Sánchez parece complicado. “El PSOE se ha caído con todo el artesonado después de los debates. Es evidente que Sánchez representa la nada, carece de valores y de principios. Su único objetivo es el poder por el poder”, afirma a El Independiente un miembro de la dirección de Ciudadanos. Pero con la misma ferocidad los naranjas rechazan a Vox como interlocutor político.

Ciudadanos no quiere compartir un gobierno de coalición con Vox

Impensable resulta, pues, un tripartito en el Gobierno de la Nación. En realidad, Casado anhela un Ejecutivo  monocolor, convencido, como dice estar, de que su estrategia ha dado frutos. Aseguran en Génova que lo único “extremo” de su campaña “es la extrema pedagogía que hemos hecho para demostrar que si nos dividimos, Sánchez se queda”. Y que el segundo debate televisado, donde Casado jugó un buen papel, “ha contribuido a trasladar eso”.

Pero desde Ciudadanos distan mucho de comprar ese mensaje pues entienden que el PP, no sólo “no cumple las expectativas”, sino que el  candidato popular “no ha podido o no ha querido desmarcarse del viejo partido corrupto, opaco y pastelero”. Vaya, la mejor de las consideraciones para sentarse a hablar en el escenario postelectoral.

Una de las incógnitas es si habrá sorpasso en el centro-derecha

Por eso, aún en el caso de que sume el centro-derecha, la conformación de un futuro gobierno puede complicarse mucho en función del reparto de fuerzas entre las tres formaciones políticas de este espectro ideológico. Tampoco han faltado las encuestas en las que Vox parece disparada hasta el punto de hacerle el sorpasso a Ciudadanos y acercándose de forma peligrosa al PP, supuesto que ceban desde Moncloa.

Con un Abascal por encima de Rivera, Génova es consciente de las enormes dificultades de un acuerdo en materias importantes y sensibles como lo demostró aquel documento de 19 puntos que presentaron en la negociación andaluza. Entonces lo pudieron desactivar, pero no será tan fácil si tienen que hacer de Vox su socio preferente y, encima, para el gobierno de la nación.

Los populares ya contemplaban la posibilidad de que Vox superara a Ciudadanos en algunos territorios tras las elecciones locales y autonómicas del 26 de mayo. Que pudiera pasar en unas generales no lo habían contemplado hasta hace pocos días, ante una consulta abierta en canal donde todo es posible, aunque insistan en sus opciones de romper la barrera de los 100 diputados por mor de un voto oculto que siempre les ha castigado en los sondeos. Por eso y por el convencimiento de que no pocos electores optarán por votar útil incluso estando ya en el mismo colegio electoral. Argumentan que “si la opción es echar a Sánchez, pesará eso más que su enfado o indignación con nosotros”, admitiendo que quizá el castigo se haga efectivo en mayo y no ahora.

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