Ahora mismo, Ciudadanos tiene dos tipos de almas: una, las caras sonrientes de la dirección tras rozar el 16% en las elecciones generales y pisar los talones al PP; y la otra, la inquietud de los militantes, reflejada en grupos de WhatsApp o Telegram por lo que se avecina con el veto de la formación naranja a pactar con Pedro Sánchez: un Gobierno con Podemos y partidos nacionalistas o independentistas.
El veto se anunció en febrero, durante el idilio andaluz con el PP (el gran derrotado de la noche) y Vox. Y ha sido remachado horas después de los resultados electorales por Inés Arrimadas, quien al principio de la mañana del lunes elevaba la tensión acusando al presidente del Gobierno de "vender España" y calificándolo de "peligro público que hace lo que sea por la Moncloa". Se trata de unas palabras que no se corresponden con el sentir de las bases proclives a sumar con el PSOE, opinión que comparte algún que otro dirigente de la cúpula como José Manuel Villegas, primero en abrir la puerta a sentarse a dialogar "acuerdos nacionales" con el PSOE.
Telegram bulle
"El no a Sánchez fue un error ", confía una persona bien relacionada con la dirección de Ciudadanos. Entre los simpatizantes que se manifiestan en redes internas, uno de los grupos de trabajo consultados bulle. "Hay de todo", explica uno de sus participantes. "Diría que opiniones divididas al 50%. Unos a favor de pactar con el PSOE sin pronunciarse si entrando en el Gobierno, o simplemente pactar la investidura y cerrar acuerdos puntuales, por aquello de la altura de miras y ser partido de Estado. Así se evitaría el poder de independentistas y que Podemos tuviera peso".
En el mismo grupo de Telegram, la otra mitad "cree que es mejor no pactar, pero hablando en clave de lo que es mejor para el partido de cara al futuro, sin tener en cuenta lo que le puede venir mejor al país".
El servicio de mensajería no es la única red donde se reproduce esta sensación en Ciudadanos. Otras fuentes aseguran a El Independiente que antes de las elecciones existían reticencias en ciertos grupos de militantes ante el autoimpuesto veto al PSOE y la predisposición a pactar no solo con la derecha, sino también con los ultraconservadores, llegado el momento.
Pero los buenos resultados en las elecciones -con 57 escaños y pisándole los talones al PP- "han apaciguado los ánimos y no han vuelto a manifestarse desacuerdos con el veto", al menos de momento. Esta misma fuente asevera que, más adelante y una vez pasadas las autonómicas, a su juicio "resultaría más fácil desdecirnos de un veto al PSOE que pactar con la ultraderecha" ya que parte de la militancia considera que, a veces, "es mejor rectificar y pactar con una fuerza 'progre' a que se nos asemeje con la derecha". "No somos un partido de derecha, para eso que voten al PP o a Vox", sentencia.
"Ambigüedad radical"
Hay miembros de la Ejecutiva que incluso preferirían un Gobierno con el PSOE antes que con el moribundo PP. Sin embargo, la dirección quiere cerrar filas y ha censurado que tales discrepancias se hagan públicas. El domingo por la noche, todo cargo electo tenía prohibida cualquier manifestación en redes sociales o a los medios antes de que hablase el líder Albert Rivera y sus principales espadas. Y aquí, en el cierre de filas, indican las fuentes, está el meollo del asunto.
Y es que tan solo unas horas después de desvelarse los optimistas resultados para Ciudadanos que le llevan a jugar una buena baza de cara al superdomingo electoral, la posición de los naranjas, lejos de mutar, se ha hecho aún más férrea. Su secretario general, José Manuel Villegas, abría las puertas al diálogo con los socialistas en una entrevista, si bien el núcleo duro de la formación se apresuró a quitar el segundo sentido de las declaraciones aseverando que una cosa es hablar y otra negociar. Tan solo unas horas después, Inés Arrimadas cerraba el debate asegurando que "no hay -ni va a haber- ningún tipo de negociación con el PSOE, ni para Gobierno ni para investidura".
Dentro de menos de un mes tocará votar en tres elecciones simultáneamente y, en secreto, Ciudadanos ambiciona con desplazar al PP como gran partido del centro-derecha. Si no lo ha conseguido este domingo se debe al tirón de Alberto Núñez Feijóo en Galicia. Y Ciudadanos tiene que nadar hasta el 26-M en una especie de "ambigüedad radical", continúan las fuentes: ni rechazar de plano al PSOE (lo que chocaría con la línea de garantizar la gobernabilidad) ni dejar de criticar que Pedro Sánchez se encaramó a la Presidencia del Gobierno con una moción de censura con "los que quieren romper España", de acuerdo con el argumentario oficial.
Empresarios, a favor del pacto PSOE + Cs
Más allá de los círculos propios, el hipotético apretón de manos entre Sánchez y Rivera cuenta con cada vez más adeptos, especialmente dentro del mundo empresarial. Como adelantaba El Independiente, el Banco Santander ya ha hecho pública su posición tras el 28-A, considerando que el pacto entre PSOE y Ciudadanos es lo mejor para España, al menos desde el punto de vista de los mercados "dado que la postura liberal de Ciudadanos sería mejor recibida que el populismo de Unidas Podemos".
Por su parte, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha confirmado también que la patronal se sentiría más "cómoda" con un Gobierno "moderado" de centro-izquierda que asegurase la "estabilidad y la moderación".
Garamendi incidió el lunes en la necesidad de garantizar el "respeto permanente a la Constitución y a la Corona", y apuesta bien por la coalición o bien por un "Gobierno monocolor", pero dejando claramente fuera de la ecuación tanto a Unidas Podemos como a los independentistas.
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