El batacazo electoral del PP la noche del 28 de abril tuvo dos escenarios; el primero, una desolada Génova donde por primera vez en lustros no acudían los militantes, ni siquiera a apoyar a los suyos en la derrota; el segundo, Santiago de Compostela, donde compareció el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. El gallego explicó que su territorio había aguantado mejor que otros a la embestida de Ciudadanos, que sólo consiguió dos escaños, y a la de Vox, que se fue de allí con las manos vacías. También lanzó las primeras andanadas respecto al error del mensaje y de la estrategia de Pablo Casado durante la campaña, críticas que ya no disimuló este jueves, coincidiendo con las fiestas de Dos de Mayo y la escenografía de la división del centro-derecha en el corazón de Madrid.
Aunque es verdad que en todo momento usó el plural mayestático, el presidente gallego soltó una andanada al afirmar que no hemos sabido explicar “que votar a Vox era la garantía de éxito para un gobierno de socialistas con el populismo. No hemos sido claros, didácticos, hemos tenido discursos contradictorios. Era la primera vez que nos enfrentábamos a este
supuesto (división de voto) y no lo hemos hecho bien”. Y fue más lejos al añadir que hubo “errores de estrategia y de posicionamiento político” en la campaña electoral con “giros que no han sido los adecuados”.
Feijóo ha querido "que su voz sonara alta y clara"
Y más: “Si decimos que somos solo de derecha perdemos el centro, así que nuestra estrategia no ha sido la más correcta (…) Ha habido un error de estrategia y de posicionamiento político (…) Somos de centroderecha. Perdimos votos por el centro y por la derecha más extrema… Eso significa que adelgazamos nuestro campo electoral y no acertamos”.
En definitiva, un torpedo en la línea de flotación de Génova, porque de todos es sabido que si Feijóo no quiere lanzar un mensaje de este tipo tiene la experiencia política suficiente para soslayar las críticas y para no dejarse ver durante unos días con el objeto de ir digiriendo unos resultados tan adversos. "Ha querido que su voz sonara alta y clara", dice un dirigente popular consciente de que es el barón con más ascendente en el partido. Lejos de que esto se interprete como lo que suena, es decir, una desautorización de Pablo Casado, desde el PP gallego y la Xunta aseguran que no hay ningún problema con la dirección nacional ni con quien la ocupa. Feijóo no pudo acudir a la reunión del comité ejecutivo popular porque tenía sesión de control en el Parlamento gallego, “no porque no quisiera ir”, y desde Galicia se ha informado de que ambos han hablado a lo largo de estos días.
Casado y Feijóo participan este sábado en una romería para dar una imagen de unidad
De hecho, Casado y Feijóo, acuden juntos este sábado a una romería en Galicia para disipar cualquier duda de encontronazo entre ambos y ofrecer la foto de la unidad popular. Cabe recordar que aunque el presidente gallego nunca explicitó su apoyo a Casado en la segunda ronda de las primarias populares, sí dio instrucciones de respaldar a éste y no a Soraya Sáenz de Santamaría.
De modo que, frente a otros barones territoriales considerados moderados como el andaluz Juanma Moreno y el vasco Alfonso Alonso, que apostaron por la ahora ex vicepresidenta, Casado le debe a Feijóo el liderazgo del PP en una batalla donde no ocultó en ningún momento su intención de dar un perfil más ideológico al partido, rescatar algunas “esencias” que consideraba se habían abandonado en la época de Mariano Rajoy y endurecer el mensaje en capítulos como el catalán.
También ha rechazado Feijóo culpabilizar a Mariano Rajoy del tortazo electoral del 28 de abril como culminación de una progresiva pérdida de voto, argumento que han esgrimido tanto Casado como la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, que muy probablemente se extrae una espinita clavada en lo más profundo de su ser. De fondo subyace el debate respecto a si Feijóo sigue siendo una opción de futuro para los populares.
Vuelven a desatarse las especulaciones en torno al futuro nacional del gallego
No falta quien opina que su “espantada” a optar por la sucesión de Mariano Rajoy el pasado año "le ha dejado ya fuera de fuego". Otros confían en que "sigue siendo la bala en la recámara" para las situaciones desesperadas y ésta comienza a serlo a la espera de lo que ocurra en las locales, autonómicas y europeas del 26-M. Génova cree que esa noche, salvo catástrofe, "será posible aferrarse a distintos datos; si hemos ganado en el bloque de centro-derecha en el cómputo global de votos, si tenemos posibilidades de recuperar algunas alcaldías importantes y algún gobierno autonómico más aunque sea en coalición y si se aguanta, por ejemplo, en Madrid", escaparate, dicen del resto de España.
El PP nunca ha sido un partido de asonadas, y aunque dan por descontado en la dirección nacional que Feijóo "habrá tenido muchas llamadas telefónicas estos días", otra cosa es que se esté organizando un frente común más allá de forzar a Casado a que baje el tono, vuelva al centro y olvide antiguas adherencias, por lo menos hasta el 26-M.
Precisamente, a lo largo de esta semana ha habido otros barones territoriales muy críticos con el descalabro electoral producto, a su juicio, de una estrategia de “giro a la derecha” que encontró su colofón en una invitación a Vox para formar parte de un futuro gobierno de coalición. La afirmación en este sentido de Casado en Esradio pilló a todos con el pie cambiado, empezando por su equipo más directo al tratarse de un asunto que jamás se había contemplado, no estaba en el guión de campaña y a dos días de las elecciones sólo podía hacerles daño.
Huir de las siglas populares
Especialmente llamativas fueron las palabras del vicepresidente y portavoz del gobierno castellanoleonés, José Antonio de Santiago Juárez, que acusó a Casado de “haberse escorado demasiado a la derecha” y sentenció con un gráfico “más Feijó y Herrera (por Juan Vicente Herrera) y menos Aznar y FAES”. De Santiago no hacía otra cosa más que trasladar el sentir de
muchos dirigentes territoriales del partido que ven con espanto el riesgo de contagio al 26-M de los malos resultados de las generales.
Se ignora si la rectificación del mensaje que ha asumido Casado tras la reunión de la última ejecutiva popular será suficiente para parar la tendencia a la baja del PP. Algunos candidatos municipales significativos como Borja Sémper o Xavier García Albiol, han decidido esconder las siglas y hasta dar entrada a voces críticas en una campaña muy personalista. Además, los barones territoriales han pedido "manos libres" para tomar decisiones sobre estrategia y mensajes, al margen de Génova. Son los mismos que no dudarán en culpar a Casado si las cosas no les salen bien y atribuirse el mérito si, al menos, salvan los muebles.
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