Podemos afronta la campaña electoral de las autonómicas, municipales y europeas con la vista más puesta en un gobierno de coalición con Pedro Sánchez que mirando a los territorios. El malestar crece en la organización por la hoja de ruta impuesta por Pablo Iglesias, que después de perder dos millones y medio de votos desde 2015 y un 40% de diputados, ha fiado su futuro a entrar en el ejecutivo socialista y a colocar a su núcleo duro en varios ministerios. La estrategia ha sentado mal a algunos los principales líderes territoriales, que temen que la docilidad con Sánchez y la subordinación de Podemos al PSOE facilite un trasvase de voto a los socialistas en los comicios del 26 de mayo.
Este lunes se reunió el órgano de dirección de Podemos, el Consejo Ciudadano Estatal, donde Pablo Iglesias reafirmó su oferta de entrar en el gobierno socialista y criticó a quienes preferían la opción "más cómoda" de la oposición de izquierdas. Horas antes del encuentro, varios barones territoriales volvieron a reunirse al margen de la dirección del partido, tal como ya hicieron en enero en la famosa Declaración de Toledo, cuando pidieron a Iglesias rectificar en su estrategia madrileña tras la alianza de Iñigo Errejón. La negativa de líder, contrario a una alianza con su ex número dos, se saldó entonces con la salida de Ramón Espinar de la formación.
Ahora Iglesias vuelve a hacer caso omiso a las advertencias territoriales. La federación andaluza mostró este lunes su rechazo a un pacto de gobierno con el PSOE y pidió abrir un debate organizativo sobre ello. El partido de Teresa Rodríguez considera que la estrategia de Iglesias supone un "golpe de timón" de Iglesias que choca de pleno con la hoja de ruta aprobada en Vistalegre 2. Entonces, en febrero de 2017, Iglesias rechazó la tesis de Iñigo Errejón, que sí abogaba por el entendimiento con los socialistas.
Las críticas hacia la hoja de ruta adoptada son compartidas por varios líderes territoriales, que sin embargo cerraron filas en la reunión de dirección, donde midieron sus críticas internas para evitar una fractura justo antes de las elecciones de mayo. El propio ex secretario general madrileño, Espinar, así lo expresó a través de las redes sociales, en las que pedía una reflexión sobre la estrategia del partido, que en 2016 se presentó a las generales anhelando el 'sorpasso' al PSOE y con ánimo de victoria y que esta vez considera "suficiente" una entrada en el Gobierno, evitando así cualquier tipo de autocrítica. "Después [de las elecciones de mayo], con calma y compañerismo, habrá que evaluar el tránsito de disputar la victoria electoral a solo poder decidir si apoyar la investidura de Sánchez", señalaba en Twitter, destacando la deriva de la formación.
Sin embargo, crecen los sectores en el partido donde consideran que la "sumisión" de Iglesias a Pedro Sánchez puede afectar negativamente a la próxima cita electoral. Consideran que el líder de Podemos está "desesperado" y se agarra a la coalición como salvavidas para no afrontar responsabilidades internas; pero creen que la estrategia puede derivar en un nuevo tropiezo en las urnas. Este mismo lunes, Iglesias llamó a aceptar una "posición modesta" en el Ejecutivo y a dialogar "sin líneas rojas, sin ultimátums y sin arrogancia".
Podemos "tiene muy complicado" presentarse como un "actor indispensable" para Pedro Sánchez. Es lo que considera el sector crítico, muy escéptico con que el Gobierno tienda la mano a Podemos. "Si no lo hizo con 71 diputados por qué lo va a hacer ahora con poco más de 40 y un Podemos debilitado", cuestionan. En este sentido, critican que el diseño de la campaña electoral, la deriva centralista de los últimos meses y la gestión de los resultados de las generales podrían arrastrar los malos resultados a las federaciones territoriales de Podemos, debido a la debilidad del partido.
Además, consideran que el presidente de Gobierno podrá "marear" y ningunear a Iglesias en las próximas semanas -durante la campaña electoral del 26M-, y dejar a la formación en posición de debilidad frente a un PSOE que no necesita de aliados. Esta posición, apuntan, podría alentar el llamado 'voto útil' y favorecer a la formación socialista en detrimento del partido morado, que en sus primeras autonómicas en 2015 consiguió representación en los parlamentos autonómicos de la mayor parte de las comunidades.
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