No aguantaba mucho sentado en su despacho de la facultad de Químicas de la Universidad Complutense al que había vuelto tras retirarse en 2014 de la política, a la que había dedicado 32 de sus 67 años de vida. Necesitaba levantarse y mover las piernas, andar por aquella pequeña habitación entre pizarras con fórmulas químicas y una tabla periódica de los elementos en inglés. Algo encorvado, Alfredo Pérez Rubalcaba parecía haber encogido un poco físicamente, pero su capacidad de análisis político, su oratoria y sentido de estado fueron gigantescos hasta que el pasado miércoles sufrió un infarto cerebral en su domicilio de Majadahonda (Madrid) que lo llevó de urgencias al Hospital Puerta del Hierro.
"Ruba", como lo llamaba Felipe González, lo fue todo en el PSOE y en el Gobierno. Ministro de Educación y Ciencia (1992-1993), ministro de la Presidencia y ministro portavoz (1993-1996) en los primeros ejecutivos socialistas. Portavoz parlamentario(2004-2006), ministro del Interior (2006-2011) y vicepresidente con José Luis Rodríguez Zapatero, al que sustituyó como líder del PSOE tras una delicada pugna con Carmen Chacón que abrió el partido en canal prácticamente hasta la victoria de Pedro Sánchez a Susana Díaz en las primarias de 2017.
Precisamente el flamante ganador de las elecciones generales le ofreció un nuevo destino político en el mes de diciembre: ser candidato a la Alcaldía de Madrid, un puesto que rechazó, incómodo por la exclusión de personas de su confianza, como Elena Valenciano, Soraya Rodríguez o José Blanco, de cualquier espacio orgánico e institucional del denominado "nuevo PSOE". Tan distante se sentía del modelo de partido encarnado en Sánchez que fue él quien denominó "Gobierno Frankenstein" a los intentos del líder del PSOE por gobernar con los independentistas y nacionalistas.
Tan distante se sentía del modelo de partido encarnado en Sánchez que fue él quien acuñó el "Gobierno Frankenstein"
La reconstrucción del proyecto socialista no convencía al veterano dirigente, que en 2015 retrasó su marcha de la Secretaría General del PSOE para hacer un último servicio a España: fraguar el último gran pacto de estado con el PP antes de la llegada de los nuevos partidos para facilitar una sucesión sin sobresaltos en la Corona. En materia de pactos, le enorgullecía especialmente haber contribuido decisivamente al fin de la banda terrorista ETA.
Como ex ministro del Interior recordaba que a ETA no la convenció Batasuna para que abandonara la violencia, sino la presión y acción de la Policía y la Guardia Civil. “Fue una derrota policial”, ha defendido en varias ocasiones. “Los que hacen el relato de que esto no ha acabado están hiriendo a las víctimas”, reprochaba Rubalcaba, que aseguraba que la estrategia que logró acabar con ETA se resume en haber hecho entender al entorno radical que “o votos o bombas”. “Batasuna nunca hizo una autocrítica seria, si al final lo hizo fue por que no tenía más remedio, con una ETA fuerte nunca le hubiera dejado hacerlo. El final de ETA ha sido policial”, explicó en septiembre de 2017.
Del terrorismo de ETA al yihadismo, la leyenda negra de Rubalcaba le sitúa como el ideólogo del agit-pro en la jornada de reflexión de las elecciones generales de 2004 para aprovechar los atentados del 11-M en beneficio del PSOE. "Los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad", aseguró ante las cámaras el 13-M, vísperas de las elecciones. Poco después empezó a correr como la pólvora por millones de teléfonos móviles del país el siguiente mensaje SMS: "Hoy 13-M a las 18.00. Sede del PP, calle Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. Pásalo".
Los ciudadanos se merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad", aseguró tras el 11-M
Otro de los aspectos más oscuros de su gestión fue una supuesta vinculación con las denominadas "cloacas del Estado" que él negaba insistentemente e irritado cada vez que surgía en los medios de comunicación. La última vez fue durante las primarias del PSOE, cuando el equipo de Pedro Sánchez temía que personal del CNI todavía leal a Rubalcaba espiara sus comunicaciones para beneficiar a Susana Díaz.
Aunque intentaba mantenerse lejos de la política, la cuestión catalana le hizo volver a la primera línea en varias ocasiones. “Los independentistas podrán gobernar pero no tienen, ni de lejos, una mayoría suficiente para romper con España. Porque Cataluña se ha dividido en dos mitades. Aunque los números no son nada condescendientes con el ilusionismo, son muchos los líderes políticos y sociales del independentismo que siguen hablando de lo que ha dicho, de lo que quiere o de lo que necesita Cataluña. No deberíamos dejarlo pasar, aunque resulte cansino refutarlo”, defendió tras las elecciones autonómicas.
En enero, durante la presentación de un libro sobre Cataluña junto al ex ministro Josep Piqué, aseguró que en el proceso independentista catalán "no todo se arregla con el paso del tiempo" y que sin la crisis económica "no hubiera habido ningún procès".
A juicio de Rubalcaba, la crisis había conseguido que ciertos proyectos políticos como el independentismo o los mandatos de Trump y Bolsonaro resultaran "creíbles" porque "debajo de la estelada lo esconden todo" y se han nutrido de las "tres es": épica, estética y ética.
"El PSOE puede dormir muy tranquilo si piensa que todo fue culpa de Rajoy pero se equivoca, al igual que se equivoca el PP o Ciudadanos", aseguró Rubalcaba, que consideró que los partidos políticos serían "bobos" si se echan la culpa unos a los otros porque "hay cosas más grandes" que ellos. Su última preocupación, en este sentido, "no es que Cataluña se vaya sino que España se vaya de Cataluña".
Una de las recompensas que había conseguido por abandonar la política era poder dedicarle más tiempo al fútbol, una de las pasiones de este reconocido madridista. "Ahora que estoy más alejado de la primera línea política puedo recuperar el tiempo para ver los partidos que antes me era imposible", explicó en octubre en Radio Marca, donde vaticinó que Lopetegui saldría del club antes de Franco del Valle de los Caídos y que Pedro Sánchez del Gobierno.
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