Pedro Sánchez mantiene el pulso a Pablo Iglesias. Las pretensiones del líder de Podemos de negociar el nuevo Gobierno tendrán que esperar a los resultados electorales del 26-M y sólo cobrarán fuerza si su apoyo resulta decisivo de forma mayoritaria en comunidades y ayuntamientos. Hasta entonces, en Moncloa enfrían las pretensiones de Podemos: "Tienen que asumir su realidad".
Desde el Gobierno señalan que la situación ahora es muy diferente a la de 2016, cuando Pedro Sánchez necesitaba el apoyo de Podemos para una investidura que resultó fallida. "Entonces los teníamos en la nuca, ya no", recuerdan fuentes de Moncloa, que subrayan que la suma de los 123 diputados del PSOE y los 42 de Unidas Podemos no son suficientes para hacer presidente a Pedro Sánchez. Al necesitar más apoyos, el respaldo de Pablo Iglesias no resulta decisivo y le resta fuerza en sus pretensiones, según las fuentes.
"El PSOE andaluz dio entrada en el Gobierno al PA o a IU porque sus escaños le daban la mayoría absoluta. Lo mismo ocurrió en Castilla-La Mancha con los dos diputados de Podemos que necesitaba. Pero en el Congreso no sumamos", recuerdan en Moncloa, que también destaca que el PSOE casi triplica en escaños a Podemos, y que el partido de Iglesias se ha convertido en la cuarta fuerza política en España después del sorpasso de Ciudadanos.
En esas condiciones, en el Gobierno consideran que Unidas Podemos no puede mantener "ese nivel de exigencias" reclamando la Presidencia del Congreso, la tercera autoridad del Estado, a cambio del apoyo parlamentario a Pedro Sánchez.
Un Gobierno de coalición también haría mella en la proyección internacional que se está labrando el presidente como gran líder de la socialdemocracia europea. Las críticas que no han tardado en llegar de Unidas Podemos a la posición del Gobierno respecto, por ejemplo, la crisis en Venezuela, disuaden a Sánchez y a su equipo de incluir a dirigentes de ese partido en puestos del Ejecutivo.
"Sólo hay investidura si nosotros estamos”, advirtió Iglesias al candidato socialista en su reunión de Moncloa el pasado martes. En ese encuentro, Iglesias también reclamó la gestión de otros organismos con un fuerte componente social vinculados a cuestiones como el desarrollo, la lucha contra la pobreza o la violencia de género. Incluso sacó a colación el nombre del ex Jemad Julio Rodríguez, al que desea situar en algún puesto tras sus fiascos electorales como candidato por Zaragoza, por Almería y luego en las batalla interna de Podemos en Madrid.
Como adelantó El Independiente, esa forma de "estar” se concreta “en ministerios, con caras reconocibles de Podemos, o cargos institucionales como la Presidencia del Congreso” que irían a manos de dirigentes como Irene Montero, Rafael Mayoral o Gloria Elizo. Sin esas cesiones, Unidas Podemos se mostró contraria a hacer presidente a Pedro Sánchez.
A pesar de las críticas de Podemos Andalucía, que ha expresado su oposición a plantear siquiera entrar en el Ejecutivo de la mano de Sánchez, Iglesias se arrepiente ahora de haber apoyado a gobiernos socialistas en ayuntamientos y comunidades autónomas sin haberlos compartido. Por eso ahora exige la entrada de Podemos en todos los que sea posible en coalición con el PSOE.
Por ese motivo, el principal argumento de su campaña es convencer al votante progresista, al electorado que ha vuelto al PSOE, de que la única posibilidad de que se desarrollen políticas de izquierda es obligar al PSOE a incluir a Podemos en sus gobiernos, desde los municipios hasta la Moncloa.
En su primer mitin de la campaña de las municipales y autonómicas, Iglesias se mostró el sábado consciente del "peso" político de su formación en el Congreso. Junto a Ada Colau en Barcelona reiteró el mensaje que ya lanzó durante la pegada de carteles del viernes: del apoyo y el poder que su formación reciba en estas elecciones dependerá también la fuerza negociadora con Pedro Sánchez.
"Hemos escuchado al Banco Santander diciendo que no quieren que estemos en el gobierno, como si fuera un partido que se presenta a las elecciones. Hemos escuchado a la COE diciendo que preferiría un gobierno del PSOE con Ciudadanos o en todo caso un gobierno en el que no estemos nosotros", espoleó Iglesias.
En la misma línea, la alcaldesa de Barcelona recordó a Pedro Sánchez de los gritos que hubo a las puertas de Ferraz la noche del 28 de abril: "Con Rivera no". "Que no se olvide el PSOE de que tuvo muchos votos prestados", advirtió.
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