La exdiputada de la CUP Mireia Boya ha asegurado que tuvo "la suerte" de subirse al techo de un coche de la Guardia Civil el 20-S para recordar a un grupo de "jóvenes más entusiastas" las prácticas de la "no violencia", si bien ha admitido que ella no era partidaria de desconvocar la concentración. Boya está pendiente de ser juzgada en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por desobediencia junto a miembros de la Mesa del Parlament cuando la presidía Carme Forcadell, una vez que el Tribunal Supremo decidió separar la causa en dos procedimientos.
La exdiputada, citada en el juicio por defensas de los Jordis por su participación el 20-S, ha explicado que ella y la exparlamentaria de la CUP Eulàlia Reguant "subieron a un vehículo de la Guardia Civil" después de que Sànchez y Cuixart les pidieran que recordaran a unos jóvenes cuales eran "las bases de la desobediencia civil no violenta", ya que "seguramente eran votantes de la CUP" y las cuperas podían conectar con ese grupo mejor que ellos.
Sé que a muchos de vosotros os encantaría estar encima de un Patrol de la Guardia Civil"
Ha justificado que "por su estatura" necesitaban algún lugar elevado para que les reconocieran, de manera que ellas consideraron que "subir al techo de uno de los dos coches de la Guardia Civil era un buen atril" para dirigirse a la gente. Una vez arriba dijo "en plan humorístico": "Sé que a muchos de vosotros os encantaría estar encima de un Patrol de la Guardia Civil. Yo tengo la suerte de poderlo hacer, pero lo hago para recordaros que estamos ejerciendo nuestro derecho a protesta y siempre tenemos que hacerlo desde la no violencia".
Y aunque no quiso "provocar daños" al subir al vehículo, sino que pretendía evitar altercados, ha reconocido que con su peso "seguramente sí" contribuyó "a chafar un poco el capó del coche". Boya, a quien las acusaciones han renunciado a formularle preguntas, ha explicado que los Jordis les propusieron desconvocar la concentración, "en especial Sánchez estaba convencidísimo", pero las exdiputadas de la CUP lo rechazaban.
"No éramos nadie para desconvocar, nos opusimos porque la gente ejercía libremente su derecho de manifestación, no teníamos esa potestad aun siendo cargos públicos, no estaba de acuerdo en desconvocar", ha señalado la testigo. En su opinión, no existían razones ya que había una "actitud completamente festiva" y "todo eran cánticos en positivo" de la gente que estaba "cantando y bailando", pero dejando claro que "en ningún momento" el fin era "impedir" los registros judiciales sino solo "defender el derecho de sufragio del 1 de octubre".
Las cuperas finalmente aceptaron desconvocar y subirse al escenario con la condición de que los Jordis y los diputados de Junts pel Sí les ofrecieran una alternativa para continuar manifestándose al día siguiente en un lugar y hora concreto. "Fui yo la que dirigí unas palabras apoyando desconvocar y anunciando la convocatoria al día siguiente. Los Jordis fueron los últimos en hablar en el escenario", ha precisado.
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