El núcleo duro de Podemos culpa a sus líderes territoriales de los malos resultados de las elecciones generales del pasado 28 de abril, donde el partido de Pablo Iglesias pasó de 71 diputados a 42, reduciendo un 40% su representación parlamentaria. Irene Montero defendió esta tesis en la última reunión del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, el máximo órgano entre asambleas, que se reunió el pasado lunes 6 de mayo para analizar la situación. La número dos de la formación protagonizó una intervención por videoconferencia y desde su vivienda abroncó a sus barones y les responsabilizó del fiasco electoral.
Pablo Iglesias reunió a su dirección el lunes de la semana pasada, una semana después de los comicios, con el objetivo de analizar la situación de cara a las autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo. En su intervención inicial, el dirigente huyó de la autocrítica, achacó su caída a las "disputas internas" y defendió que los resultados eran "suficientes" para lograr su "objetivo" de gobernar junto al PSOE. Una vez tomada la decisión de entrar en el ejecutivo socialista, el líder de Podemos dio paso a otras intervenciones durante la reunión, a la que acudieron los secretarios generales autonómicos de Podemos, los 62 miembros electos y, como novedad, los diputados recién elegidos en las generales.
El ambiente del encuentro fue sereno: los dirigentes territoriales evitaron la confrontación, en un intento por calmar las aguas de cara a los próximos comicios, y la mayoría de asistentes apoyaron la hoja de ruta de confluir en un gobierno socialista. Sin embargo, la imagen desde fuera era distinta: la federación andaluza se había opuesto esa misma mañana a la entrada en un Ejecutivo de Sánchez denunciando la arbitrariedad de una decisión no aprobada en el partido.
Además, algunos barones habían celebrado ese día una cumbre convocada a espaldas a la dirección de Podemos. Reeditaban así la reunión que ya protagonizaron en enero, la llamada Declaración de Toledo que buscaba dar la voz de alarma para la ejecutiva de Iglesias tras su negativa a llegar a un acuerdo con Iñigo Errejón. En esta ocasión, según pudo saber El Independiente, los dirigentes reconocieron que los resultados eran "malos" o "muy malos" y culparon de ello al diseño de la campaña, aunque no mostraron unidad en cuanto a una estrategia alternativa. Sin embargo, por tratarse de una reunión de dirección especialmente delicada por su cercanía a los comicios del 26M, los barones evitaron poner sobre la mesa estas críticas y cerraron filas. Intentaban así evitar que salieran a la luz las grietas internas que asolan la organización. "Nadie quería líos, era una reunión de trámite", observa uno de los presentes.
Una de las grandes ausentes del encuentro fue la número dos del partido, Irene Montero, que desde la campaña electoral ha evitado aparecer junto a su pareja y líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un intento por huir del fantasma del chalet y desvincularse de su gestión, con el objetivo de emerger como un perfil independiente y diferenciado de su antecesor, según destacan varias fuentes. Sin embargo, su ausencia -que el partido justifica en la conciliación familiar- se suplió mediante una intervención por videoconferencia que resultó cuanto menos chocante, como relatan los asistentes. En una conexión hecha a través de la aplicación Skype, la portavoz parlamentaria achacó los pobres resultados del 28A a la "falta de implicación" de los líderes territoriales en la campaña organizada desde la dirección de Podemos, según señalan fuentes conocedoras.
Según otras fuentes presentes, la dirigente acusó a sus algunos territorios de poner "palos en la rueda" en la carrera electoral diseñada desde Madrid. Aunque evitó dirigir "directamente" sus críticas hacia unos u otros, la número dos de Podemos se refería así a los dirigentes que en los últimos meses han cuestionado la deriva del partido, extremadamente bunkerizado y con un núcleo de poder cada vez más reducido tras la salida de personalidades como Iñigo Errejón, Carolina Bescansa, Ramón Espinar, Manolo Monereo o Pablo Bustinduy, entre otros.
Montero, según relatan los asistentes, reaparició en pantalla algo "desubicada". Desde su vivienda, la dirigente habría recibido como una afrenta la reunión de barones y el órdago de la federación andaluza y no habría percibido el "tono" conciliador de la reunión. Así las cosas, Montero apareció con un discurso agresivo que se salía de la tónica que había reinado en el encuentro. "Se le calentó la boca más de lo debido", justifican algunos, que atribuyen la regañina al enérgico carácter de la portavoz. No es la primera vez que Montero reprende vivamente a los suyos: ya lo hizo después de la crisis de Podemos tras su gestión catalana, cuando reprochó a Bescansa que expresara su posición al respecto, según adelantó El Independiente. En enero, durante la crisis de Errejón, la número dos también criticó duramente al sector errejonista del partido.
En su discurso, Montero también evitó hacer cualquier tipo de autocrítica y no admitió ningún error en cuanto a estrategia o diseño de campaña electoral, donde centraron su discurso en leer artículos enteros de la Constitución, incluso en el primer debate televisivo. Lejos de cualquier reconocimiento de este tipo, la dirigente se felicitó de que la marca Podemos haya "resistido", y para mostrar este logro puso como ejemplo comunidades como Galicia o Valencia, donde Podemos obtuvo mucho mejores resultados que las confluencias como Compromís con las que se presentaron en 2016 y que esta vez iniciaron su camino en solitario.
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