La colorida celebración de Eurovisión en Tel Aviv pasa por alto el cuestionable transfondo político que vive la región, levantado ampollas entre la población palestina, que ve con tristeza y resignación cómo la comunidad internacional legitima un Estado al que considera opresor.
Unos días antes de que los primeros turistas comenzasen a llegar a Israel, varios enfrentamientos entre el Estado sionista y el pueblo palestino dejaron un reguero de muertes. Ante la inminencia de la celebración del festival, Israel acordó lo que se ha bautizado como 'la tregua de Eurovisión'.
Muestras de protesta y manifestaciones, aunque de alcance muy limitado, han tenido lugar en Tel Aviv durante las últimas horas, al tiempo que algunas organizaciones pro palestinas y voces de la cultura han levantado la voz.
Más de medio centenar de organizaciones de lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGTB+) palestinas e internacionales pidieron boicotear el festival, acusando a Israel de "un uso cínico de los derechos de los homosexuales para distraer y normalizar la ocupación y el colonialismo".
Personalidades británicas, entre ellos el cantante Peter Gabriel, el cineasta Ken Loach y la diseñadora Vivienne Westwood pidieron sin éxito a la BBC que ignorase el concurso musical. La celebración del certamen "no contribuye en nada a la protección de los palestinos contra el robo de tierras, las expulsiones, los fusilamientos y los golpes de las fuerzas de seguridad israelíes”, lamentaron los artistas, entre quienes también figuran el cineasta Mike Leigh y el músico Roger Waters, uno de los fundadores del mítico grupo de rock Pink Floyd.
En medio de la frágil estabilidad que vive estos días Israel, varios ciudadanos palestinos, algunos residentes en Israel y otros en España, han trasmitido a El Independiente su sentir y el de su pueblo.
Majed Dibsi, periodista y jurista, expresidente de la asociación de la comunidad hispano palestina, asegura que "el malestar de esta celebración no es palpable entre todos los palestinos, sino también de la abrumadora mayoría de los pueblos árabes y un amplio sector progresista del mundo occidental, que ve en este evento una complicidad con el sistema de apartheid del estado de Israel".
A nivel personal, lamenta que "la ciudad de Tel aviv está construida en tierras de mi familia, entre otras que fueron expulsadas por la fuerza de Palestina y cuyas casas y propiedades fueron expulsadas".
Dibsi enumera varios puntos por los que Europa debería sentirse incómoda celebrado Eurovisión en Tel Aviv. "Israel como estado se ubica en Asia, por lo tanto no es europeo. Es un estado ocupante de las tierras palestinas y ejerce una política de todo tipo de atrocidades, ademas, se jacta de ser estado judío, donde no hay cabida a nadie que no lo sea", sostiene.
"Recientemente el consejos de DDHH de Europa ha calificado al estado de Israel como estado de apartheid. Siempre ha sido aliado del régimen del apartheid de Sudáfrica. El boicot al desaparecido régimen del apartheid de África fue medida de solidaridad con la población autóctona del país africano que contribuyó al caída de dicho sistema", recalca.
John, doctor en Narazet y que por motivos de seguridad prefiere no desvelar su apellido, explica que su opinión sobre la Eurovisión en Tel-Aviv no solo se ve influida por el hecho de ser palestino directamente afectado por las prácticas del sionismo, sino también su búsqueda de la justicia histórica y oposición a cualquier tipo de opresión.
"La gente tiende a pensar en la ‘Nakba’ como un evento único que tuvo lugar en 1948, mientras que la verdad es que la limpieza étnica de Palestina es un proceso continuo que comenzó mucho antes de 1948 y continúa hasta hoy. Por lo tanto, es fundamental saber que Israel no solo se construyó sobre las ruinas de ciudades y aldeas palestinas que fueron despobladas por la fuerza hace solo 70 años, y sobre cuatro de las cuales se encuentra la actual ciudad anfitriona de Eurovisión, sino que todavía se está practicando activamente la colonización hoy", señala John.
El médico palestino, residente en la mayor ciudad árabe de Israel, recuerda que "a solo 90 kilómetros al sur del "liberal" Tel-Aviv, dos millones de habitantes de Gaza viven en condiciones de pesadilla impuestas por el bloqueo israelí de la Franja, la mitad de ellos al borde del hambre al final del año calendario actual".
Al mismo tiempo, lamenta que "los palestinos en otras partes todavía están sufriendo una colonización activa, ya que el gobierno israelí está retirando por la fuerza a los locales de sus hogares en Jerusalén, Al-Khalil, Yafa y Akka, y los repobla con colonos judíos".
"No creo en las buenas intenciones de los gobiernos y las grandes corporaciones para liberar a los pueblos oprimidos, por lo tanto, soy consciente de las limitaciones de la organización BDS (Boicot Desinversiones y Sanciones) y del movimiento general de boicot, pero el régimen israelí debe ser responsabilizado por sus atrocidades, y eso significa su aislamiento no solo política y económicamente sino también culturalmente", considera.
Y subraya: "No creo que haya que preguntarse si ha de boicotear Eurovisión 2019 o no, sino más bien cómo en esta etapa de la historia el Estado de Israel aún goza de tal legitimidad mundial para que no solo se salga con la suya de los crímenes contra los palestinos, sino que también sea capaz de albergar un festival como la Eurovisión".
Desde Madrid, Ibra Youssef, fotografo hispano palestino, hijo de refugiado palestino procedente de Chatila, muestra su indignación.
"¿Qué cómo me siento? Indignado, como la mayoría de veces que el estado sionista de Israel utiliza su propaganda de “buenrrollismo y amabilidad” para acoger turistas sin enseñar toda la realidad. Indignado por que han convencido al mundo que su parque temático para celebrar Eurovisión, es seguro y pacífico. Un espacio occidental donde los turistas pueden ir a un hotel de 5 estrellas, comprar alcohol y pasar noches de fiesta sin pararse a pensar más allá", explica.
"Indignado porque yo sé, que hace 71 años un miércoles 15 de mayo como este, cientos de miles de palestinos eran expulsados forzosamente de sus casas. En concreto más de 700.000 entre finales de 1947 y 1949. Indignado porque veo como amigos y conocidos, eurofans o no, pasan vacaciones en el Medio Oriente conociendo la Tierra Sagrada y sin preguntarse mucho más ni reflexionar en los porqués", añade.
Ibra indica que "hoy se celebra Eurovisión sobre Al Manshiya, un pueblo que fue destruido a arrasado por los israelís en 1948. Había más de 13.000 habitantes antes del 15 de mayo. Hoy se celebra allí un acto que supuestamente ejemplifica la unidad de los pueblos, la cultura, la música y la libertad".
El joven hispano-palestino apunta como "en la ceremonia que alardea de la mezcla de procedencias y culturas, por su puesto, puedes llevar la bandera de cualquier país miembro o cualquiera que participe, pero no se te ocurra llevar una palestina, desde 2016 la pusieron en una lista de banderas prohibidas".
En su opinión, "lo que hoy allí se celebra es la hipocresía, la desfachatez y la incompetencia de muchos gobiernos que por intereses económicos permiten que sigan vulnerándose día a día la declaración universal de los derechos humanos. Que día tras día se siga asesinando, masacrando y bloqueando a personas palestinas".
Por su parte, Alaa, un joven ingeniero de software de Nazaret, indica que su opinión sobre eurovisión no tiene que ver directamente con el festival –sea Eurovisión u otro evento internacional-, sino con su celebración en Israel.
"Especialmente Tel Aviv no representa realmente al Estado sionista. Este país es un país de apartheid, y como palestino que vive dentro del área de ocupación israelí y que carece de los mismos derechos que los israelíes lo sufro cada día, al igual que toda la población que vive allí", relata.
Alaa considera que "la celebración de este tipo de eventos muestra una imagen falsa y pacífica de un país que muestra su hospitalildad a todo el mundo pero que levanta muros vergonzosos".
Desde su perspectiva, "Tel Aviv se presenta ante el mundo como un símbolo de libertad, como la capital de un país de mente abierta y pacífica, mientras que en realidad es todo lo contrario".
"La mayoría de los turistas que acude a la Eurovisión disfrutará de una ciudad que no solo muestra una parte de la verdad, tras la bella escena", concluye.
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