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Pablo Iglesias desoye las críticas y gana tiempo para atar su sucesión en Montero

El secretario general de Podemos justifica su continuidad en su capacidad de influencia sobre un Gobierno del PSOE

Pablo Iglesias en su comparecencia el día posterior a las elecciones del 26M. | EFE

Pablo Iglesias continúa su huida hacia delante. El líder de Podemos guardó silencio en la noche electoral tras los malos resultados obtenidos el 26M, donde se dejaron dos tercios de los diputados autonómicos y cinco diputados en las europeas. Sólo un día después de la debacle compareció para reconocer los "malos resultados" y llamar a una "autocrítica" que no llegó a concretar. Entre las causas del fracaso, sólo apuntó a la división de la izquierda, en una clara referencia a Iñigo Errejón, y al 'efecto arrastre' del PSOE en el Gobierno. Numerosos cuadros del partido hasta ahora fieles a su líder y otras muchas corrientes de la formación reclaman responsabilidades a la cúpula de Podemos ante lo que consideran una falta de reflexión profunda de lo ocurrido. Iglesias, lejos de atender a estas voces, se atrinchera en la Secretaría General de Podemos y justifica su continuidad en la negociación para un pacto de Gobierno con Pedro Sánchez. El motivo, sin embargo, sería otro, según apuntan fuentes del partido: esperar a que se enfríe la derrota y preparar el terreno para su más que previsible sucesora, su pareja y madre de sus hijos Irene Montero.

La dirigente ya descartó este martes en la Cadena Ser que se fuera a abrir de forma inminente un proceso de relevo en la dirección de Podemos, y lo justificó en que las bases del partido no les eligieron solo "para los momentos buenos", sino también para "los malos". En la línea defendida por Iglesias, insistió en que su presencia es clave para poner en marcha "gobiernos de progreso". Horas después, el líder del PSOE descaraba la fórmula del Gobierno de coalición, y los líderes del partido han decidido guardar silencio este miércoles, en el que no tienen ninguna comparecencia prevista. Pese al rechazo de los socialistas a un Gobierno conjunto, Iglesias mantendrá su discurso para justificar su permanencia en el liderazgo del partido.

Iglesias hace oídos sordos a las críticas que arrecian estos días y retrasa su marcha para dejar el camino despejado a Montero, apuntan distintas fuentes. Hace meses que los dirigentes empezaron a preparar el terreno a esta nueva sucesión y han evitado aparecer juntos en actos públicos; un movimiento que ha sido visto como un intento de la cúpula de desvincular a la número dos del partido de su líder y evitar que la dirigente se viera perjudicada por los previsibles malos resultados. Confirmada la debacle, Iglesias no parece tener prisa en convocar Vistalegre 3, a la espera de que pase la marejada interna por la pérdida del 40% de diputados al Congreso y dos tercios de diputados autonómicos, y por la falta de autocrítica. Antes incluso de esta asamblea estatal no se descartaría abrir un proceso en la Comunidad de Madrid para renovar a su dirección tras la dimisión de Ramón Espinar, y situar allí al hombre fuerte de Iglesias en la capital, Jesús Santos. Estas primarias darían oxígeno a la cúpula estatal para salir del foco durante algunas semanas y allanaría el camino al continuismo de Montero en la formación.

Iglesias no quiere abrir el melón de unas primarias sin haber atado el nuevo liderazgo de su pareja, y en esta ecuación entra un elemento más: el embarazo de la número dos del partido. Un factor que podría marcar los tiempos de la formación, según critican algunas voces. En Podemos son muchos los que apuntan a que Iglesias esperará a convocar Vistalegre 3 hasta después del nacimiento de su hija -previsto para septiembre u octubre- de manera que Montero esté en disposición para pilotar el partido a su vuelta de la baja maternal. "El matrimonio ya no distingue su ámbito privado del ámbito del partido", censuran. "Hacen depender a sus cargos y militantes en todo el país de lo que deciden para su vida". "Piensan que Podemos les pertenece, y ya no establecen fronteras entre su ámbito privado y el ámbito del partido (que somos todos)", censuran algunos.

Iglesias y Montero ya estuvieron el centro de las críticas por este mismo motivo hace un año, cuando convocaron un referéndum en las bases de Podemos para consolidarse tras la polémica compra del chalet de Galapagar por 600.000 euros. Ahora muchos reclaman que vuelvan a lanzar un debate y una consulta a partido tras la derrota histórica del 26M tras una estrategia fracasada basada en 'La Trama', "las cloacas" y el viraje ideológico, por el que Iglesias pasó de rechazar acuerdos con el PSOE que proponía su número dos en 2017 a llamar a la puerta de su Gobierno. Un cambio sustancial que tampoco se sometió a las bases, como tampoco lo hizo el acuerdo presupuestario con Pedro Sánchez o la negativa a pactar con Iñigo Errejón.

Vistalegre 3, en el horizonte

Ahora son muchos los que reclaman que se vuelvan a abrir las urnas para determinar el futuro de la formación. "Es hora de la autocrítica y, sobre todo, de consultar a los inscritos e inscritas", reclamaba un inscrito en Podemos en la página oficial de debate del partido. "Si la reflexión a nivel nacional es "la división en la izquierda es algo malo" (algo que se sabe desde hace décadas...), y ser responsable directo de lo ocurrido en Madrid, es que algo no funciona como debería o que simplemente se nos toma por tontos. Los responsables de esa división en la izquierda, digo yo, tendrán que rendir cuentas".

La contestación aumenta ante una cúpula que espera estos días a que baje la presión, pero la contestación aumenta ante una estrategia del partido que ha dejado fuera a decenas de dirigentes. Sergio Pascual, Iñigo Errejón, Teresa Rodríguez, Manolo Moreneo, Carolina Bescansa, Luis Alegre, Ramón Espinar, Carlos Fernández Liria, José Luis Villacañas, Óscar Guardingo, Xavi Domènech, Juan Torres, Jorge Lago, Lorena Ruiz-Huerta, o Pablo Bustinduy han sido víctimas de la bunkerización de la cúpula de Podemos, que ha condenado al ostracismo a todas las voces mínimamente discrepantes. La actual dirección del partido está compuesta por leales y amigos personales del tándem Montero-Iglesias.

"Si ellos se consideran imprescindibles puede significar que los votantes e inscritos somos prescindibles. Está claro que si empezamos a echar las culpas a los demás algo se está haciendo muy mal. No ha sido solo la debacle municipal y europea, es que en las generales también hubo una caída muy fuerte. Nadie es imprescindible, si no se asumen responsabilidades a lo mejor empiezan a llegar las dimisiones entre los inscritos. ¿Es eso lo que quieren?. No lo están haciendo bien, el camino que han seguido no lleva a buen puerto. Soy de la opinión de que UP esté en condiciones de pactar con el PSOE a pesar de la cúpula actual, y no gracias a su labor. Y si Pablo Iglesias puso su cargo a disposición de los inscritos por una nimiedad como el famoso chalet, ¿no sería lo lógico que pusiera su cargo a disposición de los inscritos nuevamente ante la gravísima situación del partido?", aseguraba otro inscrito del partido en la web de debate oficial.

No me sirven las caras largas y seguir como si nada, es como el putero que se va a confesar"

"En algún momento, alguien tiene que asumir alguna responsabilidad, dejar de repetir errores y parar de echar culpas a todos.Evidentemente los medios siempre pueden influir, eso no quita la cantidad de errores comunicativos y estratégicos (principalmente a mi juicio) que se han cometido y han costado muy caros. [...] No me sirve ver caras largas en ruedas de prensa y seguir como si nada, es como el putero que se va a confesar... Algo tiene que cambiar, me parece genial lo de asumir errores, mejor si se pone en marcha un mecanismo para que deje de ocurrir", consideraban en otro de los espacios de debate de Podemos.

"Tratemos de reiniciar esto, las ideas eran muy buenas hasta que se acabaron contaminando del comunismo hortera y mesiánico de Monedero y compañía. Un nuevo partido que aglutine  a todos en la socialdemócracia, porque está visto que estos que han quedado en el partido no se van a bajar del carro. Claramente no van a dimitir. No tienen dignidad, se han vendido a la comodidad de nuevos burgueses", defendía otro.

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