Ciudadanos perfiló ayer, por fin, la que será su estrategia de negociación en el complicado y fragmentado escenario de pactos planteado tras el 26-M. Nada nuevo de lo defendido en campaña, con la salvedad de una marcada y subrayada línea roja: la ratificación de que no habrá tripartitos y, por tanto, no firmarán nada con Vox, poniéndose de frente a "las negociaciones entre los tres" planteadas horas antes por Teodoro García Egea desde el PP.
Y es que las decisiones tomadas ayer desde la dirección nacional no cambian demasiado la tónica mantenida por el partido desde el comienzo de la campaña de las municipales y autonómicas: el PP como "socio preferente" y "allí donde no sean posibles acuerdos con el PP se podrán abrir negociaciones con el PSOE" de manera "excepcional". Pero este lunes se esgrimió un contundente detalle: el intento de Rivera de mostrar un partido sin fisuras dejando ver una estrategia de pactos clara y respaldada ahora por la "unanimidad" de la dirección, una ejecutiva ampliada a 36 miembros y donde el ala progresista tuvo cabida para plantear sus reticencias a la hora de reeditar un pacto a la andaluza en las cuatro comunidades en jaque, salvo Castilla y León, donde los de Casado y los de Rivera tendrían mayoría absoluta sin contar con Vox como actor necesario.
Fuentes de Ciudadanos confirman que las reclamaciones del sector disonante, encabezado por pesos pesados como Luis Garicano o Manuel Valls, han sido escuchadas e incluidas en las decisiones de la dirección nacional y que, por el momento, están conformes con la postura que ha tomado el partido de "no rozarse" con Vox. La apertura al PSOE por encima de la formación de extrema derecha, aunque tímida, también ha sido escuchada por el núcleo duro, rebajándose la tensión respecto a posibles pactos a la izquierda.
Pero el veto manifiesto a Abascal, del que excluyen la posibilidad de sentarse para explicarles los consensos alcanzados por los populares, traerá consigo un daño colateral inevitable: que Ciudadanos no negociará con su socio preferente si estos acuerdan por el otro lado que los de Santiago Abascal entren en alcaldías o autonomías concretas, una exigencia reiterada hasta la saciedad por Vox. Y esta es solo una de las líneas rojas "específicas" que plantea Ciudadanos de cara al escenario de contactos a uno y otro lado que se preparan para los próximos días.
La Ejecutiva ha marcado de forma unánime las líneas programáticas que seguirán los naranjas en los comités territoriales, y que deberán ser acatadas por cualquier partido -sin distinción de color- para alcanzar acuerdos de gobierno con Ciudadanos, de los que sacan necesariamente tanto a Vox como a Podemos.
Las líneas rojas más evidentes y reiteradas se escenifican en forma de órdagos velados a los socialistas. Los naranjas ya no piden a los barones socialistas que se levanten explícitamente contra Pedro Sánchez -como sí sostenía Inés Arrimadas hace unas semanas- pero sí priorizan los puntos sobre política territorial, en concreto en dos de los diez puntos difundidos por los naranjas, en los que instan a los "partidos firmantes" a defender el Estado de las Autonomías y la "utilización de todos los instrumentos (...) para hacer frente al separatismo y a cualquier amenaza a nuestra Constitución", y concreta: asegurar "la neutralidad de las instituciones y espacios públicos, incluida la aplicación del artículo 155 en Cataluña en caso de que el Govern de la Generalitat siga sin acatar el orden constitucional".
Así, en caso de llegar a acuerdos con barones como Tudanca en Castilla y León o Lambán en León, los naranjas exigen que estos asuman en sus Comunidades "un modelo de financiación más justo, transparente y sin privilegios de los nacionalistas", defendiendo una oposición rotunda "a cualquier pacto bilateral".
Medidas fiscales, Sanidad y aforamientos
Los límites al PSOE no son los únicos que se deducen del acuerdo naranja. Los pactos de Ciudadanos con barones y alcaldables, tanto del PP como -en menor medida- con el PSOE, deberán pasar necesariamente por otras condiciones unánimes, como la aceptación de medidas fiscales como la supresión del "injusto" Impuesto de Sucesiones en los diferentes territorios o la negación explícita de aumentar la presión fiscal sobre familias y empresas.
Otro de los muros de Albert Rivera pasa por una exigencia defendida en su Comunidad por uno de los barones fuertes de Ciudadanos: Francisco Igea. Y es la exigencia de cerrar todos los "chiringuitos" políticos y enchufismos a través de una Ley de Despolitización de la Administración Autonómica, así como impulsar una Reforma del Estatuto de Autonomía que elimine aforamientos y privilegios. En esta misma línea, los naranjas no consentirán, a priori, entrar en gobiernos con socios que cuenten con imputados por corrupción política entre sus filas.
A Ciudadanos y a Vox se encuentran en las antípodas en algunos puntos, como lo es la violencia machista y las políticas de igualdad entre hombres y mujeres. Y frente a la justificación del 'no' a Vox a los Presupuestos en Andalucía por basarse en la continuidad de las políticas de género subvencionado por los que ellos consideran "chiringuitos de género", los naranjas plantan otra de sus líneas rojas que excluiría, de no haberlo hecho ya, posibles acuerdos con Vox: gestar un "Pacto de Estado contra la Violencia Machistas" y defender los derechos del colectivo LGTBi.
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