Una semana después de las elecciones autonómicas y municipales, los partidos empiezan a dejar atrás los argumentarios de campaña. El pragmatismo a la hora de establecer acuerdos de gobierno empieza a abrirse paso excepto en el caso de Vox, que ha puesto en jaque los presupuestos del Gobierno andaluz para demostrar a PP y Cs que va en serio con su exigencia de una negociación a tres bandas.
Mientras el partido de Abascal presenta ese pulso, algo empieza a cambiar en las direcciones de PSOE y Cs. Las Ejecutivas de ambos partidos moderan su lenguaje en los mensajes que se cruzan acercando unas posturas que hace una semana parecían irreconciliables. Ferraz ha dado un primer paso al desautorizar un acuerdo del PSOE en Navarra que necesitaría el apoyo de EH-Bildu y la cúpula de Cs ha rebajado sus vetos a pactos con los socialistas. Aunque mantiene al PP como "socio preferente", el partido de Rivera ya considera al PSOE como segunda opción para alcanzar acuerdos "por el bien de España".
Así lo admiten fuentes de la dirección de Cs, que destacan que la reunión de ayer ha dado como fruto un documento programático de diez medidas como base de cualquier negociación. En la cúpula de Ciudadanos niegan que se haya producido un "cambio de estrategia", pero sí admiten que el paso del tiempo hace que se vaya "concretando" su disposición a los pactos: El PP como "socio prioritario" y, en el caso de que no sea posible, con el PSOE por "el bien de España".
En ese decálogo se rebajan notablemente las exigencias que el número 2 de Cs, José Manuel Villegas, había puesto al PSOE la semana pasada para alcanzar acuerdos. El lunes después de los comicios, Villegas reclamó a los candidatos socialistas de ayuntamientos y comunidades como Castilla y León, Aragón, Murcia y Madrid que "renegaran" de las políticas de Pedro Sánchez, de las políticas de los separatistas" y que abogaran por "aplicar el 155 en Cataluña” como condición para negociar. "Vamos a pedir coherencia con esa unión e igualdad entre todos los españoles”, lo que “va a implicar renegar de las políticas de Sánchez de pacto con los populistas y separatistas”, anunció.
Una semana después, Villegas ha explicado que no habrá “condiciones específicas para un partido u otro para negociar”, aunque llevará a la mesa de negociación “unos puntos específicos” entre los que se incluye la mención al 155, para llegar a acuerdos “donde no podamos con el PP”, eso sí, “siempre que asuman nuestros puntos y rechace la postura de Pedro Sánchez de pacto y cesión con nacionalistas”. Con el veto de Ferraz al acuerdo entre el PSOE de Navarra y las marcas locales de PNV (Geroa Bai) e IU (Izquierda-Ezquerra) que necesitaría el concurso de EH-Bildu se empiezan a cumplir esas condiciones.
"Todo el mundo sabe que Bildu no es socio de gobierno para el PSOE en ninguna de sus formas. Es un asunto que está claro, siempre ha estado claro y por tanto no hace falta que tengamos que volver a decirlo", ha asegurado este lunes la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que ha celebrado el cambio de dirección del partido de Rivera que, a su juicio, nunca debió vetar a una formación "profundamente democrática y constitucionalista" como el PSOE. "El presidente Sánchez ha dicho siempre lo mismo y sigue diciendo lo mismo. Que Cs tiene que estar en el plano de la negociación que conviene a este país y donde estamos los partidos democráticos", ha destacado.
En Moncloa ven con optismismo ese cambio de postura, que podría acercar a Sánchez a dos de sus principales objetivos: desalojar al PP de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y no depender de Podemos y los independentistas en su investidura, que se prevé en la segunda semana de julio. El veto al acuerdo con Bildu en Navarra coincide con un cambio de actitud del PSOE hacia Ciudadanos, al que había incluido en el "trifachito" como "una de las tres derechas" para apelar ahora a su carácter reformista y regenerador.
En una entrevista con El Socialista, el numero 3 del PSOE, José Luis Ábalos, ha llamado a Ciudadanos a que no enclaustre en "acuerdos de bloques ideológicos" y pase a formar parte de "bloques regeneracionistas" para atender la petición de los votantes que "quieren pasar página" a una época de "falta de higiene democrática, agotamiento de proyecto y descomposición en el Partido Popular", en clara referencia a Castilla y León y Madrid. "Apelamos a otras fuerzas más comprometidas con la regeneración democrática a que posibiliten este cambio", ha apostillado Ábalos, que aumenta así la presión sobre Ciudadanos para que no pacte con Vox.
A su juicio, esos acuerdos entre PP, Cs y el partido de Abascal sólo servirían para "banalizar la participación de la extrema derecha" en posibles gobiernos y contrastarían con las prácticas en países como Francia -con un presidente en el que se inspira Rivera- en los que las formaciones se alían para restarle espacio. "En nuestro caso, además, son evocadores de la dictadura y así cuesta mucho asimilarlos como constitucionalistas", ha indicado Ábalos, quien ha criticado también que haya dirigentes de la derecha que "quieren convertir las administraciones en trincheras políticas, frente a otros niveles de gobierno". "Me parece absolutamente impropio y es una forma de degradar y usar espuriamente estas instituciones", ha censurado.
Ábalos sigue así el guión marcado por Pedro Sánchez desde la noche electoral del 28 de abril, cuando aquietó a los militantes del PSOE que gritaban en Ferraz "con Rivera no". "Lo he escuchado, pero nosotros no vamos a hacer como ellos, nosotros no vamos a poner cordones sanitarios, la única condición que vamos a poner es el respeto a la Constitución y a la convivencia”, les corrigió desde el balcón de la sede. “Después de este ciclo electoral tan intenso después de la moción de censura, es importante que todos los partidos reflexionen a la hora de otorgar un horizonte de estabilidad a las instituciones. Por tanto, dejemos de un lado la dialéctica electoral y pensemos en la mayoría de los españoles”, reclamó Sánchez esa misma noche electoral. “El PSOE ha ganado las elecciones y aquellas administraciones donde no pueda gobernar será porque la derecha de PP y Cs pactan con la ultraderecha. Por tanto, el mensaje y la voluntad inequívoca de los españoles de avanzar y no retroceder, de no involucionar, es una responsabilidad que le incumbe al PP y a Cs", insistió.
El hecho de que Rivera se abra a alcanzar acuerdos con el PSOE donde "no sea posible con el PP" coincide con su veto a negociar con Vox, actor imprenscindible para gobiernos conjuntos como el de Andalucía. El partido de Abascal insiste en que Ciudadanos debe tratarlo como un interlocutor válido para apoyar esos gobiernos y amenaza con permitir investiduras de izquierdas hasta que Rivera cambie de opinión y empiece a reconocerles legitimidad como socios. La moción de censura es el instrumento que ofrece Vox para revertir gobiernos como el de Manuela Carmena a partir del día 15. "Seremos razonables y flexibles, pero no vamos a admitir que nos enseñen un documento como si se tratara de un trágala", ha advertido Abascal.
La negativa de Ciudadanos a negociar con Vox dificulta que prosperen esos acuerdos a tres bandas. Si además el partido de Abascal cumple sus amenazas y permite alianzas de izquierdas en plazas emblemáticas como el Ayuntamiento de la capital por esa falta de interlocución, a Rivera se le agotarán las excusas para no negociar con el PSOE y facilitar procesos de cambio en bastiones del PP como la Comunidad de Madrid.
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