Ya es oficial. Ciudadanos ha roto todo tipo de relación con Manuel Valls. El secreto a voces ha sido confirmado este lunes por Inés Arrimadas, que ha comparecido tras la reunión del Comité Permanente de la formación en la madrileña sede de Alcalá para anunciar que la Ejecutiva ha tomado la decisión de formar un "grupo propio" en Barcelona con sus tres concejales, dejando completamente al margen a los otros tres ediles del ex primer ministro galo. Una ruptura que Valls esperaba, pero que se ha negado a comentar en caliente.
El político francés se ha limitado de momento a señalar que está "evaluando" la situación creada por el anuncio de ruptura de Cs, que formará grupo propio con los tres regidores que militan en el partido, Mariluz Guilarte, Paco Sierra y Marilén Barceló. "Se pronunciará en el momento oportuno después de analizar con su equipo el nuevo escenario que se abre para el grupo de Barcelona pel Canvi". Fuentes del grupo confirman, sin embargo, que el escenario inevitable es el de la creación de dos grupos separados, lo que supone el reparto al 50% de las subvenciones que hubieran correspondido al grupo BC-Cs.
Valls defiende, eso sí, que su resultado en las elecciones del 26M "ha sido decisivo para frustrar el acceso del independentismo a la alcaldía de Barcelona" poniendo así en valor la decisión adoptada tras los comicios y puesta en práctica el sábado, cuando votó a favor de la investidura de Ada Colau para evitar que el republicano Ernest Maragall asumiera la vara de alcalde. Valls ha hecho esta alusión pese a que la alcaldesa ha dado muestras ya de que sigue avalando las tesis independentistas al colgar de nuevo el lazo amarillo de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona.
Cs esgrime "discrepancias importantes"
El motivo esgrimido por los naranjas es el apoyo "sin condiciones" de Manuel Valls a Ada Colau para revalidar la alcaldía de Barcelona, lo que ha provocado "discrepancias importantes" con la plataforma de Barcelona pel Canvi respaldada, hasta ahora, por Ciudadanos. La portavoz de la Ejecutiva de Albert Rivera ha defendido que apoyar a Colau es como apoyar al candidato de ERC, Ernest Maragall, poniendo como ejemplo la intención de la alcaldesa de Barcelona de exhibir el lazo amarillo en el balcón del Ayuntamiento.
Arrimadas contradice así la versión dada hace tan solo unas horas en el programa El Objetivo, en el que defendió que, pese a no coincidir en la decisión de prestar tres de sus concejales para permitir la reelección de la "populista" Ada Colau, aseguraba que su relación era buena y que seguirían trabajando juntos los próximos cuatro años.
El apoyo de Valls a la líder de los comuns es tan solo el último de una larga lista de desencuentros del francés con Albert Rivera. El ex primer ministro francés contravino en reiteradas ocasiones el veto de la dirección nacional de apoyar a Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona para evitar, según su criterio, que la ciudad cayese en manos independentistas. El núcleo duro del partido apostaba, pese a las diferencias, investir en todo caso al líder del PSC, Jaume Collboni. Pero las cuentas eran claras y, de no haber contado con los tres concejales de Barcelona pel Canvi -los otros tres concejales de Cs votaron en contra- la llave de la ciudad hubiese recaído sobre Ernest Maragall.
Ciudadanos se enroca así en la posición de desoír las críticas hacia las últimas decisiones de la dirección nacional en las que Manuel Valls era uno de los mayores disidentes. Pero el gran detonante de las relaciones entre Rivera y Valls siempre fue Vox. El primer tirón de orejas vino meses atrás, con el controvertido pacto de coalición en Andalucía que salió adelante gracias a los votos en positivo de la formación de Santiago Abascal. Entonces, apeló a "recuperar la centralidad política" y rechazó de plano la decisión que había tomado su partido: "prefiero no ser alcalde a pactar con Vox", señalaba entonces.
Destacado fue también el "gran pacto constitucionalista" que Valls pidió por escrito a Sánchez, Rivera y Casado para garantizar la gobernabilidad "sin condicionamientos de formaciones políticas ajenas al orden constitucional" en clara referencia a Vox. De nuevo, Rivera hizo caso omiso de las advertencias de su socio francés.
El primer ultimátum llegó un poco más adelante, justo en la noche electoral del 26-M, momento en que se dibujaba un complicado mapa electoral en el que Ciudadanos necesitaría de Vox -y de PP- para gobernar en decenas de ayuntamientos e importantes autonomías. Valls avisaba entonces a Rivera: que rompería de manera "total y definitiva" sus relaciones con el partido si estaban dispuestos a llegar a "cualquier acuerdo" con Vox.
Y la grieta estaba más que abierta a juzgar por los últimos encontronazos entre Valls y miembros del 'núcleo duro' naranja a raíz de las reuniones en secreto que mantuvo Ignacio Aguado con Rocío Monasterio que certificaban el 'entendimiento' entre ambas formaciones para la constitución de la Asamblea de Madrid. Manuel Valls aseguró que no podía esconder una "gran preocupación" por la efectiva "normalización de un partido de extrema derecha" llevada a cabo por su partido, unos tuits que contaron con duras críticas por parte de Marcos de Quinto, entre otros diputados.
El cordón sanitario levantado al PSOE también levantó ampollas en las filas de Valls. El 'no' rotundo y expreso de apoyar la investidura de Pedro Sánchez truncaba de plano el escenario que Valls tenía previsto -de haber cumplido con sus expectativas electorales- en Barcelona. El cisma se abría aún más hace tan solo unas horas, cuando el ex mandatario galo abría de nuevo el debate en Twitter al asegurar que Aragón "necesita" que el socialista Javier Lambán presida la comunidad autónoma, olvidándose por completo de las pretensiones de Ciudadanos de no salirse de las líneas marcadas por su acuerdo con su "socio preferente": el PP.
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