Tan solo han transcurrido unas horas desde que Albert Rivera pusiese punto y final a nueve meses de matrimonio con Manuel Valls, pero el ex mandatario francés ya tiene una decisión tomada sobre lo que le deparará el futuro a raíz de su divorcio con los naranjas.
Si bien se ha especulado tanto con que Valls inauguraría una nueva etapa política formando un grupo propio en el Ayuntamiento de Barcelona, como con que el ex socio de Ciudadanos ficharía por el PSOE en los próximos meses, la realidad resulta distar bastante de los rumores. Fuentes próximas a Manuel Valls confirman a El Independiente que el aún líder de la plataforma Barcelona pel Canvi no tiene -ni va a tener- "proyecto político propio" y que sus planes pasan únicamente por centrarse en su vida privada. "Su idea es estar unos meses más en el Ayuntamiento de Barcelona para después dedicarse por completo a su vida privada", confirman.
Esta decisión tendría consecuencias inmediatas, entre ellas la de decantar la balanza definitivamente de Celestino Corbacho hacia los asientos naranjas. El ex primer ministro socialista, que ya ha optado por abandonar la plataforma de Barcelona pel Canvi y unirse al grupo municipal de Ciudadanos pese haber votado a favor de la investidura de Colau, sopesaba este martes, previa reunión con ambos grupos, cuál era su mejor baza. Y la predisposición de Valls de abandonar la política municipal en unos meses podría haber sido el detonante definitivo a la decisión de Corbacho de unirse a los tres concejales de Ciudadanos en Barcelona manteniendo, eso sí, su carné de independiente.
La cuenta atrás para la salida efectiva de Valls del Ayuntamiento de Barcelona podría tener como fecha límite el mes de septiembre, cuando el ex mandatario francés celebra su enlace con la ex consejera de Caixabank y Abertis, Susana Gallardo, que presume de ser una de las mujeres más ricas de España por ser, además, la heredera de los laboratorios Almirall, lo que confirma la posición milmillonaria de su familia -la décima más adinerada del país-.
Más allá de la ceremonia, Valls seguirá escribiendo tribunas e, incluso, estaría dispuesto a apoyar determinados proyectos políticos, pero siempre "desde fuera". Las posibilidades, por tanto, de fichar por los socialistas como se ha venido rumoreando se difuminarían porque "el proyecto que él tenía y quería en España era Ciudadanos desde el principio". Y sus aspiraciones de triunfar en la política española de la mano de Albert Rivera ya se han frustrado.
Estas mismas fuentes confirman a este diario que la idea de ruptura no había planeado sobre el entorno del ex primer ministro francés y que la decisión llegó, vía telefónica, de la mano de José Manuel Villegas tan solo unos minutos antes de que Inés Arrimadas hiciese pública la noticia. Valls, por contra, no quería llegar tan lejos y sus planes pasaban únicamente por trasladar a la dirección nacional un toque de atención sobre los postulados que vienen defendiendo en los últimos meses y a los que él, dentro de la línea europeísta marcada por Emmanuel Macron, se oponía frontalmente.
Ciudadanos se queda cojo en Cataluña
El pasado mes de septiembre, Manuel Valls conseguía atraer el respaldo de Ciudadanos a una candidatura transversal con sus propias siglas en Barcelona. Rivera veía en el francés una baza para frenar también a nivel municipal a las fuerzas independentistas y arrastrar de alguna manera el éxito de Inés Arrimadas el 21-D tras anunciar esta su salto a la política nacional como cabeza de lista de Ciudadanos por Barcelona en el Congreso de los Diputados. Pero su marcha y los continuos desencuentros entre Manuel Valls y Albert Rivera, que saltaron por los aires por las relaciones con Vox- terminaron por lastrar los resultados de Cs en la región.
Los naranjas perdieron en las municipales del 26-M un 73% del voto si se comparan los resultados con los obtenidos en las autonómicas de 2017 celebradas en el marco de la aplicación del artículo 155, o lo que es lo mismo: 810.951 papeletas menos.
Lejos de asumir el declive en la región por antonomasia del partido, la dirección defiende que no son magnitudes comparables, aunque algunas voces críticas señalaron en su día que esta caída de Ciudadanos en Cataluña bien podría achacarse al objetivo de los naranjas de ocupar el espacio del PP en la política nacional -después de que el 28-A se quedaran a escasos 200.000 votos de convertirse en segunda fuerza política- que dio sus frutos en bastiones históricamente populares como la Comunidad de Madrid, pero que provocó el efecto contrario en Cataluña.
El pasado 26-M, Barcelona pel Canvi recogía en la capital 99.500 votos, una cifra que pese a mejorar los resultados de Carina Mejías en 2015, se tuvo que conformar con un modesto cuarto puesto que choca con las expectativas de un partido que esperaba reproducir el éxito de 2017 con Manuel Valls como llave.
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