Tradicionalmente a la sombra de Tokio, la ciudad de Osaka podrá presumir este fin de semana de ser la capital de la economía mundial. Toda reunión del G20 supone siempre un hito de enorme relevancia. Pero la trascendencia de esta nueva cita rebasa cualquier precedente cercano. Y no tanto por los debates previstos en la agenda oficial, sino por el esperado encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping.
La guerra comercial en que se hallan inmersas ambas potencias mantiene en vilo al mundo entero, a medida que sus efectos se van plasmando en un frenazo económico generalizado y, alimentan los temores a una nueva crisis. Aunque firmas como Capital Economics cifran un máximo del 0,5% el impacto acumulativo sobre la economía global, hasta finales de 2020 del conflicto.
Pero también son muchos los expertos que advierten de que en un escenario de creciente debilidad económica como el actual el impacto que una amenaza como la guerra comercial puede tener sobre la confianza inversora (este jueves se publicó el peor dato de sentimiento inversor en la Eurozona desde 2016) puede ser mucho más nocivo. Sólo esa visión explica que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se muestra ahora abierta a una rebaja de los tipos de interés, a pesar de la solidez que sigue mostrando la economía del país.
Los expertos confían en que ambos mandatarios pacten una tregua en la guerra comercial para reabrir las negociaciones
"El sentimiento negativo que ha generado este conflicto ha sido una rémora para" la evolución de la economía mundial, señala Tony Peng, gestor de Aberdeen Standard Investments, quien detalla que "los volúmenes comerciales y el crecimiento de la producción se han ralentizado y las encuestas sobre el clima empresarial se han deteriorado considerablemente, lo que ha provocado un debilitamiento en las órdenes de pedidos de las empresas".
Por eso, son muchas las esperanzas puestas en que el encuentro entre Trump y Xi facilite un alivio de las tensiones y allane el camino para un próximo acuerdo comercial que desactive el enfrentamiento. Estas esperanzas se han visto reforzadas en los últimos días por las palabras del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, en las que señalaba que el pacto estaba cerrado casi al 90% y se mostraba esperanzado en que pudiera completarse en los próximos meses.
Un acuerdo ya este fin de semana sería recibido con notables muestras de satisfacción en los mercados financieros globales, según pronostican casi todas las casas de análisis. Sin embargo, son pocas las opciones de que este escenario llegue a materializarse. A lo más que aspiran los analistas es que ambos mandatarios acuerden un restablecimiento de las negociaciones y aplacen la entrada en vigor de una nueva ronda de aranceles que está pautada para el próximo 1 de julio.
"El resultado más probable es un alto el fuego o tregua, ya que ambas partes han expresado su deseo de reanudar las conversaciones. Estados Unidos acuerda suspender los aranceles adicionales y reiniciar las negociaciones", advierte Hervé Chatot, gestor de Multi Asset de la gestora La Française AM. Este escenario estaría ya bastante asumido por los inversores, que en las últimas semanas han empujado a los principales índices de Wall Street a niveles cercanos a sus máximos históricos, confiados en un desarrollo favorable de la cumbre entre Trump y Xi.
Pero no puede descartarse que esta sea una visión demasiado optimista. El propio Chatot considera que no puede descartarse que en Osaka se plasme un fracaso de las negociaciones. "Serían muy malas noticias y la confianza de las empresas se deterioraría más rápidamente, arrastrando a la economía mundial. Este escenario sería muy arriesgado para los mercados e implicaría un período más prolongado de incertidumbre", avisa el gestor.
La lucha por el dominio mundial que libran ambas potencias limita las opciones de un próximo acuerdo de largo plazo
En su opinión, no obstante, este es el escenario menos probable, ya que tendría un impacto económico muy negativo sobre las respectivas economías de Estados Unidos y China. En cambio, Neil Dwane, estratega global de Allianz Global Investors, no lo ve tan improbable, ya que, "hay pocas razones para pensar que cualquiera de las dos partes reculará". El interés de Trump por mostrarse fuerte en sus exigencias contra las políticas comerciales de China antes de las elecciones de 2020, y la obstinación de los políticos chinos para no ceder en vísperas de la celebración de los 70 años de dominio del Partido Comunista suponen obstáculos nada desdeñables para el entendimiento entre ambos mandatarios.
Al fin y al cabo está ya muy extendida la idea de que lo que está en juego en este conflicto comercial es algo mucho más relevante, como es el dominio mundial a través de la tecnología. "El problema de fondo es muy complejo puesto que la tecnología está jugando un papel relevante, alcanzar un acuerdo beneficioso para ambas partes será complicado y afectaría de forma importante a la economía real, teniendo en cuenta que el año que viene se celebran en EE.UU. elecciones presidenciales", apuntan los expertos de Diaphanum.
Dwane advierte de que una ruptura total entre Estados Unidos y China podría golpear severamente a la economía global, provocando distorsiones en las cadenas de valor industriales y tecnológicas a nivel mundial, y dificultando la acción de los bancos centrales, que podrían enfrentarse al temido escenario de la estanflación (estancamiento económico unido a un repunte de la inflación), que comprometería las opciones de poner en marcha medidas de estímulo económico.
Todos estos elementos hacen del encuentro entre Trump y Xi un evento crucial para el futuro de la economía mundial y, por ello, para los mercados financieros. En las manos de los dos mandatarios puede estar la posibilidad de alejar o acelerar la próxima crisis.
"En general, las vicisitudes comerciales han demostrado una y otra vez ser prácticamente imposibles de predecir. La reunión prevista podría terminar en un apretón de manos y un compromiso para seguir negociando que calme la situación durante seis meses, pero también podría fracasar y dar pie a que Estados Unidos dictara aranceles sobre los restantes 300.000 millones de dólares de productos chinos, o bien una fecha tope para que esto ocurra. El factor humano en las personalidades de Xi y Trump probablemente sea decisivo", considera Jeremy Ocansey, analista de Fidelity International.
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