Josep Huguet y Anna Simó, dos históricos de ERC, han abierto la caja de los truenos al anunciar que este año no piensan acudir a la manifestación de la Diada convocada por ANC y Òmnium y recriminar a la Asamblea su actitud acusatoria contra los partidos, especialmente Esquerra. "Ni iré a una manifestación que por primera vez una panda de exaltados quiere convertir en un aquelarre purificador contra los traidores" ha anunciado Huguet, conseller de la Generalitat durante los dos gobiernos tripartitos y miembro destacado de la dirección republicana junto a Joan Puigcercós.
No aniré a una manifestació que per primera vegada una colla d'exaltats vol convertir en un aquelarre purificador contra els traïdors.
O bé abans de l'11 aquesta música anti partits i especialment anti ERC s'atura o bon vent. I porto manifestant-me des dels inicis dels 70— Josep Huguet (@Josep_Huguet) July 30, 2019
"Llevo días pensando lo mismo" respondía en la misma red social Anna Simó, procesada por la Audiencia Nacional como integrante de la anterior Mesa del Parlament por su participación en el 1-O. El detonante ha sido la decisión de la Asamblea de excluir a los dirigentes políticos de la cabecera de la manifestación. Era la fórmula escogida por Elisenda Paluzie para "castigar" a los partidos por la falta de unidad estratégica del independentismo.
Una unidad que Paluzie y el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, han vuelto a situar como prioritaria de cara tanto a la Diada como, sobre todo, a la respuesta que esperan orquestar tras la sentencia del juicio al procés. Mauri se ha sumado hoy a las quejas de la presidenta de la ANC reclamando a los partidos que "escenifiquen la imagen de unidad" que reclaman las entidades.
Paluzie ha defendido que explicaron la decisión de excluir a los partidos de la zona VIP en el último encuentro del Consell de la República, el pasado viernes en Waterloo y ha asegurado que ella misma "puede llamar a los ex consellers para explicarles que no han sido excluidos" de la marcha, intentando restar importancia así a la bronca con los históricos de ERC.
"El tema no es la zona VIP" ha argumentado después Huguet, que ha reclamado un "relato unitario" del próximo Onze de Setembre tras reconocer que se ha pasado las últimas horas bloqueando críticas de independentistas ortodoxos en sus redes sociales. Huguet ha lamentado que la entidad insista en la "unidad electoral", es decir, en la pretensión repetida en cada convocatoria electoral por parte de Carles Puigdemont de que republicanos y ex convergentes formen una coalición electoral a la que ERC, que parte como favorita, se niega.
Durante los últimos años la ANC enviaba a los dirigentes políticos un correo emplazándoles a asistir a sus movilizaciones, a las cuales podían ir acompañados de hasta cuatro personas más. Una vez allí, todos ellos quedaban separados del resto de asistentes en una zona acordonada al pie del escenario. Esta vez, sin embargo, no recibirán ya la invitación ni tampoco podrán acceder a la zona reservada. Allí habrá personalidades diversas de otros ámbitos y sí que tendrán cabida algunos alcaldes, como representantes de la Associació de Municipis per la Independència, que colabora en la organización del acontecimiento.
Es la advertencia de la ANC a las veleidades "autonomistas" del independentismo institucional. Una advertencia que para Huguet, Simó, y otros dirigentes republicanos es la gota que colma el vaso de las acusaciones al partido "con más presos encarcelados" repiten desde este partido. Aunque la primera ruptura se produjo el pasado 10 de julio, con la manifestación convocada por la ANC a las puertas de las sedes de ERC y PDeCat -vecinos- para recriminarles sus pactos locales con el PSC. Un incidente que hizo ver a los partidos, especialmente a ERC y PDeCat, el riesgo real de convertirse en blanco de los ataques que los manifestantes de la Diada dedicaban tradicionalmente al Gobierno y los partidos constitucionalistas.
Excluidos de la zona VIP, dirigentes de los partidos independentistas pueden verse sometidos a abucheos como el que en su día soportó el ex presidente catalán José Montilla, que tuvo que abandonar escoltado la manifestación de protesta por la sentencia del Estatut de 2010. O Josep Duran Lleida, quien tras mucho dudar acudió con muletas a la primera de las grandes manifestaciones de la Diada, la de 2012, para convertirse en blanco de las iras independentistas.
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