El escenario de repetición electoral y la amenaza de prepararse para una vertiginosa campaña es una posibilidad que entra con cada vez más fuerza en las cábalas de las formaciones políticas. Una investidura fallida como telón de fondo, una relación dañada entre las formaciones de la izquierda capaces de sumar y la predisposición de Pedro Sánchez de apurar -de nuevo- la fecha límite para convocar un llamamiento a las urnas -expira el 23 de septiembre- son indicios suficientes como para mantenerse alerta ante unos eventuales comicios el próximo 10 de noviembre. Y Pablo Casado lo sabe.
La estrategia política del PP haya o no elecciones ya está en marcha. Y esta vez está dirigida a intentar remontar el batacazo electoral histórico que registró la formación el 28-A atajando por la vía de abandonar la "derechita cobarde" y resucitar el 'aznarismo' dentro de sus filas a través de la incorporación de nombres de importante calado procedentes de esta corriente como reclamo para el electorado más conservador. No es el cambio que le pidieron los barones territoriales a Casado para tratar de revertir la situación tras el descalabro electoral. Pero sí un cambio, al fin y al cabo.
Y la labor de Pablo Casado de traer de vuelta a la política española la esencia ideológica del PP de José María Aznar, el hombre que le empleó como director de Gabinete en Faes entre 2009 y 2012, comenzó a concretarse en el momento en que el líder popular renovó toda la cúpula en el marco de la reunión de la Junta Directiva Nacional del partido del pasado 30 de julio.
Esa línea dura comenzó a materializarse con el aterrizaje a la portavocía del Grupo Popular en el Congreso de Cayetana Álvarez de Toledo tras su periplo como número uno de la lista por Barcelona, una crítica de Mariano Rajoy con una formación intachable y con las ideas claras para enfrentarse a un turbio escenario político sin que le tiemble el pulso. La nueva voz del PP en la Cámara Baja siempre ha sido una figura próxima a José María Aznar -es vocal del patronato de Faes- y abandonó su escaño tras su etapa como diputada popular entre 2008 y 2015. Y lo hizo no sin antes airear sus diferencias con Mariano Rajoy, del que criticó en una carta abierta ser demasiado blando con el conflicto catalán, asegurando que el ex presidente no había "ni regenerado ni defendido la democracia" durante su mandato.
El halo de controversia en el que parece estar constantemente envuelta Álvarez de Toledo no agrada especialmente a los sectores marianistas del partido. El ensalzamiento de esta hispano-argentina-francesa impide para los sectores moderados esa vuelta al centro, y pese a considerarla abiertamente como una persona muy culta no gustan sin embargo sus polémicas. Por ejemplo, llegó a manifestar públicamente haber votado a Ciudadanos; consideró el procés catalán como "lo más grave" que había pasado en España desde 1978; criticó "el gran derroche sentimental" y la "ficción" en torno a la obra de Alfredo Pérez Rubalcaba tras su fallecimiento; y fue acusada de justificar las agresiones sexuales tras un enfrentamiento televisivo con María Jesús Montero: "¿De verdad ustedes van diciendo sí, sí, sí hasta el final?", espetó.
Y el retorno al discurso aznarista ha alcanzado su máximo exponente con la repesca que trascendió hace tan solo unos días: la de Gabriel Elorriaga quien fuera nombrado en 1996 subdirector de gabinete de Presidencia de José María Aznar, previo paso por la Fundación Faes en los años 90. Este peso pesado del partido regresa ahora a la primera línea política de la mano de Casado y Álvarez de Toledo -fuentes del partido apuntan a que su incorporación será efectiva en septiembre- para dirigir y coordinar tres asesorías parlamentarias del Grupo Popular: la del Congreso, la del Senado y la del Parlamento Europeo.
Casado ha recuperado a Gabriel Elorriaga para la primera línea política: dirigirá las asesorías parlamentarias de Congreso, Senado y Parlamento Europeo
Elorriaga trabajó codo con codo con Mariano Rajoy, al que se encargó de preparar la campaña y el programa electoral para las generales de 2004, momento en que ocupó la Secretaría de Comunicación del partido y logró escaño por Madrid, que mantendría hasta 2016. En 2008 certificó públicamente su distanciamiento con Mariano Rajoy y apenas un mes antes de la celebración del XVI Congreso, en plena crisis política del PP, publicó una polémica carta en el diario El Mundo en el que cuestionaba el liderazgo del entonces jefe de filas del PP y aseguraba que Rajoy no estaba "en condiciones" de ofrecer lo que el partido necesitaba.
Estas dos figuras fuertes del pasado con las que Casado pretende encarar el futuro no están solas. De la línea 'aznarista' y 'aguirrista' se incorporó el pasado mes de diciembre el ex consejero madrileño de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, quien trabaja desde el puesto de jefe de gabinete de Casado y que concurrió en la lista del PP al Congreso por Madrid. Como el resto de incorporaciones, Lasquetty pertenece a ese ala conservadora del partido, siendo hombre de confianza de José María Aznar y Esperanza Aguirre.
Fue Secretario General de Faes y trabajó dentro del gabinete de Moncloa de Aznar para después incorporarse al Gobierno de las Comunidad de Madrid durante la era Aguirre, primero como consejero de Inmigración y después como consejero de Sanidad. Precisamente por este último cargo protagonizó el polémico Plan de Medidas de Garantía de la Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público de la región, que supuso la privatización de hospitales y centros de salud por considerarlo un ahorro para las arcas públicas, decisión por la que tuvo que enfrentarse a multitudinarias manifestaciones en Madrid. En enero de 2014 acabó dimitiendo de su cargo tras la suspensión cautelar del proceso de privatización por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).
También concurrió a las elecciones autonómicas del 26-M la mano derecha de José María Aznar, Carlos Aragonés. Fue director de gabinete de la Presidencia del Gobierno del ex presidente popular con rango de Secretario de Estado, posición que ocupó hasta 2004. Siempre comedido y moderado, fue una de las cinco voces críticas de Mariano Rajoy durante el famoso Comité Ejecutivo de 2008, junto a figuras como Alejo Vidal-Quadras, Elorriaga o Ignacio González.
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