El 16 de agosto de 2017, en torno a las 23:20 de la noche, dos explosiones consecutivas destrozaron una casa apartada en la urbanización de Montecarlo de Alcanar Platja, en Alcanar (Tarragona) Las primeras noticias hablaban de un muerto, de siete heridos y de bombonas de butano y propano en el interior de la vivienda. La explosión, “de sonido largo”, según los testigos, también alcanzó a más viviendas de la zona. En un primer momento todo apuntaba a un estallido por gas. Más tarde, se encontraría entre los escombros más de 200 kilogramos de TATP (conocido también como 'la madre de Satán'), un cinturón bomba y 19 granadas de mano; y se identificaría los cadáveres del imán Abdelbaki Es Satty y del joven terrorista Youssef Aalla. La casa de Alcanar les servía a ellos y al resto de su célula como base y fábrica de explosivos para preparar un atentado que llevarían a cabo, probablemente, el 20 de agosto. El accidente en la vivienda, sin embargo, frustró el plan inicial y llevó a los yihadistas a improvisar al día siguiente los ataques en Barcelona y en Cambrils, que acabaron con la vida de 16 personas.
El origen del grupo terrorista, según un auto de procesamiento de la Audiencia Nacional dictado por el juez Fernando Andreu el año pasado, se remonta a principios del 2015. Abdelbaki Es Satty, un ex traficante de drogas que pasó cuatro años en la cárcel, conocido por el CNI y la Guardia Civil, comenzó a ejercer como imán en la mezquita El Fath de Ripoll (Gerona) Ahí entabló una relación de confianza y amistad con los jóvenes de origen marroquí Youssef Aalla, Mohamed Hichamy y Younes Abouyaaqoub.
Los jóvenes terroristas fabricarían los explosivos con las instrucciones obtenidas en Internet por el imán
El imán empezó a adoctrinar a los chicos y ellos, a su vez, transmitían ese fanatismo religioso a algunos hermanos y amigos del pueblo con los que habían crecido. En julio de 2015, Es Satty fue despedido como imán y, tras dos viajes a Bélgica, regresó a la localidad gerundense para trabajar como clérigo en la nueva mezquita del pueblo. Un día de junio o julio de 2016, los jóvenes quedaron en un parque de Ripoll y se conjuraron: todo el grupo aceptó la propuesta de derrumbar la Sagrada Familia de Barcelona con explosivos que fabricarían ellos mismos, siguiendo las instrucciones que el imán obtuvo en la red.
En octubre de ese año empiezan a preparar los atentados. Primero ocupan una casa en Gombrén, otro municipio de Gerona, para celebrar las reuniones. En los meses previos a los atentados, las búsquedas en Internet sobre cómo fabricar explosivos eran recurrentes. Otras serán sobre la Audiencia Nacional, la fiesta de La Tomatina, el embalse de Riudecañas o la Alhambra de Granada. Es Satty, de 44 años, reunía a los jóvenes dos o tres veces por semana, en la calle o en la mezquita de Ripoll, para hablar sobre los objetivos y el uso de explosivos, atropellos y cuchillos . Hacer este tipo de actos era formar parte del Islam, les habría dicho a los miembros del grupo, según señala el auto de la Audiencia Nacional.
Los terroristas acumularon el material explosivo en una vivienda de Ripoll, que trasladaron a la casa de Alcanar en julio de 2017. Ahí continuaron fabricando los artefactos. Llegan incluso a fotografiarse preparando los explosivos. En las imágenes, publicadas por El País, se ve a un Yousef Aalla sonriente ante la cámara mientras posa con un chaleco de explosivos y levanta el dedo índice, un gesto de fe en el Islam. En otra, Aalla aparece junto a Mohamed Hichamy y Abouyaaqoub, sentados en el suelo o sobre colchones apilados, mientras elaboran cilindros cargados de explosivos.
La célula había comprado cientos de kilos de agua oxigenada, de acetona y una veintena de bombonas de GLP. Pero la noche del 16 de agosto sus planes saltaron por los aires. Murieron el imán y cerebro de la célula y el joven Aalla, mientras que Mohamed Houli quedó herido y fue detenido. Entre las ruinas, se encontró un papel manuscrito en árabe por Es Satty donde hablaba sobre el Estado Islámico, de la relación de los paises occidentales con los árabes, de Al Ándalus como tierra usurpada y de una fecha, el 20 de agosto.
Atropellos masivos
A mediodía del 17 de agosto, Hichamy y Younes Abouyaaqoub alquilan una furgoneta para después dirigirse cada uno en un vehículo a la casa de Alcanar. No saben que ha explotado, pero reciben una llamada de El Houssaine, hermano de Younes: “Que sepas que la casa ha volado. Da la vuelta y ven para que hagamos un plan”, según consta en unos audios que grababa Hichamy con la app Call Recorder, recogidos por El País. Los terroristas deciden separarse. Hichamy continúa hacia Alcanar, mientras que Younes Abouyaaqoub se dirige a Barcelona.
A las 16:50 de la tarde, Younes, al volante de una furgoneta blanca Fiat Talento, irrumpe en La Rambla por la calle Pelayo y recorre unos 800 metros conduciendo el vehículo en zigzag. El joven arroya a su paso a decenas de personas que se encuentran en este centro neurálgico de la ciudad. Acaba con la vida de 14 y hiere a más de 120. Ramón Serrano, de 47 años, recuerda a Europa Press, cómo vivió los hechos. Él subía por la avenida en autobús y cuando pasó el mosaico de Joan Miró le llamó la atención el gesto de una pareja: “El chico tiró del brazo a la chica y, en décimas de segundo, fue cuando vi bajar a la furgoneta por el medio de La Rambla”. Cerca del mosaico, a la altura del mercado de la Boqueira, Abouyaaqoub abandona el vehículo y logra escapar a pie. De inmediato, los Mossos activaron la ‘operación Jaula’ para cerrar la zona y evitar la huida de sospechosos. Una hora y media más tarde de la masacre, Younes llega a la zona universitaria, donde acuchilla a Pau Pérez, de 34 años, para robarle un Ford Focus blanco. Tras saltarse un control de los Mossos hiriendo a tres agentes, el joven terrorista abandona el coche con el cadáver de Pau Pérez en su interior y deambula por Cataluña durante cuatro días.
España no sufría un atentado yihadista desde el 11 de marzo de 2004, en los que murieron 192 personas
La espiral de violencia continuó en las siguientes horas. Los otros miembros del grupo compraron cuchillos y un hacha en torno a las 22 horas y quemaron su documentación. Un ritual conocido como ‘Camino de no retorno’. A bordo de un Audi A3, los cinco yihadistas –Mohamed y Omar Hichamy, El Houssaine Abouyaaqoub, Said Aalla y Moussa Oukabir- pusieron rumbo al paseo marítimo de Cambrils (Tarragona), donde se encontraron con un control de los Mossos. Era la 1:00 de la mañana. Los jóvenes, al igual que su compañero de La Rambla, atropellaron a los peatones que caminaban por el paseo, matando a una mujer, y volcaron al chocar con un vehículo de los Mossos. Después, salieron armados del vehículo con grandes cuchillos, un hacha y cinturones explosivos falsos, pero fueron abatidos por los agentes.
El final de Younes Abouyaaqoub llegaría el 21 de agosto. Las cámaras de seguridad de una gasolinera ya le habían captado la noche anterior con ropa diferente a la del atentado. En torno a las 15:25 horas, una persona reconoció al terrorista al lado de una gasolinera de la carretera C-243B, mientras se adentraba en unos viñedos, en la localidad de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona). Cuando llegaron las patrullas de los Mossos, el autor de la matanza caminaba por una carretera del municipio de Subirats. Al verlos llegar, Abouyaaqoub se dirigió hacia ellos con un falso cinturón de explosivos y al grito de Allahu Akbar (Alá es grande). Los agentes lo abatieron tras varios disparos.
Una instrucción casi concluida
Los ataques de agosto en Barcelona y Cambrils fueron los primeros de origen yihadista en España desde el 11-M, en los que murieron 192 personas. Los terroristas, adoctrinados y liderados por Es Satty, acabaron repitiendo el mismo ‘modus operandi’ de otros atentados en suelo europeo, como el de Niza, en Francia. No todos los miembros de la célula de Ripoll murieron aquellos días. Al detenido tras la explosión de la casa de Alcanar, Mohamed Houli, se unieron Driss Oukabir (hermano mayor de Moussa Oukabir) por alquilar presuntamente la furgoneta que utilizó Abouyaaqoub en el atropello de La Rambla y Said Ben Iazza, al que se arrestó por su posible relación con la compra y traslado del material para fabricar explosivos.
El juez considera que no hay indicios suficientes para afirmar que los tres miembros de la célula participasen de forma directa en los ataques
La instrucción del caso está casi concluida. El juez Andreu considera que los tres formaban parte de la célula pero que no se les puede atribuir ninguno de los asesinatos del 17 y 18 de agosto. Según las fuentes jurídicas consultadas por Europa Press, las pesquisas tratan de determinar que Driss Oukabir no estuvo en la casa de Alcanar ni en un restaurante de Tona, una localidad de Barcelona, lugares donde le ubicaron dos testigos el 16 de agosto. Cuando se incorpore esta diligencia, el ahora titular del Juzgado Central de Instrucción número 4, José Luis Calama, dictará previsiblemente el auto en el que de por finalizado el sumario, que tendrá que ser confirmado por la Sala. El juicio se celebrará, previsiblemente, el año que viene.
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