Albert Rivera cerró oficialmente por vacaciones el pasado 29 de julio. Y lo hizo justo después de ejecutar cambios de importante calado en el núcleo duro de su partido para dar, al menos a priori, carpetazo a la crisis política que había hecho temblar los cimientos del partido en los últimos meses. ¿Su fórmula? Ampliar y rediseñar a su medida el comité ejecutivo -de 33 a 50 miembros- y el permanente, encargado de la gestión habitual del partido, que cuenta ahora con 16 integrantes. Todos ellos afines a Rivera. Todos ellos para afianzar su búnker a prueba de disidencias internas.
Y el líder de Ciudadanos desapareció de la escena pública un mes, completamente ilocalizable, sin declaraciones, sin entrevistas y sin noticias -más allá del movimiento habitual que suele mantener en Twitter-. Su completa ausencia, aunque destacada, no distó demasiado del perfil bajo que ha venido manteniendo en los últimos meses: el presidente del tercer partido a nivel nacional utilizó sus brazos políticos -Inés Arrimadas y José Manuel Villegas, fundamentalmente- para dar explicaciones sobre el constante goteo de dimitidos que apuntaban directamente a Rivera y al cambio de rumbo de la formación.
Aunque reapareció el pasado jueves por la comparecencia extraordinaria de Carmen Calvo en la Cámara Baja para dar explicaciones sobre la gestión del Ejecutivo en la crisis humanitaria del Open Arms -sobre la que tampoco se ha manifestado más allá de pedir explicaciones "urgentes"-, Rivera oficializa la vuelta al cole este lunes, cuando presidirá el recién reformado comité ejecutivo permanente en el que se abordarán las líneas generales de los retos que depara el nuevo curso político, con todo lo que ello conlleva.
El fantasma del 10-N
Rivera se reincorpora ahora a una vida política que apenas ha variado un ápice desde que se marchó: la negociación entre Podemos y PSOE continúa estancada, prácticamente en la misma posición que antes de la investidura fallida de julio. Aunque, eso sí, con una consideración: España camina inexorablemente hacia una repetición electoral con un calendario que aprieta y con unos líderes políticos que sueltan el acelerador -Pedro Sánchez ha emplazado la reunión con Iglesias a la semana del 9 de septiembre, con menos de 14 días para llegar a un acuerdo y evitar la repetición electoral-.
Si el 23 de septiembre no hay Gobierno, las formaciones pondrán en marcha una campaña a contrarreloj -oficialmente de tan solo una semana de duración-, escenario que ya copa las primeras páginas de las agendas naranjas.
Ciudadanos afronta un reto extra: las últimas encuestas electorales pronostican el estancamiento político como escenario más optimista para Rivera, con el auge del bipartidismo y sobre todo del PP, que remontaría respecto a las generales.
Darle la vuelta a las expectativas demoscópicas es un trabajo de fondo con un tiempo reducido. Sobre todo con el formidable terreno que ya había ganado Rivera: 57 escaños en el Congreso de los Diputados y a escasos votos de relegar a Pablo Casado detrás de su propia sombra frente a un Gobierno de izquierdas.
Y de nada valdría la buena sintonía que mantienen con los populares en los diferentes territorios: una nueva carrera electoral, lejos de ceder a la coalición que plantea Casado, llevaría a Rivera a poner en valor sus siglas y tratar de desplazar a su homólogo popular para conseguir el ansiado sorpasso.
(Segunda) ola de críticas
Rivera ha permanecido inamovible en el 'no' a Sánchez incluso antes de conocerse los resultados de las anteriores generales. Y esa postura, unida a los pactos mantenidos a todos los niveles con los populares le costó a los liberales aguantar un chaparrón de críticas tanto mediático, político, económico y el peor de todos: interno.
Durante la ausencia de Rivera diversos dirigentes de Ciudadanos han reiterado que la postura de la formación en el 'no es no' sigue inamovible. "O hay acuerdo con Podemos o no hay acuerdo con Podemos. No hay nada más encima de la mesa", aseguraba Villegas a principios de agosto, postura que, a día de hoy, subrayan palabra por palabra fuentes de la formación.
La posibilidad de una oferta formal a Rivera por parte de Sánchez intensificaría las presiones tanto externas como internas
Las presiones no parecen desviar a Rivera de su objetivo: el de ser la alternativa al PP y el de liderar la oposición contra Pedro Sánchez, aunque ello suponga más críticas internas y más disidencias, como las protagonizadas por pesos pesados Toni Roldán, Javier Nart -que salió de la Ejecutiva-, Francisco de la Torre o Francesc de Carreras.
Las aguas, más calmadas ahora, podrían revolverse ante un escenario que Ciudadanos podría no prever: la posibilidad de que Sánchez plantee una oferta formal a Rivera, hito ni si quiera tanteado hasta el momento, que dejase sobre el tejado de los liberales la repetición electoral y que tambalease nuevamente los cimientos de la formación ante la negativa de su líder a permitir que Sánchez "y su banda" lleguen a Moncloa gracias a la abstención naranja.
La regeneración, en duda
La formación del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid por la gracia de Ciudadanos y de Vox ha robado el foco mediático este verano. Precisamente, permitir la continuidad del PP en la región tras 24 años en el poder con el concurso de la extrema derecha está restando a los de Rivera credibilidad y proporcionándoles férreas críticas por parte de la izquierda e incluso de cuadros de su propio partido por traicionar, a su juicio, uno de los pilares fundamentales con los que nació Ciudadanos y una de sus principales promesas electorales: la regeneración política.
Por ello, un lavado de cara que devuelva el aire liberal a la formación se erige como otra de las grandes tareas pendientes en las que ya ha comenzado a trabajar Ciudadanos. La alarma comenzó a sonar cuando la Fiscalía Anticorrupción pidió la investigación de los ex presidentes populares Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes por su presunto papel en el 'caso Púnica', cuando comenzó el señalamiento de Ayuso como presunta interlocutora en la macrotrama de corrupción del PP y las acusaciones por las fraudulentas relaciones de su familia con el ente de Avalmadrid.
Frente a las críticas hacia la que iba a convertirse en la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Ciudadanos y Vox guardaron silencio. Los naranjas justificaron que "en el sumario de la Púnica hay cientos de nombres" y culparon a la izquierda de ejercer una campaña "atroz" contra ella y contra la coalición.
Pero los liberales ya han empezado a actuar en consecuencia a sus propios principios y a una de las 155 medidas que firmaron con el PP madrileño, que contempla el cese "inmediato" de cualquier miembro "investigado" por corrupción y han inaugurado el considerado como primer pulso entre Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, al abrir la puerta a apoyar una comisión de investigación -promovida por Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos- sobre las presuntas irregularidades en Avalmadrid y presentar una Proposición No de Ley en la Asamblea para dirimir las anomalías que se cometieron en el seno del ente semipúblico, una investigación que puede salpicar directamente a la propia Ayuso.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Muface: las novedades del contrato que ultima el Gobierno
- 2 Las revelaciones sobre el Fiscal General revolucionan a Ayuso
- 3 Imane Khelif contra el odio: “Represento a las mujeres del mundo”
- 4 Los claroscuros de la duquesa roja: lesbiana y cercana a ETA
- 5 Perdóname, Pedro, por haber desconfiado del fiscal y de tu palabra
- 6 El extraño caso del teléfono vacío
- 7 Comprobar Lotería de Navidad 2024 - El Independiente
- 8 Sánchez elogia a Mohamed VI y defiende a Marruecos en UE
- 9 El teniente Lacalle salvó a 500 personas de la DANA en Chiva