El terremoto del pasado 5 de julio de magnitud 7.1 que tuvo lugar cerca del valle de Searles, en el este de California, fue debido a las fallas de resbalones de corteza de placas de Norteamérica, tal y como indica el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Desde hace tiempo se viene hablando de la posibilidad de un terremoto que podría estar relacionado con los movimientos en las fallas de San Andrés. Este desastre natural, conocido como Big One, sería uno de magnitud 7 según la escala de richter. ¿Es esto posible?
El director del Instituto Geológico Nacional, Emilio Carreño, ha concedido una entrevista a El Independiente en la que ha hecho referencia a la posibilidad de un terremoto que podría estar relacionado con movimientos en las fallas de San Andrés: "La probabilidad es del 2%, además, la falla de San Andrés está muy bien controlada instrumentalmente. Si hubiera una liberación de energía tan grande, los sismólogos lo habrían predicho".
Aunque las hondas llegan antes que el aviso a la población, sí se puede informar a los servicios de seguridad
Un terremoto de esas magnitudes supondría muchísimos daños económicos, aunque sí que es cierto que la ocurrencia de estos desastres naturales de grandes magnitudes, tiene un impacto distinto en zonas desarrolladas y subdesarrolladas. "En Estados Unidos hay construcciones resistentes, muy controladas. Sí habría bastantes consecuencias a nivel material, pero no creo que hubiera excesivos daños personales", señala Emilio Carreño.
A pesar de que los terremotos no se pueden predecir, en Estados Unidos disponen de un sistema de alerta temprana "con una serie de estaciones sísmicas interconectadas que detectan el movimiento del terreno. En caso de que se identifiquen unos movimientos con determinadas amplitudes, se avisa a los sistemas de alerta de protección civil o policial", ha informado a El Independiente el Profesor Titular y Secretario de la Facultad de Cc Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid, Alfonso Muñoz Martín. Esto significa que, aunque las hondas llegan antes que el aviso a la población, sí se puede informar a los servicios de seguridad.
Si hubiera una liberación de energía tan grande, los sismólogos lo habrían predicho"
En caso de que se desencadenara el Big One, no se podría saber qué zonas afectaría, tal y como explica Emilio Carreño: "Depende de la magnitud y la profundidad. Actualmente hay en práctica un sistema que registra la llegada de la primera honda antes de que aparezca la segunda, que es más destructiva". El sistema está cada vez más perfeccionado y permite anunciar a la población con anterioridad para que pueda protegerse.
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