La propuesta de Albert Rivera de hacer una oferta de pacto a Pedro Sánchez para facilitar su investidura, implicando para ello a los populares, pilló al PP con el pie cambiado. Así, aunque no hubo debate en torno a la conveniencia de acudir a la cita que éste proponía, se optó por darle un perfil bajo con la que no regalar una foto al líder de Ciudadanos. Pablo Casado cumplía así con la premisa de no desestimar nunca una oferta para el diálogo, pero sin dar demasiada dimensión ni protagonismo a una propuesta que muchos consideran que responde "a la desesperación de ver que se hunde" en los sondeos en caso de repetición electoral, tal y como apuntaba, por ejemplo, el sondeo de Dym para El Independiente-Prensa Ibérica.
Con la mente puesta en una más que segura repetición electoral, el líder del PP mantiene, al menos por el momento, un pacto de "no agresión" con los naranjas a pesar de la experiencia de las anteriores generales, cuando admitió haber errado al pensar que Cs y Vox estaban por sumar y permitir la gobernabilidad del país. En plena estrategia de mano tendida no iba a dar ningún portazo, pero tampoco sobredimensionar una propuesta para un partido "que nació como bisagra y, de repente se planteó ocupar el espacio del PP, y los electores no se lo perdonan", dicen en el PP.
"La presión la tiene Sánchez", dice un barón territorial
Durante el comité de dirección popular se suscitó el objetivo que busca Rivera, entre ellos, armar el relato de que ha intentado evitar una nueva consulta ante las urnas, pero esta propuesta, reprochan desde el PP, "se produce después de dos negativas a reunirse con Pedro Sánchez y de estar todo el verano desaparecido". En definitiva, no quieren dejarse robar el papel de referente del centro-derecha y de partido con sentido de Estado, sin bandazos, aunque tampoco falta algún barón territorial que interpreta la propuesta de Rivera como "inteligente" aunque no cree que la pelota esté ni mucho menos en el tejado de los populares sino que "la presión la tiene Sánchez".
Así, sin fotógrafos ni comparecencias públicas, con un comunicado muy frío, sin comprometerse, responde el PP a esta sorpresiva invitación -que conoció apenas unos minutos antes de que Rivera la hiciera pública- de facilitar la investidura de Sánchez con condiciones. Casado, que forzó la cita en su despacho del Congreso de jefe de la oposición, no valorará su cita de dos horas con el líder de Cs hasta después de su reunión con Don Felipe, esta tarde.
El PP ha querido dejar muy claro que han sido ellos los primeros en proponer al jefe del Ejecutivo en funciones no sólo una serie de pactos de Estado sino incluso que "Casado le invitó desde la tribuna de oradores que le propusiera una coalición, tal y como hizo Mariano Rajoy con él en 2016", recuerdan fuentes próximas al líder popular.
Ahora queda tejer el relato respecto a quien ha puesto más empeño en evitar ir a elecciones el 10 de noviembre. Pero en un escenario en el que ya todos los partidos han desplegado su estrategia post 10-N, los peor pensados del PP creen que Rivera pueda estar sentando las bases "de una próxima abstención" que facilite, esta vez sí, la investidura de Sánchez en noviembre o diciembre. Es más, existe el convencimiento en el equipo de Casado que las presiones arreciarán después "sobre Ciudadanos", aunque si se hunde tanto como auguran no pocos sondeos podría no llegar a sumar una mayoría suficiente, muy lejos de los 180 escaños que ahora agrupan PSOE y Ciudadanos.
Propuesta "extemporánea" y "poco creíble"
Otro dirigente de los que se sientan en el comité de dirección popular minimiza la penúltima idea de Rivera bajo el argumento de que esta se desactivó desde el momento "en que Sánchez la ha rechazado". Marcan en general gran distancia con una propuesta "extemporánea" de "escasa credibilidad", a un día tan solo de conocer si va a haber una nueva sesión de investidura una vez termine Su Majestad el Rey la nueva ronda de consultas que culmina precisamente este martes por la tarde tras recibir a Rivera, a Casado y a Pedro Sánchez. No obstante, por la mañana, tras la reunión de Felipe VI con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ya se habrá clarificado en muy buena medida si hay investidura, con o sin acuerdo previo con el PSOE.
Sólo Margallo mostró su entusiasmo por la propuesta de Rivera, que luego corrigió
De los dirigentes del PP sólo el ex ministro de Exteriores José Manuel García Margallo se mostró, en primera instancia, encantado con la iniciativa de Rivera. "Coincido absolutamente con la tesis de Albert Rivera que demuestra ser un gran estadista y un gran español", dijo nada más conocer el nuevo giro de guión del líder naranja. Pero apenas una hora después matizaba: "La tesis de Rivera coincide con la que lleva pidiendo Pablo Casado desde hace tiempo". Entre medias es difícil pensar que no hubo un toque de atención para "rebajar" el entusiasmo.
Salvo esta excepción, ha habido pocos dirigentes que expresaron su opinión al respecto, y los que lo han hecho, como el presidente de los populares catalanes, Alejandro Fernández, ha sido para arremeter contra Rivera y contra Sánchez y exigir la presentación de una moción contra Quim Torra que le desaloje del poder de la Generalitat. Así, escribía en su cuenta de Twitter: "Queridos Albert Rivera y Pedro Sánchez, antes de lanzar propuestas tacticistas, ¿por qué no demostráis que vais en serio en la defensa de la libertad y la democracia y presentamos una moción de censura a Torra antes de que vuelva a liar el caos?".
En todo caso, el PP deberá aclarar cuál va a ser su estrategia de campaña en caso de una repetición electoral. Dando por hecho que esta vez PSOE y Unidas Podemos se van a poner los guantes de boxeo, Casado puede elegir la vía de la confrontación con Cs y Podemos, a diferencia de lo que hizo ante el 28-A, o la de la mano tendida, una vez que propone una fórmula de colaboración estilo "España suma". Entonces, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, criticó la estrategia de la dirección nacional aunque lo cierto es que estos días ha venido insistiendo en una posible abstención del PP sobre la base de un pacto de legislatura que debería, dice, ofrecer Sánchez a los populares.
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