"Creo que nosotros hemos ido cediendo desde el principio, si quizás hubo algún error, esto no lo he dicho nunca, esto es en exclusiva para vosotros. Después de que yo me retirara, cuando Pedro Sánchez dijo ‘el único escollo para que haya un Gobierno de coalición en España es Pablo Iglesias’, yo me retiré, a partir de ahí Pedro me escribió, me dijo vamos a desbloquear, negociemos tú y yo. Y yo le dije: mira, creo que es mejor que negocien Echenique y Calvo, la persona que pongáis vosotros y luego tú y yo, digamos completamos las cosas que queden abiertas. Y luego la negociación fue muy difícil y cuando recibí la llamada de Pedro Sánchez a las siete de la tarde pensé, me va a decir vente a Moncloa, y aunque nos tengamos que quedar hasta las dos de la madrugada, sacamos esto adelante como hicimos con los Presupuestos. Pero sin embargo me dijo: es la última oferta y no me voy a mover de aquí. Entonces, luego, muchas veces he pensado ¿si hubiera ido yo desde el principio esto habría salido mejor? No lo sé”.
El lunes 9 de septiembre, con las negociaciones con el PSOE encalladas, el líder de Unidas Podemos hizo autocrítica: quizás se equivocó en delegar en su secretario de Acción de Gobierno tan alta responsabilidad.
¿Realmente era Echenique el mejor interlocutor en la negociación? ¿Por qué Pablo Iglesias confió en él para negociar el Gobierno de España y ahora se arrepiente? Dirigentes de Podemos sólo encuentran una explicación: no había nadie más. La pérdida de capital humano en Unidas Podemos con motivo de las purgas internas y el premio a la lealtad ciega por encima de la capacidad política ha empobrecido al partido. El funcionamiento del grupo parlamentario, con importantes déficits, así lo demuestra.
"Echenique es una buenísima persona que aguanta de todo. Para que salga criticando a alguien y diciendo que Carmen Calvo no paraba de humillarlos es que el tono era realmente intolerable", explican fuentes del partido que, no obstante, comparten la reflexión de Iglesias que responsabiliza a Echenique del naufragio de la investidura.
En la dirección de Podemos justifican la elección del dirigente aragonés como negociador precisamente en su capacidad de aguante. Otros pesos pesados de la organización no habrían soportado el tono displicente de la vicepresidenta del Gobierno sin haberse levantado de la mesa, justifican en Podemos.
"Echenique lo hizo muy bien durante las negociaciones. Llevaba la voz cantante, argumentaba, contrargumentaba y volvía a contrargumentar, a pesar de que Carmen Calvo era muy hiriente. En la segunda fase estaba claro que no querían alcanzar un acuerdo, sino generar división entre las confluencias, por eso insistían en que no sabíamos como ellas lo que habían hablado en privado Sánchez e Iglesias. Echenique aguantó el tipo muy bien", aseguran fuentes de la negociación, que explican que la posición del PSOE de intentar boicotear el acuerdo habría hecho fracasar la negociación con cualquier otra persona al frente. "Intentaban rompernos todo el tiempo y él lo hizo muy bien. Si hubiera ido otro en vez de él habría pasado lo mismo", afirman.
Por su parte, en el PSOE no veían a Echenique con la autoridad y autonomía suficiente para alcanzar acuerdos. "Tenía que parar para consultarlo todo con Iglesias", recuerdan, acusándolo de velar sólo por el interés de la pareja de dirigentes. "Hasta que no se le garantizó una vicepresidencia para Irene Montero no se sentó con Carmen Calvo", reprochan. Se refieren así a esa condición previa impuesta por Echenique para reunirse con la vicepresidenta del Gobierno por primera vez el sábado 20 de julio en un hotel de Madrid, un encuentro que comenzó hora y media tarde, cuando la socialista al fin aceptó esa exigencia.
Tres días después, en pleno debate en el pleno del Congreso, Calvo se vio obligada a salir del hemiciclo para garantizar públicamente ese puesto para Irene Montero. Gracias a ese gesto, Podemos pasó de votar en contra de Pedro Sánchez a la abstención, haciendo fracasar la investidura y provocando que el PSOE cerrara las puertas a retomar la negociación de un Gobierno de coalición con la formación morada.
La salida de los fundadores y de los mejores estrategas se ha suplido con una nueva generación de dirigentes del entorno de Irene Montero sin apenas experiencia. Sin Echenique, pocas bazas le quedaban a Iglesias. Su portavoz parlamentaria se encontraba este verano de baja maternal de la tercera hija de la pareja, nacida también de forma prematura el 2 de agosto. Con Iglesias y Montero fuera de juego, Podemos se queda sin cuadros, invisble e impotente.
La portavoz adjunta, Ione Belarra, compañera de estudios de Montero, es una psicóloga y activista de movimientos sociales sin experiencia previa en política. «No sabe ver las jugadas», aseguran en Podemos. Rafael Mayoral, responsable de relaciones con colectivos sociales, no tiene aguante para unas negociaciones de ese calado. Sólo hay que ver sus gesticulizaciones airadas y sus enfados durante las sesiones plenarias desde su escaño cuando hablan los socialistas. Yolanda Díaz, líder de En Marea, con mucha más experiencia negociadora y de la máxima confianza de la pareja de líderes, pertenece a IU, por lo que se debatía entre la lealtad a ambas organizaciones y no podía suplantar el papel del líder del partido, Alberto Garzón, con el que mantiene sus tensiones por su cercanía a Iglesias.
Por descarte, sólo quedaba Echenique. "Es una persona sin empatía que se ha cargado el partido. No sabe leer a la gente que tiene enfrente ni tiene experiencia negociadora. Su protagonismo ha sido parte del fracaso en esta historia, sólo hay que ver las federaciones de Podemos que han saltado por los aires por todo el país", señalan en el partido, en alusión a los incendios generados en Andalucía, Castilla y León, Aragón, Asturia, la Rioja y Madrid, entre otros territorios, durante su gestión como secretario de Organización, puesto del que fue cesado por Iglesias en junio.
En esas batallas internas, Echenique tampoco brilló como negociador. Uno de los ejemplos más sonados ha sido su enfrentamiento con la que fue su aliada en el primer congreso del partido, Vistalegre 1: la gaditana Teresa Rodríguez, líder de Podemos Andalucía y referente de la corriente Anticapitalista. Juntos hicieron tándem en 2014 frente al equipo de Iglesias e Íñigo Errejón para proponer un sistema más proporcional y una secretaría general coral, formada por varios miembros, en un proyecto que primaba la participación de las bases y la descentralización la estructura. "Creemos que es un error el no haber dejado espacios para una mayor pluralidad de opiniones en el seno de Podemos», advertía entonces Echenique. De esa sintonía política y amistad pasó a la lucha en el barro contra Rodríguez.
En mayo del año pasado, la líder andaluza acusó al entonces secretario de Organización de crear un documento falso para desacreditar a su sector, que en las últimas semanas había cuestionado la decisión de Pablo Iglesias y de Irene Montero de convocar una consulta a las bases para legitimar la compra de su chalet en Galapagar.
Rodríguez publicó por error en la red social Twitter una conversación con Echenique acusándole de fabricar un supuesto informe interno de Podemos Andalucía con un plan para romper con la organización nacional. El tuit, con imágenes de la conversación, fue eliminado minutos después.
«Me acaban de decir que el documento inventado lo estás tratando de colocar tú mismo», escribe Rodríguez a Echenique. «Y yo no me lo creo. No me lo puedo creer. Te lo juro». El secretario de Organización rehuye el enfrentamiento. «¿Lo tienes?», le pregunta, sublevando a la dirigente andaluza. «No disimules», le contesta. «Me lo ha dicho un medio tío». «Es que muy brutal», le reprende enfadada. «Me imaginaba a Juanma, no sé, igual son prejuicios», señala Rodríguez, en referencia a Juan Manuel del Olmo, el secretario de Comunicación de Podemos. «Pero eres tú», le espetó la dirigente a Echenique.
Tras ser aupado en el oficialismo por Iglesias, Echenique dejó atrás esas ideas de descentralización y participación de las bases para eliminar el 90% de las estructuras locales de Podemos, aumentando el sistema vertical y el control por parte del líder de todas y cada una de las agrupaciones.
A pesar de esas fallas en su gestión interna, que le valieron la Secretaría de Organización, Echenique se había marcado tantos importantes ante Pablo Iglesias al negociar con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, los Presupuestos Generales del Estado que los independentistas tumbaron en febrero provocando las elecciones. Esa baza fue fundamental en su elección como negociador de Podemos.
Casi un mes después de las elecciones del 28-A, a finales de junio, Pedro Sánchez asumió que su estrategia de intentar poner sobre los hombros de Ciudadanos y PP la responsabilidad de la gobernabilidad en España para forzarlos a una abstención no estaba funcionando. Es cuando decide sin mucha convicción activar el ‘plan b’, el menos deseado por el candidato socialista: reeditar la alianza con Podemos, nacionalistas e independentistas para conseguir la investidura. Luego, sin Podemos en el Gobierno, podría ejercer una geometría variable que le permitiera pactar con la derecha las cuestiones económicas y con la izquierda las sociales.
El presidente del Gobierno nunca quiso una coalición de gobierno con Podemos que le atara de pies y manos en el Congreso. Pero su 'patinazo' a la hora de justificar ese rechazo en la figura de Pablo Iglesias, dando pie que aceptara ese veto, hizo que se impusiera la opinión de dirigentes del partido como José Luis Ábalos o Adriana Lastra que preferían compartir el Gobierno con Irene Montero que ir a elecciones.
La decisión de Podemos de rechazar la última oferta de Sánchez de una vicepresidencia y los ministerios de Vivienda, Sanidad y Consumo Asuntos y Ciencia y Universidad hizo que el presidente en funciones se ratificara en su postura inicial: mejor elecciones que una coalición. El fallo de Echenique, como el propio Iglesias reconocía, fue no reconocer entonces que el PSOE iba en serio cuando advertía de que no habría una segunda oportunidad.
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