Es a menudo el único atisbo de sensibilidad que se ve entre tanta crueldad. En muchos casos ni siquiera eso. La Historia desvela que en las venas de los predecesores de la organización terrorista circulaba con mayor intensidad. Hasta que dejó de hacerlo. A ellos inicialmente les movió la defensa de su patria y se apoyaron en una sólida formación intelectual, universitaria, que acostumbraba a ser puesta a prueba en largos debates, construcción de teorías e interminables cruces de escritos.
ETA nació en 1959 entre letras y argumentarios para subir peldaños hacia el precipicio. Se disolvió entre muertos y sin justificación. Hoy sus últimos integrantes se encuentran huidos o en prisión. Es ahí donde la sensibilidad intenta reanimarse entre tanta condena. En muchos casos, a falta de expresiones de perdón o de reconocimiento del daño causado, lo hace en forma de expresión artística, de pintura, de escultura o de verso.
El ‘arte etarra’ volverá a salir pronto de prisión. Lo hará el 7 de octubre en Galdakao, donde su ayuntamiento ha organizado en la Sala de Cultura de la localidad una exposición con las obras del preso de ETA, Jon Bienzobas. Titulada “Desde la ventana de mi celda”, la muestra ha provocado la indignación de colectivos de víctimas y partidos. Bienzobas cumple cuatro condenas que suman 264 años de cárcel por varios asesinatos, el robo de explosivos y un atentado frustrado contra un microbús del Ejército con once militares a bordo.
Algunos presos de la banda se han reconvertido en 'intelectuales' reconocidos por su labor artística
Es un episodio más. La historia ‘artística’ de la banda terrorista, de algunos de sus integrantes, es amplia. En abril del año pasado tres reclusos de ETA también decidieron exhibirse como artistas. Montaron una exposición; uno de ellos haría esculturas y los otros dos poemas –bertsos- inspirados en ellas. Titulada Zorroztarri (Piedra de afilar), incluía 18 esculturas de Igor Merodio, condenado por ser responsable del aparato de extorsión de ETA. Los textos correspondían a la etarra Alaitz Areitio, quien fuera responsable de captación en Guipúzcoa, y a Jon Joseba Troitiño, hijo de dos históricos miembros de ETA, los hermanos Antonio y Domingo Troitiño.
Entre víctimas y 'censura"
Fue muestra itinerante con suerte desigual. La entrada para exponer en consistorio de EH Bildu parecía expedita. En los ayuntamientos de PNV la prohibieron en algunos casos, la apoyaron en otros. Incluso el Ayuntamiento de Pasaia Donibane, en manos del PSE, accedió a exponerla.
El arte de los presos de ETA ha buscado siempre proyección. Estuvo a punto de pasar el filtro de los comisarios de la ‘Capitalidad Cultural San Sebastián 2016’. Una de las exposiciones previstas, titulada Sin lugar, sin tiempo, había seleccionado tres trabajos de presos de la banda. Sólo el rechazo del colectivo de víctimas precipitó que no llegaran a colgarse las pinturas, el cuadro y el vídeo seleccionado. Desde la Fundación San Sebastián 2016 replicaron las acusaciones de “censura” afirmando que habían primado la sensibilidad y el dolor de las víctimas de ETA al derecho de los presos a exhibir sus trabajos.
La capitalidad cultural San Sebastián 2016 retiró varias obras de presos que había seleccionado para una exposición
No tardaron en tener ofertas. El Ayuntamiento de Usurbil (Guipúzcoa), de la mano de la asociación de apoyo a los presos Kalera, Kalera, cedió uno de sus locales para exponer las obras y las de otros reclusos. Una muestra concebida como una respuesta a “los censores” y para logra que el arte de los presos “también salga a la calle”.
Paradójicamente, la vena artística ha revoloteado casi desde sus inicios en torno a ETA. Aquellos primeros años de la banda, en los que aún primaban los sabotajes, las reivindicaciones revolucionarias contra el régimen franquista y las pistolas eran aún sólo un arma de ‘defensa’, facilitaron la confluencia con escritores y cantautores. El caso de Imanol Larzabal, ‘Imanol’, es el más conocido. Sus canciones le convirtieron pronto en un ídolo de la revolución abertzale antifranquista. Sus temas fueron la banda sonora de la lucha en los finales de los años 60.
'Imanol' y Sarrionaindia
Militó en la primera ETA, huyó a Francia y regresó gracias a la amnistía de 1977. Abandonó la organización años después desengañado, hasta romper definitivamente con ese mundo condenando el asesinato de Dolores González Catarain, ‘Yoyes’. Cantar en su homenaje fue su final artístico. Su éxito y reconocimiento siguió la misma senda que su compromiso con la causa, pasó de héroe a traidor.
La historia de ‘Imanol’ se cruzó con la de otro terrorista convertido después en intelectual, éste de las letras. Joseba Sarrionaindia cumplía condena en la prisión de Martutene (San Sebastián) por pertenecer a ETA. El 7 de julio de 1985 la prisión guipuzcoana organizó un concierto del cantautor. Una vez concluido, el grupo recogió los bártulos, bafles incluidos. En su interior, ocultos, dos presos de ETA, Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionaindia, lograron fugarse. Hoy Sarrionaindia, sobre cuya fuga una canción popular aún se escucha en muchas verbenas veraniegas, es ensayista, profesor universitario en la Universidad de La Habana y escritor de prestigio en algunos ámbitos.
El cantautor 'Imanol', que militó en la banda, pasó de héroe a traidor tras condenar el asesinato de 'Yoyes'
La historia de los presos y el arte volvió a entrelazarse en aquel camión que trasladó a ‘Imanol’ en el asiento del copiloto y a Sarrionaindia y Pikabea ocultos en los altavoces. Quien lo conducía era Mikel Albisu, 'Mikel Antza’ (San Sebastián, 1961). Hijo de uno de los primeros militantes de ETA, Rafael Albisu Iriarte, condenado a 20 años de prisión en 1961 por el intento de descarrilamiento de un tren en la línea Bilbao-San Sebastián que transportaba veteranos excombatientes franquistas tras conmemorar los 25 año del alzamiento del 18 de julio, demostró su habilidad literaria antes de entrar en ETA.
El nombre de ‘Mikel Antza’ era el seudónimo con el que se presentaba a los concursos literarios, en algunos de los cuales logró vencer. Su trayectoria, además de haber alcanzado la jefatura de una banda criminal como ETA, incluye un pasado de cuentos, obras de teatro y libros.
Su padre conoció a otro etarra que terminó siendo más conocido por su legado literario que por su pasado en ETA. José Luis Álvarez Enparantza, ‘Txillaredegi’, uno de los fundadores de la banda a finales de los 50, y de Herri Batasuna décadas después, murió en 2012 con el currículum de reconocido lingüística, impulsor del euskera, teórico influyente y escritor de una de las primeras novelas modernas en lengua vasca, ‘Leturiaren egunkari ezkutua’ (El diario oculto de Leturia).
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