Un acto pospuesto en 11 de septiembre por la lluvia, una declaración en el Patio de los Naranjos a media mañana, cuando acabe la reunión del gobierno, y manifestaciones y marchas de antorchas en diversas localidades de Cataluña servirán para conmemorar el segundo aniversario del 1-O.
Una oferta más bien pobre si se compara con el primer aniversario, cuando Quim Torra se puso al frente de la movilización convocada por la ANC hasta las puertas del Parlament para demostrar que el encarcelamiento de los líderes del independentismo, entonces todavía pendientes de juicio. Una conmemoración muy marcada por cuatro factores: la sombra de la desmovilización de la Diada, el temor a nuevos incidentes violentos asociados a convocatorias institucionales, la división de partidos y entidades independentistas. Demasiados factores en contra para que el independentismo se la jugará con una convocatoria fracasada a las puertas de que se haga pública la temida sentencia a los procesados por el Tribunal Supremo.
Precedente violento
El precedente de 2018 es el primer factor que condiciona las convocatorias institucionales. Hace un año, la pacífica manifestación convocada por la ANC y Ómnium para dejar a las puertas del Parlament las urnas utilizadas en el referéndum ilegal del año anterior acabó en un violento asalto a la sede de la Cámara catalana por parte de un grupo de jóvenes CDR. De nada sirvieron las apelaciones a la calma de los propios organizadores de la ANC, que vieron como la situación se les iba de las manos, a ellos y a la escasa dotación de Mossos prevista para la ocasión.
En el actual contexto de preocupación provocado por la detención de un grupo de CDR acusados de terrorismo por la Audiencia Nacional, y en pleno enroque del independentismo, empeñado en negar las acusaciones de que se preparaban acciones violentas, lo último que necesita Quim Torra y los partidos independentistas es un nuevo intento de asalto al Parlament como el de 2018.
La dimisión del director de los Mossos, Andreu J. Martínez, a las puertas del 1-O, que la policía autonómica reconoce que será "caliente", certifica la tensión existente. Especialmente si se tiene en cuenta que Martínez fue quien firmó el Dispositivo Minerva para hacer frente a las movilizaciones que se temen violentas a cuenta del aniversario del referéndum y, sobre todo, de la sentencia del Procés. Un dispositivo diseñado atendiendo a los criterios de los mandos policiales, pero que no ha gustado en el Palau de la Generalitat, más centrado en cortejar a la CUP.
Pinchazo en la Diada
El "pinchazo" de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en la Diada es otro de los argumentos que aconsejaban modestia al independentismo ante el segundo aniversario del 1-O. La ya tradicional manifestación reunió en el centro de Barcelona a 600.000 personas, una cifra nada desdeñable, pero muy lejos del millón de manifestantes que según las entidades han acudido a sus convocatorias sin desfallecer desde 2012.
La división entre los partidos independentistas, de éstos con las entidades y entre Ómnium y ANC por cual debe ser el camino a seguir para responder a la sentencia está en el origen de esa caída de la participación junto al desgaste del movimiento independentista. Y esa misma división sigue siendo evidente tres semanas después en los mensajes contradictorios entre JxCat, ERC, la CUP e incluso dentro de los integrantes de JxCat o de la CUP.
Todo ello, a las puertas de la sentencia, prevista para el 14 de octubre como fecha límite, aunque en el entorno secesionista creen que se hará pública el 10 u 11 de este mes -fecha para la que los sindicatos independentistas han convocado ya una nueva huelga-. El Govern, los partidos y las entidades no pueden permitirse hoy un fracaso que dañe las expectativas de movilización contra el Tribunal Supremo. Sobre todo porque esa movilización acabará siendo previsiblemente la principal respuesta, por mucho que se apele al Govern, habida cuenta de la división al respecto en el seno del ejecutivo, y no sólo entre JxCat y ERC.
Fecha fundacional de la república
En este contexto, Quim Torra intentaba ayer dar épica a este segundo aniversario del 1-O asegurando que se trata de la "fecha fundacional" de la república catalana. Lo hizo en el acto "Luz y libertad"organizado por Ómnium y la ANC, y previsto inicialmente para el 10 de septiembre. Las lluvias impidieron homenajear en la víspera de la Diada a los 131 presidentes de la Generalitat -según la mitología independentista- encendiendo otras tantas antorchas en los picos del macizo de Montserrat.
Un acto en el que Torra repasó ayer a esos 131 predecesores y reivindicó a Artur Mas como el presidente del 9N y a Carles Puigdemont como el president del 1-O. Un primero de octubre que para Torra "señala el camino de la democracia, la defensa de los derechos y el respeto colectivo".
Hoy, el Govern conmemorará el referéndum ilegal con el acto "Compromiso del Primero de Octubre" y se sumarán por la tarde, a los actos organizados por la ANC: Marchas con antorchas en Cardedeu y Tordera, manifestación en Barcelona y una decena de localidades más, inauguración de alguna placa dedicada al 1-O y lectura de manifiestos.
A la espera de que lo que puedan improvisar otros colectivos, menos manejables aparentemente desde el Palau de la Generalitat, aunque Torra les animará en su día a "apretar". Esos a los que tocará responder el Dispositivo Minerva ideado por los Mossos, a cargo ahora de un nuevo director político.
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