En la última reunión del comité ejecutivo nacional del PP los barones territoriales más sensibles a los giros de timón a la derecha salieron más que satisfechos tras oír a su jefe de filas, Pablo Casado. Ese contento se trasladó incluso al ambiente posterior al almuerzo, donde a diferencia de otros encuentros, no hubo tensiones entre el líder del PP y ninguno de sus dirigentes regionales. Muchos de ellos ponderaron la moderación y centralidad de un discurso sin estridencias y propositivo incluso formando ya parte del guión de la precampaña electoral de los comicios del 10-N.
La intención declarada de Génova es presentarse como "el partido de Estado, el único que garantiza la estabilidad al país, capaz de llegar a acuerdos" y con una atención especial a la economía y a los riesgos de la desaceleración de la que ya ha alertado el Banco de España. Para ello debe ocupar el centro del tablero y los sondeos les están dando la razón. Si el de Dym para El Independiente apuntaba ya a una clara recuperación de voto para Casado, hasta situarse en una horquilla de entre 75 y 80 escaños, la definitiva confirmación de que España iba a unas nuevas elecciones generales el 10 de noviembre ha mejorado incluso esas expectativas.
Sondeos como el de Gad3 para ABC o el de Celeste para eldiario.es colocan al PP con serias opciones de volver a las tres cifras. El primero habla de 97 diputados y el segundo de 95 con un PSOE que, o despega muy poco o, incluso pierde representación. Las distancias entre ambos partidos se achican, aunque no lo suficiente como para un vuelco electoral que ponga a Casado por delante de Sánchez. El líder del PP crece a costa de un menguante Vox, pero, sobre todo, de la caída de Ciudadanos, aunque la lógica lleve a pensar que Albert Rivera pierde apoyos por su flanco izquierdo y no derecho tras negarse a cualquier tipo de pacto con el PSOE, aunque en tiempo de descuento retirara su veto.
El electorado de centro-derecha "ya ha visto los efectos de la fragmentación del voto"
Lo que sí parecen tener claro en Génova es que esta vez harán una campaña de tono moderado aún a sabiendas "de que tanto Rivera como Abascal irán a por Pablo". La idea "es ir esquivando los golpes", insistir en una oferta de mano tendida -a pesar de que este domingo era la fecha tope para presentar coaliciones electorales-, y hacer pocas alusiones a Vox. Están convencidos en Génova 13 de que muchos de los votos a Santiago Abascal que quedaron sin representación el 28-A volverán por sí solos al PP, aunque sea por un mero concepto de voto útil. El electorado de centro-derecha "ya ha visto los efectos de la fragmentación del voto", señalan en el entorno de Casado.
Mucho ha tenido que ver en el nuevo tono su renacido director de Gabinete, Pablo Hispán, que ya ocupó este cargo antes de verse desplazado por el hoy consejero de Hacienda del gobierno autonómico de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty. A Hispán se le atribuye en muy buena medida la autoría del discurso que dio a Casado el triunfo en el congreso extraordinario de su partido frente a Soraya Sáenz de Santamaría. Hombre discreto, no tiene el perfil de "duro" de Lasquetty. Lasquetty, próximo a José María Aznar y a Esperanza Aguirre, fichó por su parte a Isabel Benjumea, que fuera "azote" de Mariano Rajoy desde el Red Floridablanca, ahora en Bruselas con acta de eurodiputada.
De hecho, Casado "comienza a sonar más como Mariano Rajoy que como Aznar", dicen algunos de los antiguos "marianistas". De hecho, la participación del presidente del FAES en la campaña del 28-A se interpretó como otras de las causas de la estrepitosa caída a los 66 escaños. Rajoy también se involucró en aquella campaña, pero tan sólo en territorios no "hostiles" como Galicia y en apoyo a su gran amiga Ana Pastor. Precisamente, un "marianista" destaca que "todo lo que sea el contacto con los ex presidentes, suma, tenemos un pasado", afirma en alusión al reciente almuerzo que unió a Casado y a Rajoy en torno a la misma mesa. Y agrega: "La normalidad suma".
Economía, Brexit y Cataluña, ejes de la campaña de Casado
Esto significa que, salvo que durante la campaña haya un cambio dramático de guión, Casado hablará de economía y de Brexit, también de Cataluña y de las alianzas, que, a su juicio, tiene Sánchez con los independentistas, pero nada de esa cadena de insultos como "felón", "traidor", "okupa", "incapaz" o "mediocre" con los que definió al presidente del Gobierno en funciones y por lo que terminó disculpándose.
En todo caso, el contexto político actual dista mucho del previo a las elecciones del 28-A. Cs y Vox no suponen el mismo grado de amenaza que entonces, cuando Rivera decidió disputar la hegemonía del centro-derecha y los de Abascal eran una total y absoluta incógnita, con unos sondeos que les aupaban hasta los 50 escaños. La situación actual permite a Casado mayor margen de maniobra, sin necesidad de endurecer su discurso para evitar fugas a Vox y, con ello, desangrarse por el flanco más moderado. De Abascal hablará lo justo y, si es posible, nada. "No contamos con Vox y sí con sus votantes", describe muy gráficamente un miembro del comité de dirección.
Asimismo, no se descarta recuperar para la política a algunos miembros destacados de los anteriores equipos de Génova y Moncloa. Hay quienes piden a Casado que lo intente con la ex ministra de Empleo, Fátima Báñez, aunque por el camino también quedaron otros nombres como el de José Luis Ayllón, ex secretario de Estado y ex director de Gabinete de Rajoy en la presidencia del Gobierno, hoy en Llorente y Cuenca.
Álvarez de Toledo y Elorriaga
Quizá el único contrapunto a ese giro a la moderación y centralidad lo dé la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo. Pero el regreso de ex dirigentes como Gabriel Elorriaga para la asesoría del Grupo y, muy probablemente, para entrar en la lista madrileña, atempera también las posiciones en el Congreso. Porque si Elorriaga se fue dando un portazo y cuestionando el liderazgo de Rajoy en 2008 y más tarde pasó a FAES, nunca ha sido persona de posiciones maximalistas. Génova también escucha al presidente de Gad3, Narciso Michavila, un convencido de que los caladeros de voto siempre están en el centro y en la moderación.
Ahora lo único que falta, dicen en el cuartel general de los populares, es "no cometer errores".
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