De puertas para fuera, el optimismo vence. "Somos muy peligrosos para el bipartidismo", rezaban una y otra vez destacados dirigentes de la cúpula naranja tras la reunión del renovado Comité Ejecutivo de Ciudadanos este lunes, convocado para marcar las líneas maestras que protagonizarán una campaña electoral exprés pero vital para los naranjas. "No podemos dejarnos llevar por lo que digan las encuestas" y el 10-N "salimos a ganar", zanjaban ante las preguntas de los periodistas.
En general, la hoja de ruta de Ciudadanos para el 10 de noviembre será la misma que marcó el núcleo duro de Albert Rivera para las anteriores generales: no se modificarán las listas electorales, y por tanto seguirán en primera línea política nombres tan destacados como el de Marcos de Quinto como número dos por Madrid; o el de Inés Arrimadas, que repetirá como cabeza de lista por Barcelona. Las únicas novedades son las referentes a los reemplazos de dimitidos como Toni Roldán; o Francisco de la Torre, para los que se seguirá la estrategia de hacer que las listas corran hacia arriba.
Además, Rivera volverá a confiar en José Manuel Villegas para presidir la campaña de los naranjas después de los buenos resultados que cosecharon en primavera, un equipo que completa Francisco Hervías en la parte organizativa y Fernando del Páramo en comunicación y estrategia electoral.
Pero de puertas para adentro, el vértigo ante la posibilidad de padecer la mayor debacle electoral de la historia del partido en su experiencia nacional, con voces en aumento que piden la cabeza del propio Rivera en caso de constatarse el fracaso en las urnas, ha llevado a los naranjas a hacer algunos cambios en su discurso electoral: pese a seguir apostando por el PP como "socio prioritario" -con el que se ha comprometido a pactar tras el 10-N si hay posibilidad de sumar, no antes- y por la confrontación con Pedro Sánchez como guía, se ha abandonado el cordón sanitario manifiesto, inquebrantable y rígido al "sanchismo" que protagonizó la campaña del 28 de abril y que desencadenó una crisis interna sin precedentes que, pese a los intentos de portazo, sigue lastrando al partido a día de hoy.
Mientras que en febrero Ciudadanos se comprometía, tras una votación unánime en su Ejecutiva, a que sus votos no servirían para hacer presidente al dirigente socialista bajo ningún concepto, ese veto "no se ha planteado en el Comité Ejecutivo esta vez", según confirman varios portavoces del partido, quienes ahora restan importancia a esa línea roja. "No es un tema que esté encima de la mesa", reiteran, sumándose a las evasivas que han protagonizado Rivera y otros dirigentes en los últimos días a evidenciar un 'no' rotundo a llegar a un acuerdo con el PSOE si las circunstancias lo permiten tras el 10-N.
Las mismas fuentes oficiales señalan que el cordón sanitario levantado hace ahora casi siete meses y que se niegan a revalidar sigue siendo legítimo, pero obvian que esa realidad saltó por los aires cuando Rivera sentó un precedente abandonando por vez primera el 'no es no' y ofreciendo una abstención condicionada a Pedro Sánchez con la que evitaría elecciones.
Otro miembro del entorno de Rivera señala que la línea roja no se ha materializado esta vez por la "estrategia" de la dirección de llevar una posición "menos rígida" a la campaña, sin "marcar la línea del 'no' de manera tan tajante como se hizo en febrero" evitando así que el hecho de hablar de vetos ante una situación de bloqueo político "nos penalice aún más en las urnas", a la luz de las numerosas encuestas que en los últimos meses han venido augurando una caída libre de Ciudadanos en las urnas. Sin ir más lejos, el sondeo de DYM para El Independiente vaticinaba una pérdida de representación de hasta 22 escaños si pasa de los 57 actuales a su horquilla más baja, que se encuentra entre los 35 y los 40 diputados.
Rivera sentó un precedente al abandonar el 'no' a Sánchez y ofrecer una abstención condicionada que hubiese evitado las elecciones
Sin embargo y pese a aflojar en su oposición, los de Rivera construirán su discurso centrados en el objetivo de "construir una alternativa a Pedro Sánchez" al que señalará como "culpable de la repetición electoral", ante lo que tratará de buscar una suma postelectoral con Pablo Casado. De no conseguirse, la dirección deja una rendija abierta a que Ciudadanos vuelva a ser el protagonista de facilitar la gobernabilidad en caso de reeditarse un nuevo bloqueo político. "Todo dependerá de los resultados", concluyen.
Rivera abandona la estrategia del sorpasso
Al 28 de abril, Rivera llegó con dos objetivos prioritarios que le valieron críticas desde todos los flancos, tanto internos como externos: desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa y, de no lograrlo, desplazar a Pablo Casado del tablero político para ocupar él el espacio de hegemonía del centro derecha.
Y casi lo consigue. El líder naranja se quedó a 200.000 votos de sumir al PP en la irrelevancia del tercer puesto político, y desde aquel momento ha venido manteniendo una guerra fría con Pablo Casado por usurpar su papel como líder de la oposición ante la debacle histórica que experimentaron los populares en las urnas.
Pero tan solo unos meses después, la situación ha cambiado radicalmente. Ahora es Casado quien hace cábalas con una significativa remontada que le llevaría a pasar de los 66 escaños actuales a rozar los 100 asientos en el Congreso de los Diputados según algunos sondeos, la mayoría de ellos a costa de Ciudadanos y, en menor medida, de Vox.
Pese a mostrarse escépticos respecto a lo que recen las encuestas, el desasosiego se extiende por la cúpula de Rivera, en la que hace meses que se dejó de pronunciar el discurso del sorpasso para construir la estrategia de la suma. En ese mensaje de unidad ha incidido Rivera desde que despegase extraoficialmente la campaña electoral el pasado 25 de septiembre: "Me comprometo a que si hay un escaño más para una mayoría de cambio, yo mismo llamaré a Pablo Casado la noche electoral para que gobernemos juntos y estemos a la altura", se ha jactado en repetir el dirigente naranja en múltiples entrevistas e intervenciones públicas. Si el bloque de la derecha suma, "en menos de un mes, España tendrá Gobierno".
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