El juez José De la Mata de la Audiencia Nacional investiga a un empresario de Jerez de la Frontera (Cádiz) al que podrían haber descubierto en el negocio perfecto. El gobierno ecuatoriano de Rafael Correa le contrató para ocuparse de la seguridad de la embajada de Ecuador en Londres cuando el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, vivía allí como una especie de refugiado político mientras era reclamado por la justicia estadounidense tras publicar en su web datos confidenciales del Gobierno norteamericano. Una situación en la que se mantuvo durante siete años hasta su arresto.
Assange ha presentado una querella contra David Morales Guillén, propietario de la empresa Undercover Global SL radicada en Miami y vinculada a la Aviación Ecuatoriana por delitos contra su intimidad y contra el derecho de las comunicaciones abogado-cliente.
Según el periodista australiano, Morales le habría espiado por orden del Servicio Nacional de Inteligencia de Ecuador (SENAIN) pero a la vez habría estado filtrando a Estados Unidos audios, vídeos e información de su encierro por jugosas cantidades de dinero sin que ninguno de los dos países implicados lo supieran.
Prueba de ADN
Los vídeos de la estancia de Assange publicados en distintas televisiones estadounidenses se habrían captado incluso en los baños de señoras de la embajada, según la querella, donde Assange recibía a sus visitas para que las conversaciones que mantenía no salieran a la luz. Durante el tiempo que el fundador de WikiLeaks estuvo recluido, recibió a ciudadanos rusos, americanos y a las actrices Pamela Anderson y Lady Gaga.
La empresa de Morales, no obstante, negó todo tras estallar el escándalo: "Es totalmente falso e incierto que UC Global instalara micrófonos o cámaras ocultas en la Embajada de Ecuador en Londres, donde se encontraba asilado el Sr. Assange, quien conocía perfectamente el emplazamiento y funcionamiento de las cámaras y quien tenía acceso directo a las mismas desde sus dependencias", explicaron en una nota.
La denuncia, por su parte, refleja otra de las rocambolescas ideas que habría tenido el español, según Assange, para averiguar si el bebé de una visitante que acudía frecuentemente a verle a la embajada era hijo suyo. "Morales llegó a pedir a personal de su empresa que robara el pañal de un bebé que, según reportaban los operarios, visitaba regularmente a Assange. Según indicó Morales, se debía sustraer el pañal para que pudieran hacer posteriormente una prueba de ADN con las heces del niño, a los efectos de acreditar si se trataba de un hijo del asilado. Este encargo se frustró ya que los trabajadores de la empresa alertaron a la madre para que el menor no volviera a la legación diplomática", se lee en la denuncia.
Sobornos a una funcionaria de Correa
El doble espionaje mencionado habría permitido a Morales un "incremento patrimonial notable", según la querella de Assange admitida por la Audiencia Nacional, con el que se habría comprado una vivienda de lujo y coches de alta gama para "blanquear" los fondos ilegales recibidos, siempre según la denuncia del activista.
El empresario jerezano, propietario de la empresa de seguridad, habría pagado presuntamente 20.000 euros mensuales a la responsable de Seguridad de la embajada de Ecuador en Londres, Gabriela Páliz Jérez, para "evitar que hiciera reportes negativos sobre su empresa UC Global que conllevaran una rescisión del contrato".
Assange asegura que Morales habría ido a Estados Unidos acompañado por su esposa al menos una vez al mes e incluso semanalmente para entregar sus vídeos en mano. Según el redactor jefe de WikiLeaks, él mismo habría preguntado a los operadores de la empresa de Morales si las cámaras grababan el audio de sus conversaciones y éstos le aseguraron que simplemente se instalaban por razones de seguridad. Sin embargo, según la denuncia de Assange, "la realidad era que se registraron todas las conversaciones mantenidas por el asilado con su defensa, grabándose todos los pormenores de éstas".
Espionaje a Baltasar Garzón
El activista relata en su querella que "los micrófonos instalados grababan en una memoria interna largas horas que después se descargaban y remitían a Jerez de la Frontera (donde el empresario tenía a su equipo de técnicos). Con ellos se habrían captado reuniones que Assange mantenía con sus abogados, así como otras visitas médicas y de diversa índole. Además, los micrófonos, en concreto el establecido en la sala de reuniones, habría llegado a captar igualmente reuniones de los agentes diplomáticos ecuatorianos e incluso reuniones de la diplomacia ecuatoriana con la diplomacia de terceros países".
Según Assange, el espionaje habría llegado al jefe del Servicio Nacional de Inteligencia de Ecuador, Rommy Vallejo, al congresista norteamericano Dana Rohrabacher e incluso a su abogado, el ex juez español Baltasar Garzón.
En concreto, según denuncia el activista, la empresa de Morales habría hecho un seguimiento a Garzón en un encuentro con el ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, en Madrid. Éste habría captado imágenes del recibimiento al político en el aeropuerto de Barajas e incluso en la vivienda del ex juez, según la querella.
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