Con la exhumación hoy de los restos del dictador Francisco Franco se escribe una página de la historia, aunque aún queda por tomar muchas decisiones respecto al futuro del Valle de los Caídos. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, pasó de defender su reconversión en "un centro nacional de memoria impulsor de la cultura de la reconciliación, la memoria colectiva democrática y la dignificación y reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura", según una proposición de ley que el Grupo Socialista presentó en diciembre de 2017 en el Congreso, a un mero "cementerio civil".
Pero sea una cosa u otra habrá que dar respuesta a dos de las cuestiones que recomendaba el informe de expertos que encargó en 2011 el entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, trabajo que estuvo capitaneado por su ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui.
Y es que después de la exhumación de Franco queda por resolver qué se hace con los restos del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Porque si bien éste murió en la Guerra Civil en noviembre de 1936, -lo que cumple con el objetivo del mausoleo de "perpetuar la memoria de los que cayeron en nuestra gloriosa cruzada", según reza el decreto de 1940 que dispuso la construcción del complejo-, no puede estar en un lugar preeminente con respecto al resto de los más de 33.000 ciudadanos allí enterrados, entre ellos, muchos republicanos.
La ubicación de Primo de Rivera "quiebra el igual tratamiento"
Los expertos destacaron que entre los miles de muertos "se dio preferencia a los restos de José Antonio Primo de Rivera" al ser inhumados en lugar central del altar mayor de la Basílica. Por eso, la comisión entendía que esta ubicación "quiebra el igual tratamiento debido a los restos de todas las personas allí enterradas", lo que obligaría a su reubicación.
"Grave deterioro" y estado de "ruina"
Por otro lado, el informe hace un cálculo aproximado de los fondos necesarios para parar el que ya en 2011 consideraban "grave deterioro" y "ruina" del lugar. Porque aparte de los arreglos parciales que se han ido haciendo desde entonces, su rehabilitación exigiría no menos de 13 millones de euros, y eso con datos de hace ocho años.
"El coste muy aproximado de una rehabilitación integral básica del conjunto monumental puede suponer un importe mínimo de diez millones al que habrá que añadir el coste de la restauración de los grupos escultóricos (de Juan de Ávalos), estimado en al menos tres millones de euros", decía el informe de 23 páginas tras seis meses de trabajos. De carácter no vinculante, sus conclusiones se conocieron el 29 de noviembre de 2011, nueve días después del primer triunfo electoral de Mariano Rajoy, con un gobierno de Zapatero ya en funciones.
1,8 millones en trabajos parciales de restauración
Entre 2012 y 2017 el Gobierno invirtió 1,8 millones de euros en distintos trabajos de mantenimiento en el Valle, destacando los 230.000 euros dedicados a la portada de la Basílica, los 189.000 para el funicular que sube a la cruz, además de las arquerías de la escolanía o la conservación de las estructuras metálicas de los brazos de la cruz. Estos datos fueron ofrecidos por Patrimonio al entonces senador de Compromís Carles Mulet en una respuesta por escrito a la que tuvo acceso Europa Press.
Pero es que además mantener el complejo sale por más de un millón y medio de euros anuales, incluidos los 340.000 euros que van a la comunidad benedictina.
Precisamente, la comisión de expertos, de la que formaron parte, entre otros, Pedro González-Trevijano, Miguel Herrero, Virgilio Zapatero, Amelia Varcácel y Ricard Vinyes, recomendó modificar el convenio que se firmó en 1957 con la Abadía de Silos. Esta es una de las propuestas que está dispuesto a abordar Pedro Sánchez si consigue gobernar tras las elecciones generales del próximo del 10 de noviembre. Entendían los expertos que dicho acuerdo "no es el adecuado a los tiempos actuales y a un Estado aconfesional como se configura España".
Uno de los temores de la comunidad benedictina es acabar fuera del Valle
De hecho, uno de los grandes temores de la comunidad benedictina es acabar fuera del Valle para ser sustituidos "por otra institución de la Iglesia, tanto regular como secular", dijo el informe, que admitía, sin embargo, el mantenimiento del monumento como lugar de culto.
Con el voto particular de Miguel Herrero -contrario a la exhumación de Franco-, los expertos defendieron la resignificación del complejo de Cuelgamuros para reconvertirlo en un lugar "para la memoria de todas las víctimas" bajo el principio "explicar y no destruir". Así, explicitaba que "en vez de cambiar elementos del lugar , hay que explicar lo que se hizo y cómo se hizo". Lo último que dijo Sánchez, para sorpresa de los suyos, fue aquello del "cementerio civil".
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