Un "CIS espectacular". Con esta expresión combate el PSOE el desánimo en sus bases por la tendencia a la baja que señalan todas las encuestas. El Gobierno se aferra a la macroencuesta elaborada por José Félix Tezanos, ex dirigente socialista, para rebatir la sensación de que la repetición de elecciones pasará factura a Pedro Sánchez. El argumentario socialista insiste en que los sondeos de los medios de comunicación se elaboran a partir de unas mil entrevistas mientras que el Centro de Investigaciones Sociológicas utiliza 18.000, que además se distribuyen proporcionalmente por todas las provincias.
El Gobierno se aferra así a un CIS que sitúa al PSOE por encima del 30% de los votos y de los 130 escaños, según fuentes socialistas. Unos datos que contradicen al resto de sondeos y que tienen una particularidad según las fuentes: las entrevistas se realizaron antes de los disturbios de Cataluña.
El CIS que se publica este martes es similar al divulgado el 9 de abril, una macroencuesta preelectoral cuyo trabajo de campo, es decir, las entrevistas, se habían desarrollado 21 días antes. Si el CIS de noviembre sigue el mismo método, las respuestas de los ciudadanos se habrán producido antes de la sentencia del procés, de los disturbios en Cataluña y de la exhumación de los restos de Francisco Franco, por lo que no medirán el estado actual de los electores.
En opinión de una destacada dirigente de la cúpula del partido, los sondeos no están reflejando aún la influencia que tendrá en el voto de mucha gente la reciente exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos. Basa esta percepción en la cantidad de personas que paran a los cargos del PSOE por la calle para agradecerles la exhumación de Franco y su compromiso para identificar los cuerpos que yacen en Cuelgamuros o que siguen enterrados en las cunetas por todo el país, informa Europa Press.
Otro de los elementos con que cuenta la dirección del PSOE para asegurar que mejorará los resultados de abril tiene que ver con su gestión de los últimos incidentes en Cataluña. El partido confía en que la ciudadanía valore cómo su respuesta a los disturbios no generó más violencia y contribuyó en cambio a que fueran bajando de intensidad. Los socialistas creen también que el electorado les premiará por haber conseguido que los Mossos d'Esquadra colaboren con Policía Nacional y Guardia Civil, a diferencia de lo ocurrido durante la celebración del referéndum de octubre de 2017.
El CIS de abril advertía del elevado porcentaje de indecisos: un 25,3% de los 16.800 entrevistados aseguraba que aún no había decidido su voto, la cifra más alta de los últimos años, mayor incluso del 20% que se registraba en 2015. Si a ese porcentaje se sumaban los encuestados que no contestaban a esa pregunta (8,2%), los que responden que ‘no saben’ (4,5%) y los que se declaran abstencionistas, el número de indecisos alcanzaba el 38%.
Ahora, el voto de esa "mayoría cautelosa", según la denominación de Moncloa, será también determinante. En ese sentido, los socialistas y el propio Sánchez reiteran constantemente que el PSOE es el primer partido en intención de voto en todas las encuestas y se niegan a valorar la posibilidad de que PP, Cs y Vox se acerquen a la mayoría absoluta. "Que el PP gane es ciencia ficción", aseguró el candidato socialista este fin de semana en una entrevista.
En Moncloa confían en que la crisis catalana no sea el elemento decisivo del voto progresista, por lo que el candidato socialista sigue centrando sus mítines en la necesidad de dotar al PSOE una mayoría suficiente para tener un «Gobierno fuerte». La apuesta por la gobernabilidad y la estabilidad será la clave del voto, según el PSOE, que ha estudiado con detenimiento casos similares al actual: la repetición de elecciones en junio de 2016 y el adelanto electoral en 1993, que también le funcionó a Felipe González.
Hace tres años, Mariano Rajoy declinó presentarse a la investidura por no contar con una mayoría parlamentaria suficiente para aprobar las leyes, algo similar al caso de Pedro Sánchez, que sí se presentó pero sin cerrar un acuerdo con Unidas Podemos. Su investidura fallida pretendía constatar una situación beneficiosa ante los electores: que era el ganador de las elecciones, el favorito de los españoles para ser presidente, pero que el resto de partidos se lo impedían, incluido Pablo Iglesias.
De esta manera, como le ocurrió a Rajoy entonces y a Felipe González antes, Ferraz pretende batir a las encuestas y obtener un resultado que consolide al PSOE como el partido de Gobierno.
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