De puertas para afuera y como viene siendo habitual, ni Albert Rivera ni el resto de dirigentes ofrecieron una valoración de los resultados de la encuesta preelectoral que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó ayer, la última antes de que se abran las urnas el próximo 10 de noviembre.
"No es fiable", ratificaba el presidente de Ciudadanos, que se contuvo a hacer declaraciones sobre la bomba de oxígeno que, sin que sirva de precedente, ha colocado José Félix Tezanos sobre tejado naranja: se desmarca de la mayoría de sondeos privados -algunos como el último de Sigma Dos para El Mundo ubicaban a Rivera por detrás de ERC, en la sexta posición- y otorga a los liberales una horquilla de entre 27 y 35 escaños y un apoyo del 10,6%. A tenor de estas cifras, la de aferrarse a Sánchez tras el 10-N, una vez superado el discurso del sorpasso y del liderazgo de la oposición, se erige como prioridad naranja para seguir siendo pieza decisiva del tablero político nacional y evitar la irrelevancia frente a un reforzado Partido Popular.
Fuentes cercanas a la dirección sí miran con optimismo las cifras del CIS, que a raíz de los datos del barómetro ven que "las cosas ahora sólo pueden ir a mejor". La macroencuesta, basada en una muestra de 17.650 entrevistas, se realizó entre el 21 de septiembre y el 13 de octubre, es decir, que ni la sentencia del 'procés'; ni los disturbios en Cataluña; ni la exhumación de Franco, todos ellos acontecimientos que inciden sustancialmente en la intención de voto, han tenido impacto alguno en el reparto de escaños.
En Ciudadanos han visto cómo el CIS no sólo les puede salvar de pisar el suelo de 2016, cuando obtuvieron su peor marca electoral -32 escaños-, sino que están convencidos de que en las últimas semanas y con el desafío independentista en su momento más álgido han mejorado sus resultados por la mayor movilización del votante constitucionalista: ninguno de sus trackings internos bajan del 11%, cifra que tratarán de remontar en los próximos diez días, con la campaña por empezar y con un debate electoral por celebrar.
Y Sánchez es el clavo ardiendo al que se puede sujetar Ciudadanos tras las elecciones. Aunque de entrada propone un acuerdo a tres -PP, PSOE y Cs-, lo cierto es que los resultados del CIS volverían a poner encima de la mesa la posibilidad de un Gobierno estable en el tándem Sánchez-Rivera -la horquilla más alta de ambos suma 185 escaños, nueve por encima de la mayoría absoluta-, una opción que ya no suena tan descabellada como en abril en Alcalá, 253 y que otorgaría un papel protagonista a los naranjas pese al anunciado desastre en las urnas.
Lejos queda ahora el cordón sanitario que los naranjas votaron por unanimidad en el mes de febrero, que mantuvieron siete meses, y que han terminado de desdibujar en octubre. Como justificaba el presidente liberal el lunes en El Hormiguero, la situación ahora es radicalmente distinta a la de hace unos meses, y pone como ejemplo la situación en Cataluña como motivo "suficiente" como para "acercar posturas entre distintos".
Firma su sentencia en Cataluña y las Castillas
Pero el respiro del frenazo de la caída del CIS aparece empañado por los malos resultados que registra la formacion en Cataluña, histórico negociado naranja y donde llegó a ganar las elecciones autonómicas de diciembre de 2017: aunque los reduce a la mitad, los dos diputados por Barcelona serían los únicos que conservarían los naranjas en la región, mientras que desaparece el escaño por Tarragona. Pesos pesados del partido como Carina Mejías o José María Espejo se quedarían sin asiento en el Congreso de los Diputados.
Pero en cuanto números totales de escaños, la peor sangría la sufriría Ciudadanos precisamente en la España rural, cuyos diputados fueron decisivos para impulsar al partido hasta su máximo histórico el 28 de abril. Ahora, sin embargo, servirán para todo lo contrario según Tezanos. En Castilla La Mancha, los liberales podrían quedarse sin representación -el CIS le da un máximo de dos, uno por Ciudad Real y otro por Toledo-, por lo que peligraría el escaño de uno de los principales dirigentes de la cúpula: el de Juan Carlos Girauta, que concurre por esta última.
En Castilla y León se repite la misma tónica. Si en primavera obtuvieron 8 escaños y representación en todas las provincias -salvo Soria, que reparte dos diputados-, el 10 de noviembre podrían pelear por un máximo de dos: uno por Segovia y otro por Salamanca.
Ciudadanos perdería su escaño en otras provincias: destacado el caso de Aragón, donde Rivera consiguió escaño en las tres provincias, de las que sólo logra salvar el asiento de Zaragoza; y también perdería el de Cáceres y A Coruña, aunque lograría retener el de Badajoz y Pontevedra en estos territorios.
Es Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid los territorios que siguen mitigando el golpe de Ciudadanos en las urnas. Precisamente, Rivera inaugurará su campaña electoral en Cádiz, quizá como estrategia para afianzar al electorado andaluz y asegurar los entre ocho y nueve escaños que obtendría en Andalucía. En la Comunidad Valenciana, salvaría cinco de los seis escaños de la anterior convocatoria electoral; y en Baleares incluso crecería hasta los dos diputados.
Mientras, en Madrid la caída sería menos acusada -perderían entre dos y tres respecto al 28-A, cuando obtuvieron ocho representantes-, si bien quedaría en la cuerda floja el secretario general del grupo parlamentario liberal, Miguel Gutiérrez.
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