Esta vez sí hubo bloque sobre política internacional en el único debate entre los cinco principales candidatos en las elecciones legislativas en España. Pero estaba destinado a los muy cafeteros, aquellos adictos que aún estaban despiertos dos horas y cuarto después de que empezara ese intercambio de palabrería que contemplamos los sufridos ciudadanos.
Bien avanzada la medianoche se planteó la primera cuestión de política internacional: la migración. Entonces tuvo ocasión Santiago Abascal de coronarse como el representante de Salvini en España. “Una nación sin fronteras no es una nación”, clamó para justificar que lo suyo no era euroescepticismo sino amor a los muros. Ahora que se celebran los 30 años del derrumbe del Muro de Berlín. Vamos hacia atrás a pasos agigantados.
Abascal habló de soberanía y de identidad. Ahí sonó como Orban, así que el líder de Vox sí que se ve en ese grupo que forma parte de la Internacional Soberanista. Su diatriba contra el globalismo como un ente que manejan oscuras fuerzas liberales internacionalistas suena conspiratoria, muy de guerra fría recalentada.
La frase de oro de Abascal fue para enmarcar. “Las élites de Bruselas fomentan la islamización y las migraciones masivas”. Después cantó no ya las glorias de España, sino a la “Hispanoesfera”, incluyendo a Portugal, menos mal.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en los escasos minutos que dedicaron a lo que define la política nacional, es decir, lo que ocurre en el mundo, sí se presentó como un liberal, defensor del libre comercio con acuerdos como el CETA, europeísta con un acertado elogio a cómo la UE ha apoyado a España en su batalla contra el independentismo catalán, y crítico con la dictadura viviente de Nicolás Maduro.
La lección que se le olvidó a Rivera fue condenar al populismo ultraderechista que encarna Vox en España, lo que sí hacen los liberales en Europa y más allá. Para ello no pactan con ellos porque consideran que el populismo ultraderechista es tan nocivo como el nacionalismo extremo que aquí encarnan los independentistas radicales.
El presidente del gobierno en funciones se colgó medallas, lo que más le gusta de la práctica deportiva. Presumió de acoger la Cumbre del Clima en Madrid, como un gesto hacia nuestros hermanos latinoamericanos, dado que Chile no ha podido organizarla por los disturbios. Sacó pecho por la designación de Josep Borrell como Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y defendió sus políticas migratorias como razonables y humanitarias.
Sobre Venezuela se limitó a decir que España es país de acogida de venezolanos, que son los primeros solicitantes de asilo. ¿Y bien? ¿Nada que hablar sobre el Informe Bachelet sobre las violaciones de derechos humanos? ¿Ni una palabra sobre el régimen de Maduro? Justificó a su vez el viaje de los Reyes a Cuba el 11 de noviembre debido al 500 aniversario de la fundación de la ciudad de La Habana.
El líder de la oposición en funciones, Pablo Casado, atacó a Sánchez por el flanco latinoamericano, especialmente por Venezuela, Cuba y Nicaragua, todas dictaduras represivas de las que el gobierno en funciones no sabe no contesta. Casado hizo bien al referirse al informe Bachelet y pedirle a Sánchez que se defina. Se pasó de frenada Casado cuando instó al gobierno a negociar la política comercial con Estados Unidos, que ha impuesto aranceles extra a productos españoles, algo que es competencia de la Unión Europea.
Por supuesto Iglesias no habló de Venezuela sino que prefirió referirse a la necesaria protección de los trabajadores cuando se firman acuerdos comerciales. A su vez, arremetió contra Abascal por fomentar el racismo con su defensa de los muros, y comentó el silencio de sus socios en los gobiernos de Andalucía y Madrid, Ciudadanos y Partido Popular.
Los silencios fueron más explícitos que las palabras de los Cinco en su supersónica vuelta al mundo. Ese mutismo de Sánchez, y ahí coincidió con Iglesias, sobre el régimen bolivariano en Venezuela, la impavidez de Casado y Rivera en relación con el populismo de ultraderecha, y el ruido de Abascal que es un liberal con muros o un proteccionista con debilidades liberaloides.
Sin noticias de China, que apenas define el mundo que viene, un mundo en el que están cambiando las coordenadas mientras que nosotros seguimos hablando de… Cataluña. En el bloque internacional. No, así no.
Ahora que se conmemoran los 30 años de ese movimiento popular que en el Este de Europa pujó por la libertad y terminó triunfando sobre los regímenes totalitarios, muchos nos acordamos de quiénes nos guiaban en esos momentos. Había estadistas de todos los colores, pero estadistas. Ni uno a la vista en este debate de Los Cinco.
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