El CIS lleva desde el 1 de noviembre, día que arrancó la campaña electoral, preguntando en sus entrevistas si la crisis catalana influirá en el voto de los españoles el próximo domingo. Personas entrevistadas por los encuestadores del Centro de Investigaciones Sociológicas, bajo la dirección del socialista José Félix Tezanos, explican a El Independiente que el trabajo de campo del barómetro de noviembre incluye la pregunta sobre la influencia de la crisis catalana en las elecciones generales.
Por su parte, un portavoz oficial del CIS confirma la existencia de una pregunta sobre Cataluña en este barómetro, aunque se niega a detallar su contenido por "secreto estadístico" hasta que se publique la encuesta. El motivo de la inclusión de la crisis catalana en el sondeo es que los barómetros suelen contemplar asuntos noticiosos, explican desde el CIS. "Se trata de las preguntas habituales y las que vienen dadas por la actualidad", justifican.
En el CIS también niegan que el barómetro cuestione sobre la capacidad de llegada a los españoles de los mensajes de Pedro Sánchez, como apuntan otras fuentes. En este sentido, aseguran que las entrevistas son las habituales sobre la acción del Gobierno y que no inquieren sobre la efectividad del frenesí mediático del candidato socialista, que realiza varias entrevistas al día desde que empezó la campaña. Ya acumula varias decenas que se completan este viernes con tres más: en la cadena Ser, en TVE y en Telemadrid.
El trabajo de campo comenzó el día 1 y se prolongará hasta el 10 o el 11, según fuentes oficiales del CIS. Su publicación se realizará a finales de mes o a comienzos de diciembre, aproximadamente entre el día 25 y el 5. El resto de preguntas son las habituales de los barómetros mensuales, como la intención de voto, la simpatía por los distintos partidos, la autoubicación ideológica, la situación de las fuerzas políticas en el eje derecha-izquierda, etc.
Es habitual que el Gobierno conozca grandes rasgos de los resultados de los barómetros del CIS antes de su publicación, como demuestra el hecho de que antes de que se divulgara el último macrosondeo electoral desde el Ejecutivo ya se advirtiera de que sus pronósticos eran "espectaculares" en relación al PSOE, como publicó El Independiente.
La ejecución de las entrevistas del CIS está coincidiendo con la campaña electoral y con los distintos giros de guión de Pedro Sánchez. El candidato socialista y presidente en funciones ha modificado su discurso especialmente a raíz del debate electoral del lunes día 4. Desde el martes, Sánchez ha endurecido sus mensajes hacia Vox y hacia el independentismo catalán, hasta el punto de asegurar que traerá a Carles Puigdemont desde Bélgica para que sea juzgado en España y de que la Fiscalía actúa bajo el dictado del Gobierno, unas declaraciones que ha tenido que rectificar después de las quejas de las asociaciones de fiscales.
Sánchez está recuperando la mano dura hacia el independentismo catalán que exhibió en precampaña electoral, cuando amenazó con aplicar el artículo 155 de la Constitución si la Generalitat relanzaba su desafío institucional tras la sentencia del procès.
Ante la amenaza de que los radicales independentistas logren interferir en la jornada electoral en Cataluña, el presidente ha destacado que se han desplegado «un número importante» de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y ha subrayado que «todas las instituciones» tienen el debate de garantizar la normalidad en las votaciones para advertir de que lo contrario supondría "responsabilidades penales contundentes".
Esa dureza hacia el independentismo se completa con la aparición en escena del ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell, el socialista más odiado por los secesionistas y de los mejores valorados entre el centro-derecha y los constitucionalistas. Borrell entró el miércoles en campaña tras haber estado ausente durante toda la semana. El próximo jefe de la diplomacia europea tachó a los independentistas de totalitarios porque «no aceptan a los que no piensan como ellos» e incluso habló de «enfrentamiento étnico» en Cataluña.
Por su parte, la estrategia de situar a Vox en un papel protagonista en la recta final de la campaña contrasta con la decisión de Pedro Sánchez de ignorar a Santiago Abascal en su primer cara a cara en la televisión. Algunos dirigentes socialistas justifican ese cambio de criterio en la preocupación causada por la fortaleza que pueda adquirir en el Congreso el partido de Abascal tras las elecciones. Si se confirma que se convierte en tercera fuerza política tras el PP, como indican las encuestas, Pablo Casado podría verse en dificultades a la hora de negociar con el PSOE una abstención patriótica que dejaría a Vox vía libre como oposición verdadera, ya que reprocharía al líder del PP en cada debate que Sánchez gobierne gracias a él.
Después de no confrontar con él en el debate, por lo que ha sido muy criticado desde la izquierda, Sánchez ha tenido una segunda oportunidad de rebatir a Abascal. Ayer por la mañana, en una entrevista en La Sexta, el candidato socialista ha comentado algunas de las intervenciones del líder de Vox que se han reproducido en antena.
El presidente en funciones ha asegurado que existe la posibilidad de que Vox se convierta en la tercera fuerza política el 10-N tras el PP y por delante de Ciudadanos y Unidas Podemos, una situación de la que ha culpado a los partidos de Pablo Casado y Albert Rivera por pactar con Santiago Abascal en comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia. No obstante, Sánchez no ha respondido a la pregunta de si esa situación podría dificultar un entendimiento con el PP para lograr su abstención técnica en una virtual investidura del candidato socialista.
El secretario general del PSOE ha negado que no hiciera frente a los datos «retorcidos» de Vox durante el debate electoral antes de entrar en uno de los asuntos que centran la campaña de Abascal: la inmigración. Sánchez ha explicado que el ex ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, «con un discurso del odio es verdad que redujo en un 50% la llegada de inmigrantes irregulares». «Pero nosotros con una vía progresista, humanista, vinculada con el acervo comunitario, hemos reducido también un 50% la llegada de inmigrantes irregulares a nuestro país. Por tanto, hay dos opciones, una vinculada con el odio y otra con los valores europeos, que es perfectamente efectiva para resolver esa crisis».
Preguntado también por el discurso en contra del estado de las autonomías de Santiago Abascal, Sánchez ha arremetido contra la gestión de Albert Rivera y de Rosa Díez, «que ahora está pidiendo el voto para el PP». «Ahora lo que hay es una derecha que está poniendo una alfombra roja al discurso de la ultraderecha», ha asegurado, arremetiendo contra PP y Ciudadanos. «Están comprando el discurso y le están haciendo el trabajo sucio a la ultraderecha», ha afirmado.
Además del efecto del debate, otros socialistas explican la intensificación de la confrontación con Vox en la recta final de la campaña en la necesidad de azuzar el miedo a la derecha para movilizar el voto progresista en un contexto en el que se prevé un aumento de la abstención y un 32% del electorado indeciso todavía.
"No demos por hecho que gana el PSOE, no demos por hecho que no pueden sumar las tres derechas, no demos por hecho nada", aseguró ayer el presidente en funciones en un mitin en Castellón.
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