Son apenas un puñado de votos. Obtenerlos este domingo depende de variables de todo tipo: la movilización, el tiempo, los mensajes recordados o el nivel de hastío. También del efecto de la campaña electoral oficialmente más corta de la historia –una semana- pero de facto la más larga de cuantas se recuerdan. Para algunos, en Euskadi y Navarra el éxito o el fracaso se puede decidir en poco más de 400 votos. Al PP vasco y a EH Bildu no les basta con reeditar los apoyos del 28-A, necesitan haber convencido al menos a otro medio millar de ciudadanos para que depositen su papeleta el domingo.
Los 400 votos del fracaso serán esenciales para el presidente del PP en Euskadi, Alfonso Alonso. De ellos puede depender no agravar aún más el fiasco de la anterior cita con las urnas, en la que los populares vascos no obtuvieron representación alguna y cosecharon el peor resultado de su historia. La batalla la libra con EH Bildu en Álava. El 28-A el secretario de organización del PP y ex alcalde de Vitoria, Javier Maroto, se quedó a sólo 362 votos del escaño. Un margen estrecho que decantó el reparto del último representante para la Cámara Baja por este Territorio histórico en favor de Iñaki Ruiz de Pinero (EH Bildu).
Ahora Maroto no concurre. Se ha ‘hecho’ segoviano de adopción, empadronándose en la localidad de Sotosalbos e integrándose en el comité de dirección del PP en Segovia. Casado lo propuso como senador autonómico y así seguirá. La opción de los populares para mejora los resultados en Álava, la provincia donde históricamente más opciones tienen de sacar representación, es Mari Mar Blanco. Nació en Ermua (Vizcaya), pero estos días ha ejercido de alavesa recordando que vivió varios años en Vitoria y que su carrera política se inició en la capital alavesa.
El PP vasco se quedó a 362 votos de obtener el único escaño en el País Vasco con Maroto el 28-A. Mari Mar Blanco es ahora su apuesta.
La de Blanco ha sido una campaña que ha pasado desapercibida. No es la candidata que el PP del País Vasco hubiera deseado, pero Génova decidió e impuso. Al igual que lo hizo en Vizcaya, con Beatriz Fanjul, y en Guipúzcoa, con Iñigo Arcauz. Ninguno de los tres logró escaño el 28-A pero concurren por segunda vez para intentarlo el 10-N. Si ni Blanco, ni Fanjul ni Arcauz mejoran los resultados, el futuro del PP vasco y de su dirección, que desbrozó el camino de la campaña con una polémica convención de ‘regeneración’ en septiembre, podría estar en entredicho. Aún resuenan las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo acusando a los populares vascos de ‘connivencia’ con el nacionalismo y el forzado abrazo posterior que el propio Casado tuvo que escenificar para cerrar la herida a semanas de otra cita con las urnas.
Un escaño por 408 votos
La importancia de la batalla en Álava es tal que todas las formaciones políticas han dado especial relevancia a los actos de campaña. El PNV quiere repetir la inesperada victoria que logró el 28-A, y que en parte se vio favorecida por votantes del PP que se pasaron al nacionalismo moderado de los jeltzales. Los socialistas aspiran a consolidar o incluso a disputar la victoria en el territorio, de la que se quedaron a escasos 550 votos. Podemos se conformaría con repetir el escaño al Congreso que logró.
En el caso de EH Bildu, el puñado de votos que le inquieta no está sólo en Álava. En la vecina Navarra un volumen similar de apoyos puede ser ahora decisivo. El 28 de abril las urnas decidieron por sólo 408 votos que la izquierda abertzale no obtuviera representación. Para lograrlo había recurrido a una candidatura efectista; Bel Pozueta, la madre de uno de los condenados por la agresión en Alsasua a dos guardias civiles y sus parejas.
La coalición que lidera Arnaldo Otegi confió en aprovechar la corriente favorable de movilización que este caso había provocado en los sectores abertzales de la Comunidad Foral para lograr un buen resultado. Y en parte fue así, pero no fue suficiente. Bildu aumentó en más de 15.000 votos su resultado electoral pero no evitó que el Partido Socialista de Navarra se hiciera con el último sillón en juego.
Bildu espera que los 408 votos que le faltaron a Pozueta, madre de uno de los condenados por el 'caso Alsasua', se logren ahora
La coalición radical no ha escatimado esfuerzos esta vez para que su cabeza de cartel por Navarra, Bel Pozueta, madre de Adur Ramírez de Alda –condenado a ocho años y medio de prisión por un delito de atentado a la autoridad y lesiones- esté presente en el mayor número posible de actos de campaña dentro y fuera de Navarra. Un intento por revertir el enfriamiento que la causa de Alsasua arrastra tras la sentencia firme dictada por el Tribunal Supremo hace ahora un mes.
La clave navarra
Pozueta, como Otegi, ha reclamado el apoyo a su candidatura para impulsar la defensa del derecho a decidir, el apoyo a los presos de ETA o las políticas feministas. El objetivo pasa en gran medida por atraer al voto nacionalista que se refugia en posiciones más moderadas, como las que representa la coalición en la que se integra el PNV en Navarra, Geroa Bai, sin posibilidades de obtener escaño en unas elecciones generales.
En la Comunidad Foral se librará otra batalla interesante entre el PSOE y Navarra Suma, la coalición que conforman UPN, PP y Ciudadanos. Será la primera ocasión en la que ambas sensibilidades se enfrenten en las urnas tras la renovación del Gobierno en Navarra. La conformación del Ejecutivo se llevó a cabo en un clima de gran tensión y de cruce de acusaciones entre Navarra Suma y el PSN por haber aceptado el apoyo en forma de abstención de EH Bildu para acceder al Gobierno. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el de UPN, Javier Esparza, –que lograron dos escaños como NA+en el Congreso el 28-A- ya han reiterado la condición que más incomoda a Sánchez: cualquier apoyo para su investidura pasa por romper el acuerdo de Gobierno en Navarra y el desmarque de Bildu para hacer viable la proclamación de María Chivite como presidenta foral.
Ciudadanos, el PP y UPN ha reiterado el argumento de Navarra como condición para apoyar a Sánchez
Lo que arrojen las urnas en Alava y en Navarra, en la tierra donde todos se puede resolver en un puñado de votos, es una incógnita. El CIS de Tezanos le otorga escaño a Bozueta, a Bildu, en Navarra. En cambio no se lo concede a Alonso en Alava. En otros sondeos, el PP vasco aparece con suerte desigual, aunque son pocos los que le conceden alguna opción de mejorar resultados en el País Vasco.
El PNV, a por el séptimo
Las encuestas, a quien riegan con buenas previsiones es al PNV, y en menor medida a EH Bildu. En el caso de la formación de Andoni Ortuzar, el pasado 28 de abril ya obtuvo unos resultados que hacía tiempo que no lograba. Se impuso en los tres territorios –en Álava por primera vez- y paso de cinco a seis representantes. Ahora los sondeos apuntan incluso a que el voto al PNV pueda convertirse en un voto refugio no sólo de ciudadanos procedentes del PP, sino incluso del PSE o Podemos. Así, muchos de los sondeos publicados en las últimas semanas apuntaban a siete sillones para el PNV, al lograr el tercero en Vizcaya, su feudo.
Una buena perspectiva que incluso llevó al presidente del partido, Andoni Ortuzar a presentar a du diputado ‘número siete’, Jon Aiartza –número 4 por Vizcaya- en uno de los mítines. Lo hizo subrayando su condición de “especialista en fueros” y asignándole, en caso de ser elegido, la tarea de aleccionar a Albert Rivera sobre los fueros vascos.
La polémica en torno a la legalización de partidos que actúen en contra de la "unidad de España", según la iniciativa aprobada en la Asamblea de Madrid, así como el encontronazo con Vox, han logrado movilizar al electorado del PNV. La inquietud en el partido de Ortuzar era que los buenos resultados que le pronostican las encuestas, sumado al malestar que la repetición electoral han provocado en parte del electorado pudieran reducir la participación. Las críticas contra el PNV que desde Voz se han vertido en los últimos días, con amenazas de ilegalizarles si ellos gobiernan, ha sido aprovechada por Sabin Etxea para agitar el fantasma del pasado franquista e impulsar una llamada en defensa del autogobierno vasco ante las amenazas "que se ciernen".
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